Café con miel.

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Me quedo en silencio mirándote sonreír. Me gusta cuando sonríes y pienso en mis dedos delinear esa sonrisa. Te sientes observado, entonces me miras con tus ojos oscuros dejándome ver mi reflejo en ellos y siento que todo va bien.

Te acercas a mí, rodeas mi cintura con tus brazos pegándome a tu cuerpo sin dejar de mirarme con intensidad mientras me cuelgo de tu cuello. Nos miramos. Miradas que lo dicen todo, silencios eternamente placenteros. Siento tu dedo índice recorrer mi rostro, en una lenta caricia. Sé que me estas grabando en tu memoria.

Miro tus labios. Observo esa boca que elegí, que elegiría sobre cualquier otra, una y otra vez. Esos tibios labios que veo temblar de anticipación mucho antes de tocar los míos. Finalmente nuestras bocas se unen y nuestros cuerpos reviven intensificando el beso.

Tus labios toman los míos con frenesí, tu mano en mi nuca exige mi entrega completa, dejándote ahondar en mi boca, liberando el deseo celosamente guardado. Nos besamos hambrientos como si fuera la primera vez que nos probamos. Comenzamos ese conocido juego de: "Tú me encuentras, yo te encuentro. Tú me sientes, yo te siento" pues cada rincón es conocido para ti pero igualmente lo quieres explorar a consciencia. Y yo te dejo.

Dejo que te pierdas en el camino, que busques un mapa y lo vuelvas a encontrar, mientras tus dedos recorren la piel de mi espalda bajo mi blusa. Entonces sentimos nuestros cuerpos estremecerse, entregarse a la electricidad que recorre cada una de nuestras células y ya no hay espacio entre nosotros.

Me llevas a un mar de sensaciones. Un mar de olas tormentosas, pues te siento desear la unión de nuestros cuerpos al mismo ritmo que marcan nuestras almas. Me sientes. Te siento. Me lo dicen tus besos, me lo cuentan tus ojos, me lo susurran tus caricias, me lo grita tu cuerpo cuando mis manos te tocan arrancándote un suspiro.

Nos besamos eternamente en medio de nuestra burbuja personal. El mundo ha dejado de existir y una vez más solo somos tú y yo, entre besos y miradas, entre caricias y suspiros, entre pasión y deseo.

Me miras con el café de tus ojos. Te miro con la miel de los míos. Nos miramos y sonreímos pues solo nosotros conocemos el sabor del café con miel.

Almas En LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora