VIII

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En la vida hubo otro momento donde me puse tan nervioso. Aoi me ponía así. ¿Por qué me tenía que detener repentinamente? ¡Luego de desaparecer en horas de clase! ¿Acaso está loco?

-Yo... -Empezó disculpándose el de ojos café. Su rostro estaba pálido, estaba realmente nervioso.

-Vayamos al cine. -Espetó Yuu sin siquiera dejar continuar al confundido Shima. -Esta noche, vayamos a ver una película.-

-Aoi, yo creí que... estarías enfadado. -Sus ojos estaban espectantes, esperando algún rastro de enojo en las facciones del pelinegro.

-¿Cómo podría enfadarme? He probado el cielo con mis propios labios, sin permiso. Quizás mi pecado haya sido ese...

El rostro del castaño estaba totalmente rojo, incrédulo. No sabía qué responder, y no le dió tiempo. El pelinegro llevó sus dedos a enredarlos entre la sedosa cabellera ajena, despeinándolo suavemente. El castaño se sintió extraño, pero adoró la sensación de las manos cálidas que lo acariciaban con tanto cariño. El pelinegro sólo desapareció sin otra palabra más, dejando a sus espaldas a Shima, con el mundo volteado por completo.

***

-¡¿QUEEEEEÉ!?- El castaño tuvo que alejar de sus oídos el tubo del teléfono, evitando que su rubio amigo le dejara sordo. Rió por aquella reacción.

-Sí, tengo otra cita con Aoi. -Repitió, no por si el menor no lo haya oído bien, sino como presumiéndolo. Una sonrisa se formó en sus labios, mientras se veía através del espejo, ya estaba listo.

Se había puesto una chaqueta ajustada sin mangas, dejando ver sus bíceps algo marcados, también un pantalón oscuro ajustado, y botas del mismo tono que la chaqueta, muñequeras de cuero y un collar ajustado al cuello, con un aro en medio y cuerinas que parecían sugetarlo. Se observaba una y otra vez, preguntándose si a Aoi le gustará. Ese estilo le sentaba muy bien, y era el estilo que el castaño dejó de usar, luego de un incidente ocurrido una vez en una actividad extra-escolar, cuando un par de brabucones casi abusan de Shima en los vestidores, por ir a hablar un momento con el entrenador. Ruki lo ayudó a pasar ese trauma pero ya nunca más se atrevió a usar prendas de ese estilo.

-Tienes suerte, maldito pato sensual. -Espetó Ruki, más que insultarlo por envidia, lo hacía simplemente para sacarle una sonrisa al mencionado, intensión que se cumplió al instante.

-Luego te cuento con más detalle lo que me pasa con él, es que ni yo lo entiendo. Te hablo después. -Y dicho esto, cortó la llamada con una sonrisa dibujada en su rostro maquillado levemente.

Tomó sus pertenencias y bajó a esperar a su "cita". Su padre ya había salido del hospital, pero como se imaginó, ni bien lo hizo, regresó a su empresa a seguir haciendo cosas de directores de grandes marcas internacionales.

Un par de golpes en la puerta lo sacó de sus pensamientos y de inmediato se levantó para ir a abrir la puerta... Condenado Yuu sexy.

Aoi estaba parado en el umbral, con todo su esplendor. Iba con un estilo parecido, con una chaqueta de cuero adicional, sólo que en él se veía tan masculino, mientras que en el castaño era casi lo contrario, lo hacía verse algo infantil según se describió, pero a juzgar por el asomo de la lengua del pelinegro, rozando tan lentamente sus labios, a la par que recorría con sus orbes el cuerpo del menor, parecía que Aoi tenía otra opinión.

-Bien, te ves... Asombroso. -Murmuró con una voz profunda Yuu, ofreciéndole su mano para que el de hebras castañas la tomara. El mencionado, dudoso, acercó su mano para tomar la ajena y de inmediato el pelinegro ya había entrelazado sus dedos con el contrario, dejando que Uruha se avergonzara un poco y dejara que un tono rojizo adornara sus mejillas.

Almas Conectadas (Aoiha)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora