Dos: Mi torpeza.

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Pasaron las semanas y el árbol de mi jardín cada vez iba teniendo menos hojas.

Siempre me he preguntado si lo que hacen los árboles, desprenderse de sus hojas en otoño para que nazcan otras nuevas en primavera, es algo que nosotros tambien deberíamos hacer con nuestros problemas.

No necesariamente en otoño, simplemente en un momento dado olvidar todo lo que salió mal, desprendernos de los malos recuerdos y empezar a crear unos nuevos y mejores.

Sí, eso estaría genial. Pero yo no podía hacerlo.

Le di otro mordisco al bocadillo vegetal que tenía entre mis manos y mientras masticaba intentando no parecer una vaca seguía observándote.

Estabas sentado con la chica del otro día, a la que le contabas algo emocionado haciendo exagerados aspavientos con tus brazos y de esta manera, haciendola reír.

También había un chico más en tu mesa que miraba su móvil distraído y de vez en cuando le daba un trago a su bebida. Parecía triste.

Mis ojos rodaron de nuevo hasta ti. Y se centraron en tu sonrisa, en tu bonita sonrisa y en la manera que arrugaste la nariz al contar algo que seguramente no te gustaba.

Me imaginé rozando mi nariz con la tuya.

Y sin querer, sonreí.

Unos dedos se atravesaron en mi camino produciendo un chasquido.

- ¡Dylan te estoy hablando!- La voz de Rachel, mi mejor amiga, hizo que me sobresaltara.

Sentí los colores subir a mis mejillas. Siempre he odiado la facilidad que tengo de ponerme roja.

Las risas de Caroline y Sean retumbaron en mis oídos.

- ¿Q-que pasa?- Pregunté confundida.

- Te he dicho que si has hecho los deberes de literatura. ¿Por qué estás tan distraída últimamente?- Preguntó Rachel de nuevo entrecerrando los ojos- Quiero decir, mucho más de lo normal.

- ¿Yo? No, estoy como siempre, todo es como siempre- Mentí sin dejar de mirarles a los ojos mientras con mi mano derecha tanteaba la mesa en busca de mi bebida.

Al hacer eso mi mano golpeó mi plato y el bocadillo cayó sobre mí manchando mi camiseta blanca con un gato negro dibujado y provocando que mis tres amigos riesen junto con la gente de alrededor que pudo visualizar el momento.

De nuevo mis mejillas estaban rojas y mientras retiraba los restos de comida de mi ropa mis ojos volaron hacia ti rezando porque tú no te estuvieras riendo también.

Y puede que suene estúpido. Pero me decepcioné al ver que ni si quiera te habías dado cuenta de lo sucedido.

Me decepcioné al darme cuenta, de que tú no te dabas cuenta de mi existencia.

A messy girlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora