XVI

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Steven se puso a llorar desconsoladamente. Ya no lo podía soportar más. Había aguantado mucho. Ya era hora de liberar tensiones. Connie sabía que no debía hacer nada por el momento. Debía dejar a su amigo desahogarse. Después ya le consolaría.

Steven estuvo un buen rato llorando de rodillas en el suelo. Mientras, Connie estaba poyada en la pared. Vio que ya era momento de ayudar a su amigo. Se acercó a él y se agachó, poniéndole una mano en la espalda.

Connie: Steven, todo va a estar bien. Esto va a pasar. No puedes rendirte ahora. Las gemas deben de estar buscándote.

Steven: Connie...

Los dos jóvenes se miraron a los ojos. Los dos se sonrojaron y empezaron a acercarse poco a poco sus caras. Estaban a punto de estar a pocos centímetros de distancia, cuando un cañonazo sonó. Los dos se separaron rápidamente. Connie se levantó y extendió una mano a Steven para ayudarle levantarse. Ambos estaban muy rojos.

Connie: Recuerda lo que dijimos.. Yo estaré ahí por ti, y tu por mí.

Steven le aceptó la mano a su amiga y ambos quedaron de pie el uno al lado del otro.

Unos pasos corriendo se empezaron a oír fuertemente en el lugar. Steven y Connie callaron y miraron a su alrededor. Los pasos sonaron detrás suya y se giraron. Vieron a una gema correr hacia ellos con una espada. Cuando estaba a pocos pasos, la gema tomó impulso y atacó con la espada por delante. Connie puso su espada verticalmente para parar la estocada de aquella gema. Pero nunca se produjo aquel golpe de ambas armas. La gema la traspasó, como si fuera incorpórea, y se vaporizó en el aire, sin dejar rastro de ella. Connie sintió frío cuando la atravesó y se vaporizó. En seguida aparecieron más gemas fantasma e hicieron lo mismo que la primera.

Después de varias centenas de gemas fantasma, dejaron de aparecer. Pero no duró mucho el descanso. Muchas gema fantasma, pero esta vez desarmadas, pasaron corriendo aterrorizadas al lado y a través de ellos. La corriente de esas gemas paró definitivamente, y una gran explosión sumió el lugar en luz intensa. Steven y Connie cerraron los ojos. Al terminar la gran luz, se hizo la oscuridad.

Los muchachos abrieron poco a poco y cuidadosamente sus ojos. Ya no estaban en un pasillo negro y oscuro. Ahora estaban en un cilindro de cristal en penumbra. Si miraban arriba podían ver un cielo estrellado y hermoso, de los que cuesta ver en una ciudad. Steven y Connie se dieron cuenta de que estaban encadenados cada uno al suelo con una cadena cristalina atada a uno de sus tobillos. También la sensación de estar incompletos apareció en ellos, junto con una emoción de prisioneros. Los dos amigos fueron a las paredes de cristal y las empezaron a aporrear, pero el cristal no cedía. Pegaban con la desesperación de poder salir de allí, de poder ser libres de nuevo, de poder volver a su hogar.

Una voz dulce y familiar inundó el sitio donde permanecían encerrados. El suelo se empezó a resquebrajar. Y, por una abertura en forma de gota de agua, cayeron ambos, aterrizando en una playa que tenía una iluminación verde. Steven y Connie se dieron la mano. De repente, un impulso eléctrico los recorrió a ambos. La sala empezó a resquebrajarse con lineas amarillas, y los dos amigos separaron las manos bruscamente. Ambos eran tirados a lados opuestos. Intentaban con todas sus fuerzas llegar el uno al otro, pero no lo conseguían. Entonces, el sitio explotó y Connie y Steven empezaron a caer en una oscuridad infinita.

En su caída, vieron una extraña mano verde explotar. También vieron cómo una figura azul se juntaba con una figura naranja más grande, creando una figura verdosa aún más grande. Aquella figura verde fue encadenada y se perdió tras aquella oscuridad. Steven notaba esas cosas que veía muy familiares.

Al final aterrizaron en un suelo verdoso. Era un lugar tétrico y que les puso los pelos de punta. A lo lejos se podían distinguir dos gritos de persona. Uno era un grito de dolor, de alguien que lo estaba pasando mal, como si intentara escapar. El otro era un grito de esfuerzo y de cansancio, como si estuviera haciendo algo que le estuviera agotando demasiado. Steven y Connie empezaron a notar un cansancio físico y mental. De repente, los gritos cesaron, y una risa inundó el lugar, que empezó a desaparecer por remolinos en el suelo. Los jóvenes tuvieron mala suerte y fueron tragados por uno, llevándoles de vuelta al oscuro laberinto, donde había tres figuras verdes de distinto tamaño cada una y sin rostro. Las tres figuras explotaron a la vez, creando un sitio rosa. Pero no duró mucho. El rosa se fue apagando poco a poco y se volvió de nuevo negro.

Delante de Steven y de Connie, que estaban cansados física y mentalmente además de desorientados, vieron una puerta de la cual salía luz en una pared delante de ellos. Se alegraron enormemente. Habían encontrado la salida. Los dos corrieron hacia allí, con la esperanza de poder salir al fin de aquel horrendo lugar.

Pero no todo salió como ellos esperaban. Al llegar a la puerta vieron que era una sala, en la cual estaba Onyx, con la forma de Lapis Lazuli, en el centro de la sala.



Ataque A Las Crystal Gems 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora