Capítulo 12: Firma.

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-En cinco minutos estarán aquí.

-Bueno, mientras tanto, voy a mostrarle la pulsera localizadora de la que le hablé- Abrió uno de los cajones detrás de su escritorio y la tomó; era roja, totalmente normal y, debía admitirlo, no tan fea a pesar de todo... Tenía un pequeño dije con forma de estrella. -Justo en la estrella es donde está el rastreador, ¿Lo vé?- Y pulsó una tecla en su portatil, haciendo que una luz blanca parpadee en el centro del dije.- Olivia asintió- Cuando busco sus datos en el ordenador, automáticamente se puede ver su ubicación en la pantalla.
Ésta no se la puede quitar ¿Entendido? Es por seguridad, ya lo sabe.

-Entiendo- Tragó grueso.

-Qué bien- Se quedó unos segundos mirándola fijo a los ojos- ¡Ah! Casi lo olvido. - Nuevamente revolvió entre sus cosas para darle una tarjeta. - Él es el nutriólogo que trabaja con nosotros, ahí mismo está su número así que cuando tenga tiempo contáctelo. Él le dirá que hacer.

Tomó el pequeño cuadrado blanco y forzó una sonrisa. Sentía como si con cada nueva indicación una soga se ajustara a su cuerpo con más y más fuerza que la anterior. Suspiró con pesadés e impotencia para luego musitar un "Gracias" de esos que dejan un sabor amargo en la boca.

-No hay nada que agradecer, todo es parte del negocio. - Al oirlo decir esto último el rechazo que sintió hacia el hombre que tenía en frente le fue imposible de controlar. No dejaba de hacerla sentir como un simple embase que le llenaría los bolsillos, porque eso es lo que era. Y sí, quizás era ilógico pensar de esta manera, puesto que en realidad ambos salían beneficiados si ella firmaba el maldito contrato. Pero cuando se está ante alguien con una actitud tan despreciable, los malos pensamientos simplemente brotan por tus poros.

Se escuchó que golpearon la puerta.

-Adelante.

-Con permiso- Dijo una señora de unos sesenta y tantos años, bajita y rechoncha, de cabello café y mirada protectora. Venía en compañía de un hombre al parecer más joven que ella, alto y elegante, con su cabello rubio y canoso perfectamente peinado hacia atrás, vestido casual y con cara de pocos amigos.

-Buenos dias Mary, John, les presento a Olivia Dawson, nuestra futura nueva adquisición.

¡¿Adquisición?!

-Hola Olivia ¿Cómo estás? Mi nombre es Mary.- La mujer se le acercó y le dedicó una amplia sonrisa, luego la abrazó como si la conociera de toda la vida.

-Un gusto, estoy muy bien gracias.

-Un placer, soy John.- El hombre estrechó su mano con la de Olivia para saludarla.

-Buenos días John- Le sonrió.

-Tomen asiento, Olivia quiere hacerles algunas preguntas antes de aceptar.- La joven buscó en su bolso la libreta con anotaciones que había escrito la noche anterior. A su vez, Smith explicaba.- Como ya saben, ella tiene dos hermanas pequeñas que se quedarían solas en casa si ella no está. Por eso la necesitamos Mary. A demás ellas tienen que ir a la escuela y volver a casa, seguir su vida normal ya saben.- Ambos asintieron- Para estos traslados lo necesitamos a usted John.

-Si, por supuesto.

-Bien, ¿ya estás lista?- El jefe se dirigió a Olivia quien ya estaba con la libreta y pluma en mano.

-Lista.- Se aclaró la garganta.- ¿Nombre completo por favor?

-María Stella Lois.

-John Thames, como el río. - Esbozó una sonrisa al oir su chiste.

-Perfecto. -Dijo mientras anotaba sus respuestas.-¿Edades?.

-64- dijo la mujer.

-58.

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