Capítulo 16.-

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Recorriendo nuestra historia.

Lunes. Falta una semana para navidad.

Las clases al fin habían terminado. El invierno sin duda era mi época favorita del año.

Las festividades estaban a la vuelta de la esquina y Samuel y yo disfrutábamos cada día como si fuera el último. El año entrante tendría que mudarse a un nuevo piso donde viviría alejado de la escuela y de la ciudad, no podría verlo tan seguido. Él entraría a la universidad en medio año y eso me mataba por dentro todos los días, pero no podía decírselo, lo que menos quería era terminar con sus planes. 

Nunca dejamos que aquello nos preocupara y dejábamos al tiempo transcurrir con naturalidad.

Así, conté mis días durante un mes entero. Cada día era una aventura nueva y cada día era más feliz a su lado. Un día, hablamos de la posible existencia de una futura boda, a lo que pensé:

¿Boda? Pero, ¿para qué? ¿Por qué se casa la gente? Si de verdad amas a tu pareja, no tendrás la necesidad de hacerlo notar a todo el mundo o tener un papel que lo diga, basta con que ambos sepan que se aman. Además, ¿qué tal que luego quieren el divorcio? Imagina que le pides el divorcio a tu pareja, pero ésta estuvo todo el tiempo enferma de cáncer y tú ni enterado, esto sólo daña más a la persona y al final todo termina con una muerte y un esposo arrepentido que tiene que cuidar solo a un crío de cinco años.

Otro día pensamos qué sería de nosotros de no haber entablado una relación.

Tal vez no terminemos juntos, y nos encontremos en un futuro, cuando cada quien tenga un hijo y necesitemos un manual que nos indique cómo criarlos. 

Dos semanas después, fuimos a una discoteca en un barrio de mala muerte.

Quizá en una vida pasada, Samuel era el líder de una banda de delincuentes, de esos tipos duros que parecen no tener sentimientos, pero que terminan ayudando a pobres chicos desamparados que huyen de sus tíos en busca de una vida mejor y que al final acaban juntos, aunque el líder se la pase amenazándolo con un revolver. 

Un lunes hablamos de una no planeada ruptura.

Quizá un día terminemos y volvamos a reencontrarnos en cuatro años, cuando Samuel haya conocido a una chica y esté esperando un hijo de ésta, aunque la terminará dejando porque estoy seguro de que el amor de su vida soy yo.

El miércoles 23, vimos videos en YouTube.

Tal vez, en otra dimensión, somos famosos del Internet y tenemos que llevar una relación secreta, que al final termine en un fracaso por culpa de una foto publicada en las redes sociales que fue tomada en pleno vuelo devuelta a nuestro hogar.

La semana pasada me llevó a un recital de música.

No es como si yo supiera tocar el violín y él el piano y fuéramos a una academia en Londres.

Un día faltamos a la escuela y visitamos un invernadero donde vimos a una pareja de darketos.

Nos imaginé a ambos de esa manera. Ni que fuera un experto en flores y él un completo punk lleno de tatuajes. Aunque la idea de que las cosas fueran así, de alguna manera me gustaba.

Era como si de nuestra relación pudieran inventarse cientos de historias, con miles de temáticas diferentes. Príncipes, niños, actores, floristas, suicidas, historias en la época medieval, sucesos paranormales, simples estudiantes, famosos internautas, e incluso, quizá, ver a alguno de nosotros embarazado, pero esas eran idas de olla mayores y sobrepasaba los límites de lo patético pensar en algo así. 

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