Capítulo XI

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— ¿Tantos problemas solo por mí?—dice una voz lejana proveniente del chico alto, moreno y con una enorme cicatriz en el pecho a medio curar

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— ¿Tantos problemas solo por mí?—dice una voz lejana proveniente del chico alto, moreno y con una enorme cicatriz en el pecho a medio curar. Está apoyado contra la pared, con ambos brazos cruzados, su atención se dirige hacia el techo, y luego hacia nosotros. Puedo decir que sus ojos no muestran miedo como se hubiera esperado, sino algo más trágico como un dolor legendario acumulado por siglos.

— Andrew— saluda Krain alzando su mano—. Hola viejo, ¿Cómo estás? ¿Te han presentado a Phil e Isabelle?

— ¿Los dos locos que salieron corriendo con la Espada Sagrada? — se acerca a nosotros con su mano extendida —. Pues la verdad es que no, pero quisiera estrechar la mano de los dos valientes. Se necesita algo más que coraje para hacer lo que hicieron.

— ¿Sí? — pregunto apretando su mano — Pensé que todos querrían colgarnos de los pulgares por tocar sus cosas.

— Ellos sí, pero todos los Íones no, menos de la mitad de ellos fueron atrapados de nuevo, tu acto confundió a varios condenados que siguieron tu ejemplo y soltaron a varios más de los nuestros, muchos lograron escapar y tenemos informes de que se ocultan en unos pasajes antiguos.

Isabelle se acerca hacia mí con su cara iluminada por una sonrisa triunfal, toma mi mano y me estrecha en un abrazo que me deja sin aliento.

— Te lo dije Philip— susurra en mi pecho. Es más pequeña que yo, por lo menos una cabeza, encaja perfectamente debajo de mi mentón —. Gracias por ayudarlos, gracias por ayudarme a mí.

No logró devolverle el abrazo ya que me siento muy incómodo, además de no creer merecerlos, no estaba en mis planes poner ni un solo pie lejos de esta cueva mucho menos quedar como héroe, sabiendo que me comporté como un cobarde. Ella se separa de mí y abraza a Andrew también, quien la recibe con más confianza, y la estrecha felizmente por encima de sus caderas.

— ¿Jana está bien?— pregunta Isabelle sin más. Nunca había oído ese nombre antes.

— Si — casi grita Andrew e Isabelle suelta un suspiro de alivio mientras vuelve a colocarse junto a mí.

— No la he visto desde la jaula, me preocupaba que no lo lograría.

Isabelle me cuenta que Jana era una de las cinco chicas que trajeron a nuestro grupo la primera vez que la vi. Fue sometida a convertirse en una de las concubinas de Seirim después del castigo en el muro: el último día en que la vio. Tiempo después la encontró en el ascenso encarando a dos demonios quienes la tenían acorralada, Isabelle se abalanzó hacia ellos y logró destruir a uno al tiempo que el otro huía.

— En el instante que nuestros espíritus retornaron a su estado etéreo, volví a perderla de vista, pero no por mucho, ella llegó a Amón en el tercer grupo de Íones que el Arcángel entregó. Estuvimos juntas en cada momento desde entonces, aguantando el dolor de la otra. En realidad la extraño.

Inferno: RadianceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora