Capítulo 6:
Me despierto repentinamente de una pesadilla. No tengo ganas de ver las noticias, no quiero alterarme más de lo que últimamente estoy. Hoy es viernes, mañana tomaré un café con Dominik y quiero estar lo más relajada que puedo. Necesito parecer una persona normal, no quiero que note lo destruida que estoy; aunque yo puedo notar lo destruido que está él.
Dominik me inspira paz, aunque mi época en aquel horrible internado que no me gusta nombrar fue una de las peores para mí conocí a una persona, una chica que jamás podré olvidar, me recuerda mucho a Dominik.
Me arrepiento, me arrepiento cada día de haberla dejado allí, de haberle hecho caso cuando me dijo que siguiera sin ella, me arrepiento cada día más, y una de las cosas que haré tarde o temprano será ir por ella, porque ella tampoco merece estar allí.
Empapo mi cara con agua y quito mis lentes de contacto grises, a veces estos me molestan mucho pero de ninguna manera me los quitaría frente a alguien. Observo mis ojos de color azul cielo que se reflejan en el espejo. Mi identidad es lo único que me queda y no dejaré que me la arrebaten también. Vuelvo a colocar los lentes de contacto en mis ojos y vuelvo al aburrido gris que no me gusta para nada.
Camino a paso lento hasta la cafetería y saludo a Jane de una manera más amable de lo acostumbrada. Desde que hablo con Dominik puedo sentir como mi ánimo ha cambiado un poco. Me siento más humana.
Jane me sonríe y habla conmigo de temas aleatorios, aunque la que más habla es ella y yo solo la escucho porque a pesar de que me siento más desenvuelta igualmente no me gusta hablar, a ella no parece incomodarle y parlotea conmigo hasta que empiezan a llegar los clientes y tenemos que ir a nuestros lugares de trabajo.
Atiendo pacientemente a todas las personas pero espero a una en específico, y esa persona no ha llegado.
–Vanessa, tu chico se retrasó un poco ¿no es cierto? Él suele llegar temprano –Jane me habla con un tono de confusión.
–Si... Qué le habrá sucedido...
–Tal vez está ocupado, no te preocupes querida.
Pero si me preocupo.
Estoy ausente toda la jornada de trabajo porque él nunca llegó. Me siento sola, siento que me falta algo, sé que lo conozco desde hace muy poco pero me preocupa de cierta manera que no haya venido esta vez.
Termina la jornada de trabajo y salgo caminando lentamente hasta mi apartamento. La noche está fría y oscura, yo camino a paso lente pero me detengo cuando siento un olor...
Olor a humo.
Observo a un chico fumando apoyado de una pared y me acerco sin pensarlo hacia a él.
–Hola muñeca, ¿necesitas algo? –el chico castaño me habla mientras me mira de arriba a abajo.
–Apaga eso –digo con voz dura.
Humo. Humo. Cigarrillo. Humo. Cigarrillo. Humo. Apágalo.
–¿Y por qué tendría yo que hacerte caso?
–Apágalo, ya.
–Fuera de aquí no te conozco hija de perra –el acerca su cigarrillo y lo coloca justo sobre mi brazo haciendo que me queme y yo doy un pequeño grito de dolor mientras contengo las lágrimas.
–¿Por qué haces eso?
–Quiero que te alejes, zorra. En estos momentos no necesito una mamada, pero cuando la necesite si te llamaré con gusto para que vengas a chuparmela, por ahora fuera de aquí, que no estoy de buen humor –dice de manera irrespetuosa y seguidamente exhala todo el humo retenido en sus pulmones en mi rostro.
Y sé que ya no me voy a poder controlar más.
–Te dije que lo apagaras.
Hago que su cigarrillo vuele por los aires y seguidamente el chico cae noqueado al piso. Yo observo como su brazo es doblado hasta su espalda y aunque no lo estoy tocando, soy yo quien le hace daño.
–Eres... Una... Bruja maldita bruja aléjate de mi – grita con horror mientras su brazo se tuerce cada vez más.
Siento que hay alguien observando, volteo rápidamente hacia todos lados y no veo a nadie, me asusto de igual forma y cuando soy consciente de lo que estoy haciendo dejo al chico y voy corriendo a casa.
Nadie me entiende, nadie puede entender lo tanto que he sufrido, no saben lo que yo pasé allí dentro y no pueden entender mi manera de reaccionar.
Abro la puerta de mi departamento con brusquedad y la cierro sonoramente, los vecinos ya están acostumbrado a éste tipo de sonidos provenientes de mi así que ninguno se asoma a ver lo que sucede.
Grito con todas mis fuerzas hasta que siento que mi garganta se desgarra y golpeo mi cabeza contra la pared unas cuantas veces seguidas y empiezo a marearme mucho, causando que caiga pesadamente al suelo.
Veo como un pequeño chorro de sangre se escurre desde mi frente hasta el suelo, es una herida recién abierta que me acabo de causar por ser lo que soy, es mi manera de autocastigarme; aunque igual he recibido bastantes castigos. Empiezo a sentir como me debilito y el charco de sangre debajo de mi cada vez es más grande.
Yo sólo lloro. Lloro porque es lo único que sé hacer, lloro porque no sé cómo arreglar lo que he hecho, lloro porque recuerdo eventos pasados, lloro porque soy un desastre y no podré cambiarlo nunca jamás.
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The sad teens club .
JugendliteraturNombre:Melanie Hudson. Edad: 19 años. Ubicación: Hospital especial para enfermedades mentales de Texas. Diagnóstico: Esquizofrenia paranoide. Mi nombre es Melanie Hudson, tengo 19 años y crecí sin un hogar, mis padres me abandonaron cuando era apen...