Epílogo

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   Epílogo

Lugar desconocido, Julio de 2016.

Terminó de abrochar su zapatilla a toda prisa y se miró por última vez al espejo. Su falda estaba perfectamente planchada y su blusa y suéter largo, bien alineados. Ató su cabello en una cola alta y tuvo que correr escaleras abajo ya que el elevador tardaba demasiado.

Salió a la calle. Gracias al cielo ese día no había tanto tráfico.

Tomó el primer taxi que pasó.

— ¿A dónde la llevo? —Preguntó la mujer que iba manejando.

—Al Museo del Centro, por favor. —Pidió, amablemente, mirando el reloj.

Entró rápidamente al Museo, saludando a todo el mundo. Llegó a su casillero y se colocó el gafete con su apellido; tomó el itinerario de ese día y tuvo que ponerse los lentes para leer.

—Ann —habló un hombre desde el inicio de los casilleros—, acaba de llegar tu grupo del recorrido.

— ¡Gracias! Voy enseguida.

Fue directamente hacia la puerta, donde ya la esperaba un grupo de no más de 20 chicos de entre dieciséis y diecisiete años. Uno, de aproximadamente 26 años, se notaba inquieto.

Ann se aproximó y le saludó cortésmente. —Profesor... ¿Collingwood?

—No. Yo soy su ayudante, me llamo Stefan. —Le extendió la mano—. El Profesor dijo que no tardaría pero que iniciáramos el recorrido sin él.

—Bien, entonces empecemos. —Se colocó al frente y habló fuertemente para que todos escucharan—. ¡Buenos días! Yo soy Ann y voy a ser su guía el día de hoy. Tengo entendido que no pueden quedarse al recorrido completo por lo que veremos, particularmente, la exposición temporal de la emblemática fotógrafa del siglo XIX y XX, Victoria Hamilton. No se separen y si tienen dudas... alcen sus manos.

Ann caminaba rápidamente y todos la seguían, admirados por las exhibiciones del Museo.

—Para darles una Introducción... Victoria, una mujer que descubrió sus talentos como fotógrafa a la edad de veinticinco años y esos comenzaron a hacerse famosos por toda Inglaterra. —Era evidente la emoción de la joven al hablar—. Si bien recuerdan, su Juventud abarcó los últimos años de gobierno de la Reina Victoria de Inglaterra y está relacionado con la galería que les mostraremos hoy. Fotografió a todos los integrantes de la guardia de la Reina, sin excepción.

Todo el grupo entró a un salón oscurecido donde cada cuadro era alumbrado por un pequeño foco de luz amarilla.

—Como pueden observar, la Guardia vestía con Casacas negras a diferencia de los regimientos, que solamente usaban Casaca Roja. —Ann se detuvo en un cuadro muy grande—. Él fue el famoso Coronel Lawer. El hombre con más duración en el puesto de Coronel. Se desconocen sus motivos para no retirarse hasta haber alcanzado los 70 años de edad.

Alguien alzó la mano. — ¿Él también formaba parte de la Guardia?

—No. Sin embargo, Lady Victoria tenía relaciones cercanas con algunos militares; de ahí su gusto por fotografiarlos. —Les hizo señas con las manos—. Vengan de éste lado.

Así, fue presentando a cada uno de los integrantes de la Guardia. Había uno en particular que siempre dejaba para el final y que a ella le generaba más que interés. Sus ojos eran tan fuertes que sentía que la miraban a pesar de ser sólo una fotografía.

Otra persona volvió a levantar la mano.

— ¿Quién era él? —Señaló al joven apuesto, de gestos fuertes y mirada noble.

— ¡Oh! —Sonrió al ver de qué fotografía se trataba—. Él, quizá, fue el militar más fotografiado por Victoria.

Los llevó a otro cuadro del mismo hombre siendo abrazado de las piernas por tres pequeños, y del cuello por una mujer de gestos similares a los de Victoria Hamilton.

— ¿Era su amante? —Escuchó una voz más atrás.

— ¡Jamás! El Matrimonio Hamilton era inmensamente unido. Basta con ver las fotografías de ellos. —Negó, horrorizada, mientras los llevaba a su cuadro preferido de ése hombre: Él, abrazando a la misma mujer, y a un perro delante de ellos—. ¿Recuerdan que les dije que estaba relacionada con los militares? Bueno, su relación más unida fue con el Teniente J. Blake... el esposo de su amada prima.

— ¿Qué significa la "J."? —Inquirió un curioso y ella negó con la cabeza.

—Nadie lo sabe. Se ha buscado algo que dé indicio de cuál era su nombre, pero no se ha encontrado nada del sucesor del Coronel Lawer. —Acercó muy suavemente su mano al cuadro. Sabía que no podía tocarlo pero siempre le causaba tentación—. Victoria expresó, en varias ocasiones, que ésta era de sus fotografías favoritas y la tituló "Yuanfen".

El término causó que la gran mayoría tuviera la misma pregunta en mente.

—Yuanfen... Un concepto chino-budista que habla de las relaciones predestinadas... Algo parecido al hilo rojo del destino —explicó—. Victoria decía que su prima y el Teniente habían prometido encontrarse desde una vida anterior; y lo hicieron, aunque estuvieron a punto de perderse nuevamente...

—Demasiado poético, para mi gusto. —Interrumpieron.

Los chicos miraron hacia atrás y reconocieron a su profesor, que se quitaba los lentes de sol.

—Bueno —respondió la guía, mirándolo con la ceja alzada detrás de las gafas—. Además de fotógrafa, Lady Victoria era bien conocida por su carácter amoroso y místico.

—Eso lo entiendo. Victoria Hamilton descendía de una antigua línea "mágica". —Hizo la seña de las comillas con los dedos—. Es entendible que fuera así de supersticiosa y hallara esa relación entre su prima y el Teniente. Pero ¿Acaso las personas no pueden simplemente conocerse y ya? —Achinó los ojos para alcanzar a leer su gafete—, ¿Señorita Jenkins?

—Al menos el concepto dice que no. —Se quitó los lentes. Parecía que los alumnos habían desaparecido y la conversación se hubiera hecho privada, por lo que habló sin tapujos—. Quizá no ha tenido ni una conexión tan fuerte que le haya hecho sentir que ese encuentro era inevitable; que tendría que ocurrir de una u otra manera, para bien o para mal. Tal vez un encuentro así le haga entender el Yuanfen, Profesor Collingwood.

El hombre dejó salir el aliento y, luego, sonrió de medio lado.

—Probemos.

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Yuanfen: Las mismas almasWhere stories live. Discover now