Castleton Garland Day

91 12 3
                                    


Castleton Garland Day

El grito frustrado que emitió el Teniente Blake, al darse cuenta que dejó las cartas en casa de los Marriot, debió de haberse escuchado por todos los pueblos alrededor. Incluso asustó a Merlín, que se escondió debajo de su cama.

¡Cómo pudo ser tan torpe!

Nadie acudió a ver qué le sucedía. El joven Blake no tenía servicio pues le resultaba innecesaria y su cocinera, que disfrutaba alimentarlo hasta dejarlo obeso, ya estaba acostumbrada a sus gritos repentinos.

Ya con el estómago satisfecho, pudo pensar mejor:

Tenía siete días para averiguar cuál era la petición del Doctor Marriot. Pero.... ¿Cómo lo haría?

Debía hallar una excusa para volver a su hogar.

—El Castleton Garland Day. —Circe le distrajo de sus pensamientos—. Vaya con ella a la procesión.

El Teniente la miró con confusión. — ¿Cómo sabía que pensaba en....?

Circe interrumpió.

—Su apetito me lo dijo —explicó, moviendo una enorme cuchara de madera en su dirección—. Comió menos el día de hoy y sólo pueden haber dos motivos: El primero es enfermedad, cosa que dudo ya que duró dos semanas en casa del Doctor, y el segundo es una preocupación. Mi instinto me dice que la señorita que pasó aquí la noche y luego se llevó a Merlín, es el motivo.

— ¡¿Lady Leah se quedó aquí?! —gritó, sorprendido. Circe se echó a reír.

— ¿Ve que su apetito nunca miente? —Guiñó el ojo marcadamente—. Acompáñela a la procesión, ¡Y no sea maleducado! Llévele un presente.

Blake hubiera corrido a besarla en ese instante pero el esposo de Circe tenía un hacha muy, muy grande.

El Castleton Garland Day era exactamente en seis días. Un día de antelación sería más que suficiente.

2

— ¿En verdad fue el Teniente Blake quien dijo eso?, ¡Lo imaginaste!

Preguntó Victoria, sentada al borde de la cama de su prima mientras Leah se movía de un lado a otro con nerviosismo.

— ¿Y también los obsequios del Coronel fueron mi imaginación?

Señaló Leah y Victoria abrazó los objetos a su pecho. El espejo de plata fue su favorito, aunque el vestido no se quedó atrás; se trataba de una blusa color hueso, falda y corsé negros.

— ¡Es que suena imposible! —Leah alzó los hombros—. ¿Y si tal vez....?

Leah la frenó enseguida. —Ni se te ocurra.

—Pero, ¡Leah!

—No, no lo digas. —Alzó su dedo índice—. Prometimos no hablar de eso jamás.

—Tú lo prometiste, no yo. —Finalizó Victoria con un puchero.

Leah negó con la cabeza.

3

Los días transcurrieron rápidamente para Leah, quien prácticamente no tuvo momentos de descanso. Entre niños con fiebre, mujeres embarazadas y hombres descuidados, apenas tuvo tiempo para pensar en su padres en Bibury; mucho menos en el Teniente Blake.

Contrario a Lady Leah, Blake sintió el tiempo como una eternidad. A pesar de la carta escrita por la Señorita Marriot, el Coronel Lawer le ordenó estar un par de días en casa.

Yuanfen: Las mismas almasWhere stories live. Discover now