Hola! a partir de ahora voy a empezar a subir capítulos mas largos, todabía no tengo muchos lectores pero no me voy a rendir, esto recién empieza!! Asi que si lees y te gusta como va la novela hasta ahora, dejame un comentario porfis, me darían mucho ánimo.
Cápitulo 3.
Olivia sintió que todo se derrumbaba a su alrededor, le temblaban las piernas a mas no poder, tenía miedo, mucho miedo. ¿Qué iba a ser de ella y sus hermanas? ¿Qué iba a pasar con Jennifer, su madre? ¿Debía resignarse? ¿Qué debía hacer?
Esa última pregunta inundaba sus pensamientos mientras caminaba por la vacía y oscura calle, a penas iluminada por unos aislados faroles, intentando regresar a su casa, que ya no sabía por cuánto tiempo mas podría llamar de esa manera.
-¡Hey niña!- Escuchó una voz masculina a sus espaldas, mientras un frío punzante recorría su espalda. Se detuvo en seco y volteó. Un hombre de no mas de 30 años, vestido de camisa y pantalón negro estaba detrás de ella. No pudo distinguir sus facciones con exactitud, excepto por la brillante sonrisa de dientes grandes que le dedicaba.-Hola, me presento. Soy Mike Anderson, ¿Cómo estás?- Le extendió la mano, amigablemente para saludarla. Olivia la sugetó con cierta desconfianza, en aquella calle no había nadie, cualquier cosa podría pasar. Y mientras consideraba la opción de salir corriendo de allí, dijo.
-¿Qué quiere?- Decidió no contestar a su pregunta, sonó firme.
-Tranquila, no quiero hacerte daño linda- esas palabras no la calmaron en absoluto- Sabes, acabo de pasar frente al local de ropa en que trabajabas y creí ver que lo cerraron, ¿Qué mal no? así que, se me ocurrió que, si estas en busca de un empleo...
-¿Cómo sabes que yo trabajo ahí?- Lo interrumpió, desafiante y arrugando la frente.
-E- es que yo suelo pasear por la zona con frecuencia y te he visto... Como sea, voy a darte un número de teléfono, esta persona puede conseguirte un trabajo si es que necesitas uno- no pudo evitar usar un tono burlón, era obvio que necesitaba un empleo ¿no? - Quizá te parezca interesante- Metió una mano en el bolsillo de su pantalón y sacó un pequño y arrugado papel, se lo tendió. No tenía nada mas que el número al que llamar, ni un nombre, ni una dirección. Solo el número. Olivia lo aceptó y lo miró con detenimiento, como si esperara que estos dígitos se transformaran en algo.
-¿Qué clase de empleo?- Inquirió con desconfianza.
- Esa es la parte interesante- Sonrió, fanfarroneando- Tendrás que llamar para averiguarlo. ¡Nos vemos!- y se dispuso a marchar a toda prisa.
-¡E-Espera!- le gritó, pero era tarde, Mike ya había doblado la esquina y desapareció de su vista.
La joven de lacio cabello café estaba de pie, en medio de la noche, con un pequeño papel en la mano, un número telefónico, y algo aparentemente "interesante" que la esperaba tras una llamada.
Esto del misterio no eran de sus cosas favoritas, pero igual guardó el papel en su bolso y se dispuso a seguir el viaje. No vivía tan lejos del trabajo así que no era necesario usar el autobús. Sus hermanas de seguro ya habían cenado, la madre de una amiga de Nicky conocía su situación y se había ofrecido a llevarlas hasta la casa todos los días, eso era un alivio para ella, ya que si no tendría que abandonar su puesto y hacerlo ella misma.
Al llegar, abrió la puerta y contempló la tenue luz que bañaba el pequeño living, se dirigió a la cocina y contempló con melancolía las paredes sin terminar y las raídas cortinas, no era mucho. Pero era suyo, era su hogar...
-¡Hola! ya estoy en casa, ¿chicas?- preguntó al aire.
-¡Llegaste, llegaste! ¿Y mi sorpresa?- Se había olvidado del regalo para su hermana, debía improvisar.
-Eeeeh ¡si! espera, por aquí la...- Se puso a revolver en su bolso frenéticamente- ¡TENGO!- Levantó con gesto triunfante una paleta que tenia por casualidad- aquí tienes preciosa.
-Gracias Oli- pronunció con un tono de voz un tanto apagado... con decepción.
-Buenas noches mi amor- su madre apareció en el umbral de su habitación.
-¡Mamá! estas de pie, ¿te sientes un poco mejor?- preguntó con asombro.
-Si, estoy mejorando, creo que ya estoy bien- dijo ilusionada.
-Me alegro mucho por ti má, pero no te confíes... con estas cosas nunca se sabe- Le advirtió. Su madre parecía estar bastante animada, y no quería contarle que se quedó sin empleo y arruinarle el buen ánimo que hacía mucho no tenía, así que optó por no decirle nada por ahora.
Pero la verdad era que Jennifer no estaba bien, la leucemia la consumía lenta y dolorosamente, intentaba con todo su ser tener la mejor cara delante de sus hijas, no quería mostrarles cuanto estaba sufriendo. Se sentiría avergonzada si sus hijas la vieran en su peor estado. Jennifer quería demostrarles cuan fuerte era su madre, pero en las noches las apariencias eran muy difíciles de mantener. Los fuertes dolores de cabeza y los atroces vómitos la bombardeaban cruelmente. La sangre que caía de su naríz la hacía sentirse débil y miserable, ella, una mujer tan llena de vida y juventud, quien había dedicado su adolescencia a los deportes y había gozado de tan buena salud, estaba retorciéndoce de dolor en una cama, sintiéndose tan inútil, contemplando la miserable vida que sus hijas tenían que vivir, y no pudiéndo hacer nada para sacarlas. ¡Subsistiendo gracias a su hija mayor! Por su culpa Olivia tuvo que dejar sus estudios, por su culpa, sus pequeñas a penas hacían tres comidas al día, por su culpa, Olivia tenía que esforzarse tanto, trabajar y hacerse cargo de sus hermanas a tan corta edad. ¡Por su maldita culpa!, por no controlarse y acostarse con el mismo imbécil inservible TRES JODIDAS VECES sus hermosas hijas, lo único que tenía en este mundo, por culpa suya, no tenían un padre. Era indescriptible toda la ira que esta pobre mujer cargaba consigo, era su enojo y su familia lo único que la mantenían con vida a pesar de su débil estado de salud.
ESTÁS LEYENDO
Decisiones Extremas
Narrativa generaleA Olivia Dawson la vida no le ha sonreído, con 18 años se ve obligada a abandonar los estudios para hacerse cargo de sus dos hermanas menores y convertirse en el sustento económico de la familia. Su madre quien sufre de leucemia está al borde de la...