Y así fué, ya cansado de despertar a altas horas de la madrugada para luego luchar por volver al sueño, se decidió por levantarse. Sus ojos ardían como nunca y tenían más ojeras que de costumbre. Consultó el reloj en la pared, las seis y media de la mañana, nunca en su sano juicio madrugaría a esa hora un sábado, pero hoy era la excepción.
Se sentía desprevenido, como si en cualquier momento fuesen a atacarlo, pero estaba seguro que no sería ese tipo de ''ataque'', era una irrupción que esperaba con ansias y miedo, tantas emociones al mismo tiempo lo hacían temblar. El levantarse tan temprano le hacía preguntarse en que pensaban las personas cuando dormían tanto, él no tenía paz en su mente, y el no poder salir a ningún sitio no era la solución, estaba que casi maldecía a su compañero por estar dormido.
Después de dar miles de paseos por la cocina sin llegar a ningún lado volvió a consultar su reloj, las ocho, estiró el brazo para alcanzar su móvil y marcó un número de memoria. Cada pitido lo desesperaba, tendía a mover su pierna de arriba hacia abajo con rapidez, hasta que finalmente una voz grave y algo ronca de hombre se escuchó del otro lado de la línea. Acopló un poco el micrófono del móvil con su mano como si se fuese a escuchar hasta la sala en donde Will permanecía en el quinto sueño.
-Ford necesito hablar contigo, ¿estás?- dijo casi susurrando.
-Claro, acabo de abrir la tienda, si quieres pasar...-
-¡No! No, no, si no estoy para cuando Will despierte todo se complicara, más de lo que ya está- se mordió los labios como signo de preocupación.
-Entonces ve al grano- demandó paciente Ford. Dipper relató su pequeña fuga sin perderse el mínimo detalle, y mientas lo hacía, echaba vistazos a la sala.
-¿Qué se supone que debo hacer ahora? No me digas que esperar- susurró lo último aún más bajo.
-Pues esperar- Ford se percató del pesado suspiro que soltó el castaño- Pero no debería de ser mucho tiempo, si hiciste todo bien...-
-¡HICE TODO AL PIE DE LA LETRA!- simuló un grito que resultó en un intenso susurro- perdón Ford, pero no sabes...-
-Oh sí que se, Dipper-hizo una pausa-no te alteres, lo mejor en estos momentos es guardar la calma- ahora era el hombre quien comenzaba a susurrar-te lo digo por experiencia propia, es mejor relajarse, para que no te asustes cuando suceda.
-Gracias Ford, eso se oye relajante.- dijo con notable sarcasmo. Para su sorpresa el hombre solo rió, contagiándole la hilaridad.- En serio, gracias, es todo lo que necesitaba oír-
-Cuando quieras Dipper, debo dejarte.-
-Claro, adiós.- pronunció la última palabra y dió final a la llamada. Volvió a echar un vistazo a la sala y decidió entrar.-Buenos días-No recibió respuesta hasta después de que Will bostezara.
-Hola- pronunció el peli azul con desgana mientras se frotaba los ojos.
-¿Quieres desayunar?- parecía muy amable al preguntar eso pero en realidad era el quien moriría si no desayunaba.
-Si quiero-dijo revolviéndose-¿Qué hora es?-
-Ocho y media-
-Quizá pueda dormir un poco más- Dipper revoleó los ojos, al menos Will ya había despertado, podría golpear y revolver con la cuchara el fondo de la taza como quisiese.
Para su buena suerte la mañana había transcurrido tranquilamente, no hubo entrevistas o sospechas, pero aún no estaba completamente tranquilo. Como si ser un noctámbulo no le fuese suficiente, salió de casa volviendo a dar el mismo recorrido desde su cómoda estancia hasta la puerta de salida, en esas condiciones que estaba todo realmente no se podía saber si estabas entrando o saliendo del departamento.
Arrojó la colilla de cigarrillo casi terminada al suelo, el cual ya de por si parecía un matadero de las mismas. Metió su mano en su bolsillo para asegurarse de que no olvidaba el dinero y emprendió una caminata hacia el supermercado. Una caminata matutina de clima soleado pero de aire frio era lo que necesitaba en ese momento, el canto de los pájaros no era tan magnifico como se lo describía en la poesía, pero Yesenin no aceptaría el ''caminar con música'' como algo poético, si había algo que Dipper odiaba era cuando caminaban con auriculares, en una ciudad grande como esa era de lo más peligroso, es desprevención voluntaria, tal como aceptar una puñalada en bandeja de plata. Sin distracciones que bloqueen sus pensamientos podía seguir deleitándose del paisaje frente a sus ojos, y le encantaba tanto como el cuadro que colgaba en la sala de su casa, retratado por Bill en óleos, aunque los óleos ya se habían secado hace meses Dipper intentaba nunca tocarlo, lo cuidaba tanto como a su propia vida; de todos los cuadros de Bill ese era su favorito, un follaje de otoño de lo más clásico, y el recuerdo que tenía era de lo más gracioso. Bill rabiando porque odiaba dibujar, pintar o hasta ver paisajes mientras que él le rogaba de rodillas un ornamento que combinase con las paredes naranjas de la sala, y la respuesta le iluminó los ojos: ''Lo haré solo porque te quiero''.
Llegó hasta la esquina del supermercado y ojeó la calle de la derecha con algo de pena, luego entró al establecimiento sin volver la vista atrás. Se tomaba su tiempo ya que Will había aprobado esa salida. Echaba distintos productos al carrito que se veía demasiado bien para corresponder a dos hombres viviendo juntos, hace unos meses no era lo mismo, pensó Dipper mientras se le asomaba una pequeña sonrisa la cual se esfumó al pretender recordar la razón de ese chiste. ¿A quién engañaba? Estaba solo, completamente solo, la persona en la que más confiaba no podía ayudarle en su plan de rescate, porque el fin de este plan era rescatarlo a él, era una porquería, pero no se arrepentía.
Se dirigió a la caja rápida, ni siquiera llegaba a los diez elementos, se adelantó ya que no veía fila alguna y comenzó a poner los productos sobre la cinta transportadora mientras que la cajera los pasaba por la registradora y sumaba los precios, no dejaba de pensar en lo molesto que era el sonido que hacía la chica al mascar su chicle, le era imposible ignorar los movimientos de su boca, la miraba fijamente con el ceño fruncido pero esta no parecía estar enterada. Y mientras los minutos se le hacían eternidades, podía apenas ver con su reojo de águila un extraño movimiento afuera del supermercado, a lo lejos, justo en frente de la gran puerta de vidrio, fijó su mirada al fin en ese irritante objeto que se camuflaba en el repetitivo paisaje otoñal; era de hecho un chico que saludaba a Dipper, moviendo su mano en el aire. Era una escena algo tétrica, el chico se tapaba su ojo izquierdo un su mano, la cual estaba llena de sangre, pero él tenía una amplia sonrisa en su rostro ensangrentado, la gente que pasaba no hacía nada, solo se dedicaba a mirar con expresiones de horror y rechazo. Dipper palideció, aquel chico tenía una apariencia demacrada, totalmente enfermiza, su ropa estaba toda sucia, como si se hubiese caído por un acantilado. Sacó su móvil del bolsillo y se dispuso a marcar al nueve once, cuando escuchó muy débilmente como aquel chico llamaba gritando su nombre con una voz muy familiar.
-Serían treinta dólares señor- dijo con desinterés la chica, Dipper no se inmutó ante la voz de la cajera, ni siquiera ante la anciana que estaba detrás en la fila gritándole que se apurase, ni siquiera ante el empuje que le dió el de seguridad, estaba hecho una piedra, ahora sin despegar la vista del chico que intentaba llamar su atención.
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Desliz [Billdip]
FanfictionHa pasado un tiempo desde el incidente y Dipper decide cometer una locura para deshacer su arrepentimiento. Lleva a cabo un proyecto del que solo él sabe para disculparse por lo que hizo y decir nuevamente adiós, pero el más afectado no está de acue...