Diez: La fiesta II

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La música retumbaba por toda la casa, a pesar de que la fiesta se centraba en el jardín.

Ese tipo de música que habla de chicas y chicos haciendo cosas indecentes.

Justo el tipo de música que todo el mundo amaba pero que yo no podía evitar odiar.

La gente no paraba de entrar y probablemente de todos los que entraban no conocía ni a la mitad.

Pero bueno, Caroline siempre fue más sociable que yo. En realidad, todo el mundo lo era.

Todos bailaban y bebían y los más atrevidos ya se habían tirado a la enorme piscina.

Caroline se lo estaba pasando genial.

- ¡Vamos Dylan!- Me gritó haciéndome una seña para que fuera a bailar.

Reí negando con la cabeza.

Ella rodó los ojos y me lanzó un beso para luego darse la vuelta y seguir bailando con un chico del que no recordaba el nombre.

Ya era la segunda que me ofrecía bailar.

Y hablando de eso...tú.

Mis ojos volaron sin poder evitarlo por toda la estancia tratando de localizarte, pero me fue imposible.

Suspiré levantándome de la hamaca y dejando allí mi vaso de coca-cola.

Como ya te he dicho, no soy muy de fiestas, así que lo siguiente que hice fue entrar al interior de la casa y subir hacia el piso de arriba, ignorando el cartel que ponía "Prohibido el paso".

El cartel por cierto, que yo misma había pintado.

Me encerré en la habitación de Caroline y saqué mi móvil.

Al tercer pitido, se descolgó.

- Hola cariño, ¿Estás bien?

- Sí, perfectamente. Solo que me aburro un poco.

- ¿Cómo se puede alguien aburrir en una fiesta? ¿A quién se parecerá?- Preguntó mi padre riendo.

- No lo sé, tal vez nos la cambiaron en el hospital al nacer- Respondió mi madre soltando una carcajada.

Rodé los ojos.

- Muy graciosos -Resoplé asomándome por la ventana. Justo en ese instante Rachel y un monton de chicas más saltaban de la mano a la piscina- ¿Qué estáis haciendo?

- Cena romántica, para una vez que sales...

- Teníamos que aprovechar- Terminó diciendo mi madre y soltó una risita.

- Mamá por dios- Dije riéndome- Bueno, pues os dejo. Solo quería deciros que tenéis la hija más extraña del mundo y dicho esto me voy a seguir aburriéndome.

-  Criño no eres rara, no sueles salir y por eso se te hace aburrido. Tú sólo intenta pasarlo bien con tus amigos, ya verás como no está tan mal- Dijo mi madre.

- ¡Pero no dejes que ningún baboso se te acerque! Si tienes que usar esas clases de kárate que hiciste de pequeña, hazlo sin miedo- Añadió mi padre.

- Papá, solo hice un año, y quedé la última en la competición- Ambos rieron- Pasadlo bien, adiós.

- Lo mismo, te queremos.

Colgué el teléfono y suspiré.

Quién a parte de una rarita llama a sus padres en mitad de una fiesta. Exacto.

Cuando salí de la habitación todo estaba a oscuras pero aún así pude distinguir la sombra de un chico que estaba de espaldas a mí, como si estuviese intentando escapar.

Lo primero que se me cruzó por la cabeza fue que me violaría, asesinaría y tiraría mi cadáver al río pero por extraño que parezca, hay veces que mi parte cuerda gana la batalla.

Tengo que dejar de ver tantas películas.

- ¡Eh tú! Que aquí no se puede estar- Dije cruzándome de brazos. Aunque mi voz casi sonó temblorosa. No me gustaría lidiar con un borracho enfadado.

El chico se giró, pero con la sombra no podía verle bien la cara.

- Estaba buscando el baño- Dijo muy serio. Su voz era, y perdón por la expresión, jodidamente profunda.

- Abajo tienes uno.

- Está ocupado.

- Pues espera a que no lo esté.

- Creéme que esos dos tienen para rato.

- ¿A qué te ref...? Oh- Menos mal que la oscuridad no dejaba que se nos vieran las caras- Está bien, pero te doy cinco segundos.

Pasé por delante de él sin mirarlo, y abrí la puerta del baño.

- Rápido. ¡Eh! ¿A dónde vas?

- Se me han pasado las ganas- Dijo bajando las escaleras a trote y levantando una mano de espaldas.

Me quedé estática. ¿Qué demonios acababa de pasar?

Revisé que no hubiese nadie más merodeando por arriba y después bajé encontrándome la casa el doble de llena que antes y a la gente el doble de borracha también.

En el jardín la cosa estaba peor. Agobio.

Todos parecían estar pasando el mejor momento de sus vidas. Me sentía tan fuera de lugar.

Fui a la barra y suspiré llenándome un vaso con coca-cola, el segundo de la noche, era lo más salvaje que había hecho en mi vida. Ni si quiera tomaba bebidas con gas.

Me encaminé hasta la misma hamaca de antes y me dejé caer dándole un trago a mi bebida.

Cerré los ojos abriendolos asustada cuando sentí que alguien se sentaba a mi costado.

Y puede que estés harto de escucharlo pero mis pulsaciones se aceleraron a niveles imposibles al verte de nuevo allí.

¿Por qué estabas hablándome?

A messy girlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora