Oportunidad

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Oportunidad

El Teniente despertó minutos antes del amanecer. Se arregló de pies a cabeza y, en ese momento, terminaba de abrochar el último botón de su impecable casaca roja. Algunos de sus mechones caían, rebeldes, sobre su frente y los alisó hacia atrás con la mano.

Salió de su habitación para ir a la planta baja, pensando en saludar a Lady Leah pero decidió dejarla dormir un poco más. Aún era muy temprano.

Fue hacia la cocina y la halló vacía; algo extraño, ya que Circe siempre estaba ahí a primera hora. Había un paquete de cartas sobre la mesa. Eso significaba que la mujer ya había estado allí.... ¿Entonces dónde se había metido?

De las siete cartas en el paquete, sólo dos eran para él; las demás eran para Circe.

Abrió la primera con urgencia pues era de su Coronel.

"Estimado Teniente Blake:

Buenas noticias, Teniente. Requiero su presencia, en mi despacho, después del mediodía. Lo espero a tiempo.

Coronel Lawer"

El Coronel....tan expresivo como siempre. Resopló y leyó la segunda carta:

"Teniente J. Blake.

Le pido una disculpa por no iniciar ésta carta mostrándole mi alegría al saber que ya se ha recuperado, pero mi señora me ha comunicado acerca de los últimos acontecimientos y mi regreso a Castleton es más que imposible en este momento.

Estoy enterado que ya ha tenido la mala fortuna de conocer al Señor Favre. Créame que saber de su presencia me inquieta notablemente, por lo que, encarecidamente, le ruego que destine parte de su tiempo a cuidar de mi familia hasta que yo pueda regresar a defender el honor de mi hija.

Pronto tendrá noticias mías. Hasta entonces, le agradezco.

Dr. S. Marriot"

Con un suspiro, dobló ambas cartas y corrió escaleras arriba para guardarlas en un cajón del Buró. Comprendía la preocupación del doctor. Él, sin saber algo claro, había perdido el control al ver a Lady Leah palidecer.

Atendería la petición del Doctor Marriot y precisamente tenía algo en mente para ello.

Nuevamente se encaminó hacia afuera y escuchó risas provenientes de la, ya adaptada, habitación de huéspedes. Caminó sigilosamente y pudo ver a Leah de pie, mirando un vestido blanco que traía puesto, con una sonrisa que demostraba que acababan de hacerla reír.

El chirrido que emitió la puerta, hizo a la más joven alzar la vista y carraspear la garganta ante el Teniente. Luego el rostro de Circe se atravesó entre ambos y también le sonrió.

—Joven Blake. Creí que seguía dormido —exclamó, abriéndole la puerta para dejarlo entrar.

Era extraño no verla con su cuchara de madera en la mano.

—Desperté muy temprano. —Su vista regresó hacia Leah, quien había puesto sus brazos por detrás y miraba al suelo con las mejillas repentinamente sonrojadas—... Luce muy hermosa hoy, Señorita.

—Gracias al vestido que me ha hecho Madame Circe —dijo aún con la risa atorada en la garganta.

Blake Alzó una ceja y miró, sorprendido, a Circe.

— ¿Circe? ¡No tenía idea que hacía vestidos!, ¿Por qué no lo sabía? —Le Reclamó.

La mujer puso ambas manos en su cintura.

Yuanfen: Las mismas almasWhere stories live. Discover now