~ recolección de almas ~

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11:59 pm

- Bueno, vamos a empezar
Las luz de la luna entraba por todas las ventanas abiertas, las cortinas habían sido retiradas por el mayordomo y extendidas en el suelo por orden del menor
- Así no se manchará el piso, las cortinas serán fáciles de reemplazar - dijo
Cuando Sebastian terminó de acomodar todo Ciel solo se limitó a esperar las indicaciones del demonio y observar con atención, en el centro del salón había un círculo hecho con velas lo suficientemente grande para que cupiera dentro. El aire olía a los arboles que se encontraban en el jardín, hacia frío y todo esta completamente en silencio.
- Ciel
- ¿si?
- ya quita esa cara de preocupación, todo va a salir bien, lo prometo.
- te creo
- entonces, recuestate dentro del circulo por favor, lo primero que tengo que hacer es romper nuestro contrato, esto apenas y te va a doler, cierra los ojos y respira hondo
El mayordomo tomo su lugar frente al circulo y con las piernas entrelazadas se sentó, se despojó de su saco y guantes, respiró hondo tambien hasta que su respiración se reguló con la de su amo. Sólo entonces comenzó a hablar
-.....................
Como Sebastian había dicho el dolor era casi imperceptible se sentía un ligero ardor en el pecho como le sucedía cada vez que corría. A los pocos segundos sintió algo correr desde su ojo donde el sello se encontraba, por un momento pensó que eran lágrimas, hasta que al tocar y observar sus dedos pudo notar que era sangre, por extraño que pareciera no le dolía absolutamente nada.
- Ciel - decía con la respiración entrecortada Sebastian - ya he roto el contrato, eres libre.
- ¿estas bien?
- si, solo un poco agitado, ¿seguimos?
- Sí
- bien, te dije en la mañana que para esto necesito de tu sangre y la mía, así que tendré que provocarte una herida bastante grande y profunda
Después de que el mayordomo terminara la frase, Ciel solo asintió y posó su mirada en el techo con evidente nerviosismo. Sebastian sacó de detrás suyo un cuchillo bastante pequeño pero no por eso falto de filo, se acercó con paso dudoso a su ex-amo y se dedico a desabrochar su saco y camisa.
Cuando el pecho de Ciel estuvo al descubierto, Sebastian colocó la punta del cuchillo justo en el centro
- Sebastian
El mayordomo se detuvo en seco y miro al joven quien tenia la mirada llena de lágrimas
- ¿quieres que me detenga?
- No. Solo quiero recordarte que te amo.
- Y yo te amo aún más, mucho más.
Ambos se sonreían mutuamente, continuaron así por un buen rato hasta que Ciel decidió que era el momento de continuar. El cuchillo comenzó su recorrido, la hoja habría lentamente la piel del conde y este por mas que intentaba no pudo evitar soltar un alarido, sus puños se tensaron y su espalda se arqueaba del dolor, la herida llegaba hasta la boca del estomago y de ella emanaba la sangre a borbotones.
-Lo siento Ciel, es solo por unos minutos
El mayordomo con una mueca de dolor (y no por si mismo, sino por el daño que había a su pequeño) apartó la hoja del conde y la colocó en su muñeca, hizo un corte pequeño pero profundo del cual la sangre salía a chorros, se levantó y la dejó caer sobre el charco de sangre de Ciel.
Al contacto la una con la otra iluminaron la habitación de un brillo carmesí y removiéndose entre si, dieron forma a un pentagrama debajo de Ciel, quien ya no gritaba por el dolor, pero aun así se quejaba.
- Vamos, aguanta unos segundos mas mi amado niño
- No... No soy... Un niño - replicaba trabajosamente el aludido
- ja, ¿ni en medio de un ritual y con una herida en todo el pecho mostraras un poco de debilidad?
- Dejaría de ser yo si lo hiciera
- Es curioso que diga eso conde, así solo confirma que usted es idéntico a su padre, ambos muertos por la mas estúpida de las razones
Tanto conde como mayordomo se habían quedado helados al escuchar la voz de aquel hombre de cabello plateado.
Undertaker se encontraba parado en marco de la ventana, llevaba su cabello recogido y su guadaña en mano
- Se... Sebastian - susurraba el conde asustado mientras con la poca fuerza que le quedaba jalaba su camisa
- No te preocupes, yo me encargo de él - dicho esto el demonio paso su mano por la mejilla de Ciel, se levantó de su lugar y con una sonrisa habló al shinigami
- Estimado señor, no puede estar aquí ahora, el conde no esta disponible para recibir visitas - decía con amabilidad pero los ojos inyectados en carmesí
- Claro, después de todo nadie estaría dispuesto a recibir visitas con una herida de diez centímetros en el pecho
- retirese por favor, la siguiente vez que se lo pida no seré tan amable
- mi querido demonio, me temo que no puedo hacer eso, estas cometiendo muchos crímenes por eso me han llamado, debo ayudar a los otros dos.
<<¿los otros dos?>> Pensó Sebastian
Cuando Undertaker terminó su frase de inmediato aparecieron detrás de él otros dos shinigamis: William T. Spears y Ronald Knox. Undertaker se hizo a un lado para ceder el paso y la palabra al primer mencionado
- Sebastian Michaelis, por ordenes de mi superiores debemos llevarnos a Ciel Phantomhive, espero que no nos presentes problemas y nos lo entregues de buena manera
- De ninguna manera van a llevárselo
- Supusimos que dirías eso - respondía Undertaker - es por eso que hemos traído mas ayuda - dicho esto bajó del marco de la ventana y entraron por ella Irina y André
- Hola querido - saludaba la pelirroja en un acto de total cinismo, mientras que el otro ni siquiera sonrió, en su rostro se mantenía una mueca de desprecio constante. El mayordomo al ver a los dos personas nuevas en el salón le provocó una punzada de alerta, o <<¿quien sabe?, quizás es miedo>> pensó. Se sentía acorralado, pero eso no dejaría que él les entregara a Ciel sin pelear.
- Seb... Sebas... Sebastian - susurraba con trabajo el conde, la sangre seguía saliendo, sus latidos y respiros ya eran casi imperceptibles. Su vista se nublaba y sentía el frío recorrer sus músculos y articulaciones.
El aludido corrió sin pensarlo dos veces a donde su pequeño amante se encontraba
- Ciel, no, no hables, dame unos segundos y acabaré con ellos, lo prometo - decía acariciando sus mejillas con el rostro lleno de preocupación, el brazo del joven se movió con gran dificultad pero aun así tenia ese toque de elegancia que lo caracterizaba, su mano se posó sobre la del demonio y mirándolo a los ojos con las lágrimas recorriendo sus mejillas habló - Creo que esta vez no ganaremos
- No...
- Dejame... terminar... Tú has hecho que pase los días mas felices de mi vida... gracias a ti mi alma se limpió de todo sentimiento malo... Y se concentro solamente en el amor que te tengo y la alegría que me provoca el saber que siempre estarás conmigo...
Las lágrimas se hicieron presentes en el rostro de Sebastian, quien no hizo nada por limpiarlas
- ¿me agradeces por hacer que cambiaran tus sentimientos? Eso no es nada... Soy yo quien debería estar dándote las gracias... Sin ti jamas habría descubierto que puedo sentir nuevamente, sin ti seguiría hundido en ese mundo de escoria, ya... Ya no hables, solo gastas energia
- Shhh... Tenemos que ser realistas, yo no saldré de esta
- Ciel...
- Pero no tengo miedo, ¿sabes por que? Por que lo nuestro no es cualquier amor, lo nuestro es un Yaunfen, así que estoy seguro de que tendremos otra vida para encontrarnos y quizás todo funcione y podamos estar juntos por siempre
-No, no hables así por favor...
El mayordomo observaba el rostro del joven, las manchas de sangre, sus ojos llorosos, su mente estaba aturdida por todo lo que sucedía, lo único que deseaba era poder expresar un poco de todo el amor que sentía por Ciel, pero las palabras no salían

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