Capítulo 4.-

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Esclavos. 

Martes por la mañana.

Se me ha hecho tarde, como siempre. Si nunca he tenido ánimos de asistir a la escuela hoy son nulos. ¿Por qué me tiene que tocar Cálculo diario? ¡Me niego a ir! Y lo haría de no ser porque mi madre me ha sacado prácticamente a patadas de casa.

En el autobús me encuentro con Alex que al parecer le ha sentado mal la fiesta después del partido, lleva gafas de sol y tiene un mareo que no es normal.

Al bajar, salimos corriendo hacia nuestras clases. No más fiestas para él y para mí no más pensar en mi lista mental por las noches. Ayer eran las tres de la madrugada y yo ya le había agregado veinte razones más a mi libro imaginario. Así de traumado me encontraba.

Toco la puerta, esperando que el odioso anciano me deje pasar y para mi fortuna aún no ha llegado Samuel. Al parecer la fiesta también se alargó para él. Pero mi felicidad no dura mucho pues cuando miro ya está al lado mío y se encuentra igual o peor que Alex. Las ojeras le llegan al suelo y está completamente despeinado. No me dirije la palabra, ni siquiera me voltea a ver. Creo que se ha quedado dormido y espero que no despierte hasta que termine la hora.

La clase inició normal. Por primera vez en mi vida estaba entendiendo lo que el maestro decía. Creo que después de todo el anciano no era tan malo.

-Jóvenes, como sabrán, estoy a cargo de seis grupos y no puedo con todos, por lo que los trabajos que entreguen serán con su pareja de asiento. -¿Acaso el viejo estaba diciendo que tendría que trabajar con Samuel? ¡Me da igual que tenga mucho trabajo! Se supone que para eso le pagan ¿no? ¡No seré pareja de este idiota! Ni siquiera está despierto en horario de clases y reprobó, ¿cómo se supone que obtenga una calificación aprobatoria con alguien como él?

-De Luque, ¡Despierte! -Samuel no despertaba. -Si no despierta en este momento lo voy a reprobar y por tanto a su compañero también.

-¡SAMUEL DESPIERTA! -Lo había movido tan fuerte que se cayó al piso. Al menos estaba despierto.

-¿CUÁL ES TU MALDITO PROBLEMA GUILLERMO? Sí, estoy saliendo con tu hermana ¿y qué? -El idiota no se enteraba de lo que pasaba y montó un show que no venía al caso. Todos empezaron a reírse de lo patético que se veía y yo me estaba muriendo de la vergüenza por dentro.

-Díaz y De Luque, se salen y tienen reporte. Quiero su trabajo para la próxima semana y tienen prohibido entrar a mi clase si no lo aprueban. -El profesor se había puesto estricto. Nunca lo había visto tan enojado.

-¿Y yo qué culpa tengo de que este tío sea un borracho? Por favor, no me haga hacer equipo con él.

-No quiero oír más. Los dos a la oficina del director.

-¿Qué demonios hiciste Guillermo? -Como pudo se puso de pie y mientras salíamos del salón me estaba recriminando por sus actos.

-¿Yo? Si estamos así es por tu culpa y porque te quedaste dormido desde que inició la clase. -Estaba furioso y gritando. Algo que últimamente ocurre muy seguido.

-¡No grites imbécil! -Se tapó los oídos después de insultarme y frunció el ceño de manera exagerada. Tenía arrugas, cosa que me hizo gracia de alguna manera.

Razón #31: Está envejeciendo rápido.

-¡A mi no me insultas idiota! -No me iba a dejar y menos con él. Me tomó del brazo para que me detuviera y lo mirase a los ojos, cosa que no hice. Sus pupilas clavadas en mí me aterraban.

-Cierto, cierto. Lo siento, de verdad. No fue mi intención que esto pasara. En serio quiero llevarme bien contigo. Además te lo prometí. -Sonaba arrepentido. Vaya que es bueno fingiendo.

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