Once: La fiesta III

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Respira Dylan. Respira.

Sabía que me estabas hablando pero era incapaz de concentrarme en lo que decías porque tu pierna estaba rozando la mía y mis terminaciones nerviosas estaban montando una fiesta.

- ¿Hola?

- ¿Qué?- Mis ojos, que habían estado paseándose por tu boca, volaron hasta los tuyos.

Tu risa me hizo, cómo no, sonrojarme hasta quemarme.

- No importa- Dijiste mientras te levantabas y haciéndome una seña con la mano te alejaste de allí.

Quise decir algo pero un nudo se instaló en mi garganta impidiéndome hablar. Mil remierdas. Cómo podía ser tan tonta.

Ahí se marchaba volando mi última oportunidad de hablar contigo.

Por lo menos tuve un buen plano de tu trasero...quiero decir...

- D ¿Por qué no vienes al agua?

- Wow- Dije cuando Rachel se me tiró encima haciendo que desaparecieras de mi mente. Arrastraba las palabras como si no tuviesen fin- Alguien ha bebido de más.

- Nooo- Se rió y luego frunció el ceño- Sólo es que Sean está muriéndose de celos por Car y a mi no me hace caso. Quiero llorar D. ¡No! Voy a llorar.

Hizo un puchero y sus ojos se llenaron de lágrimas.

- Oh Rachel no llores- Me levanté ayudándola a ponerse de pie- Madre mía apestas a alcohol. Voy a llevarte a la cama, suficiente fiesta por hoy.

- Vale. No quiero más fiesta- Una lágrima cayó hasta la punta de su alto tacón y ambas seguimos su recorrido- Y no quiero más tacón.

Se quitó el único tacón que llevaba tambaleándose y cayendo al suelo.

Ella era más alta que yo y yo jamás había sido capaz de abrir un frasco de manteca de cacahuete para que te imagines mi fuerza, así que no pude evitar que acabase sentada en el suelo llorando y moqueando con fuerza.

Por más que intenté levantarla, no fue hasta que fui en busca de Sean que pudimos levantarla. Habría llamado a Caroline pero no quería arruinar su día.

Juntos la subimos hasta la habitación de Caroline y la acostamos en la cama. Convencí a Sean para que volviese a la fiesta asegurándole que no la dejaría sola y me quedé ahí, sentada en el banco de la ventana viendo la fiesta pasar como si de una película se tratase.

- ¿Se puede?- Mi pulso se detuvo.

¿Qué narices te pasaba esa noche conmigo?

- Lo siento, te he seguido- Dijiste sonriendo con disculpa.

- Oh- Estúpida Dylan, simplemente estúpida.

- Entonces...¿paso o estoy auto-humillandóme para nada?

¿Te he dicho que tu sonrisa me provoca explosiones internas?

- Claro...pasa...esto...sí- Me pellizqué con disimulo para conprobar que no había confundido la botella de coca-cola con otra.

Terminaste de entrar cerrando la puerta a tu espalda y caminaste hasta mi lado, mirando de reojo a una muy dormida Rachel.

No entendía por qué estabas allí conmigo. Pero en ese momento sólo podía concentrarme en no fastidiarla otra vez.

- Ten- Dijiste ofreciendome tu enorme vaso.

- Oh yo no...- Miré mis dedos. Mis uñas mordidas se veían de lo más interesante.

- No me digas que no has probado nunca el alcohol.

Me encogí de hombros. ¿Por qué seguías aquí?

- Está bien. Sólo un trago, saltarina.

Me sorprendió tu tono y el mote que usaste y tu brillo en los ojos y mi mano alargándose hasta coger tu vaso y el líquido raspando mi garganta.

Mi cara se arrugó como si acabara de comerme un limón y tu risa inundó mis oídos.

Sonreí sin darme cuenta.

- Dylan- Mi voz floreció sin poder evitarlo.

- Dylan- Acariciaste mi nombre con tu voz sin dejar de mirarme a los ojos y mi corazón tembló de nuevo- Me gusta.

Y así comenzó todo.

Tu y yo en la habitación de Caroline en una fiesta en la que ninguno encajaba por motivos distintos y hablando como si de algo normal se tratase.

Como si no fuera lo mejor que me ocurría en mucho tiempo.

Como si mi cuerpo y mi mente no estuviesen colapsando.

Como si no me hiciera ilusión el simple hecho de que me mirases.

Como si fuese el comienzo de algo real.

A messy girlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora