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--¡Oh marico mira esta mierda!-escuche gritar a un chico, y mire a donde señalaba a un río, con muchas chicas para mi gusto, y Nojoda, eran bellas, perras esas.

--Chicos, saluden al campamento vecino.-dijo la que guiaba el paseo, y los idiotas de todo el grupo comenzaron a saludar a las chicas que nadaban como sirenas, repito, perras.

--Señora ya va... Creo que me equivoque de campamento.-dijo un chico, t todos reímos, lo mire, y era Manuel, el que estudiaba con mi prima.

--Hola Tom.-dijo una chica morena muy bonita, él le devolvió el saludo muy contento.

--Mmm ya veo por qué viniste a este campamento.-dije, tratando de esconder que estaba celosa.

--¿Ah? ¿Qué? No, no, ella es mi prima.-dijo el, y volví a mirar a la chica, que estaba con sus amigas riendo como idiotas.

--Ahhh ya.-dije avergonzada, comenzando a caminar lentamente de nuevo detrás del grupo.

--Ella todos los años va a ese campamento, y yo a este, ya es como tradición familiar.-dijo, asenti.

--¿No te da fastidio venir siempre al mismo lugar?-pregunté.

Él se encogió de hombros.

--Nunca es fastidioso cuando estás con ellos.-dijo, y señaló a un grupo de cuatro chicos que habían estupideces.

El que parecía el menor, hacía como si se echara un gas, y después con su brazos hacia una explosión, rei.

--Son graciosos.-dije.

--Si, ese; el que se está echando una bomba nuclear, es el mayor.

--¿En serio? Pensé que era él menor.-dije.

--Si, son mis hermanos, saluda.-dijo, y volví a fijarme en ellos que nos saludaban alegremente, agite mi mano en forma de saludos y ellos comenzaron a hablar entre ellos.

Seguimos caminando y ya estaba muy cansada, me dolían las rodillas y los pies pero no quería quedarme atrás como se había quedado un grupo de chicos hace unos minutos.

Y tampoco quería pasar vergüenza frente a Tom, que seguíamos hablando de cosas.

Hasta que sentí algo extraño en mi pie, mire y estaba lo más asqueroso que había visto en mi vida, sus ojos eran grandes y de color rojo, y su cuerpo húmedo, casi vomito, pero en vez de eso, grite.

--¡UN SAPO!-grite y patee el animal lejos de mi, me daban tanto asco, no había nada que odiara más que los sapos y los tuqueques.

--¡Ahhh!-gritó María, y me fijé en el sapo que colgaba de su hombro descubierto, ella subió sus brazos desesperadamente gritando y pidiendo ayuda mientras que los demás se reían, pero tropezó con una piedra, y cayó al suelo.

Bueno, en realidad no era el suelo, era la bajada de la montaña, todos corrimos a ver qué había pasado, y ella daba vueltas mientras caía y gritaba, hasta que chocó con árbol que estaba a solo unos metros del lago.

--¡María!-grite aterrada mientras me lanzaba y corría hacia ella, y detrás de mí Tom, y detrás de él la que guiaba.

--¿Estás bien?-pregunté cuando llegue a ella.

--Me duele todo...-dijo, y podía ver que tenía muchos raspones.

--Tom por favor, llévala a la enfermería.-dijo la guía, el asintió. Y le dio otras indicaciones.

--Acompáñame.-dijo Tom, y asentí. Comenzamos a caminar a la orilla del lago, hasta llegar a un puente que pasaba a las cabañas, y llegamos a una que tenía una cruz roja dibujada con pintura.

Entramos y dejó a María en la camilla.

--Tu novio está muy lindo.-dijo ella, rei, por qué apenas podía hablar y tenía los ojos medió abiertos.

--No es mi novio María.-dije.

--Si, como digas, voltéate y mira eso.-dijo, y me volteé para ver a Tom hablando con un... Dios griego, era hermoso y tenía una bata.

Maldita María, era el doctor.

--Bueno te dejo, estás en buenas manos.-dije, me fui al lado de Tom.

Aislados (Tom Holland)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora