Me concentro en observar detalladamente tu rostro mientras duermes. Mis ojos se pasean por el, memorizando todos y cada uno de tus rasgos. Me tienes entre tus brazos, bien cerca de tu cuerpo, tu mano descansa en mi cintura.
Me agasajo en verte descansar, sonrió observando que tus líneas se han suavizado, mostrándome lo relajado que están tus sueños. Mi mirada se detiene en tu boca que se me antoja apetecible y siento en mi cuerpo un hormigueo, producto de las ganas de querer despertarte a besos.
Apoyo mi mano en tu pecho desnudo, con mi dedo índice me deslizo por tu piel hasta tu ombligo y vuelvo a subir. Variando el camino, haciendo dibujos. En un roce ligero como una pluma, mientras mis labios se apoderan de los tuyos muy suavemente.
Me entretengo en darte besos cortos, juguetones y dulces. Besos que comienzan en tu boca para desplazarse por tu barbilla, el contorno de tu mandíbula antes de seguir su camino a tu mejilla derecha, pasar por el puente de tu nariz hasta llegar a tu mejilla izquierda, subir muy despacio por tu sien, abarcar milímetro a milímetro tu frente y volver a descender para terminar en tus labios, los cuales me responden ávidamente.
Te he despertado. Tus brazos rodean mi cuerpo con firmeza atrayéndome aun mas cerca. Eliminando completamente los posibles espacios entre nosotros. Soy consciente que no solo te he despertado a ti, también a tu cuerpo y tu alma ya baila con la mía.
Nuestras bocas se entretienen una con la otra. Tu lengua juega al gato y al ratón con la mía, se reconocen, se hablan y comienzan esa interminable batalla de voluntades que solo incrementa el deseo.
Me muevo sobre ti, dejando que mis piernas atrapen tu cuerpo bajo mi peso. Me inclino apoyando mi pecho en el tuyo, para invitarte a sentir mi piel. Tus manos se adueñan de mi espalda, mi costado y mis curvas con caricias calientes y remolonas. Me enciendes, me provocas. Te siento y te deseo. Me haces tuya.
Tu lengua en mi boca sigue el ritmo que han tomado tus caderas debajo de las mías. Tus manos me guían. Yo me dejo guiar, bailo contigo. Ardo. Me pierdo. Deliro. Gemidos y jadeos desplazan el silencio que existía entre nosotros y ahora entonan las notas de nuestra pasión.
Me posees. Me haces tuya y te hago mio. Nos apoderamos de nuestros cuerpos, expresando el deseo físico de nuestras almas. Somos uno solo, las dos piezas que conforman un todo. El placer incrementa, nos fusiona hasta arrasar con nosotros. Yo me entrego y tu me sigues. Alcanzamos la cima que nos transporta a nuestro universo azul.
Te miro a tus oscuros ojos café. Me regalas una sonrisa radiante antes de besarme dejando que vuelva a mi lugar favorito en el mundo...el calor de tus brazos.
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Almas En Llamas
Historia CortaCuando dos almas se encuentran, se reconocen y se unen... Relatos cortos, independientes entre sí.