Capítulo IV

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Vamos de camino a la plaza, la noche pasó en tan solo un borrón, me desperté varias veces importunado por todas las cosas que tenían en la cabeza, como la chica Ion que salvé, aunque no debí hacerlo, y la posibilidad de ser masacrado por mis compa...

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Vamos de camino a la plaza, la noche pasó en tan solo un borrón, me desperté varias veces importunado por todas las cosas que tenían en la cabeza, como la chica Ion que salvé, aunque no debí hacerlo, y la posibilidad de ser masacrado por mis compañeros si lo vuelvo a repetir.

—¡Hey! héroe, despierta — grita Krain, quien esta vez está atado justo a mi lado.

Genial.

—No me llames así, solo fue un impulso, debí haber cerrado la boca en realidad.

—El pequeño Philip y su nueva amiga brillante.

—No es mi amiga.

—Díselo a ella— ríe señalando a su espalda.

Contrario a mis esfuerzos por mantenerla lejos, la insignificante joven no quiso despegarse de mi brazo cuando el día comenzó, traté de deshacerme de ella, la empujé, le grité, hasta la insulté, pero ella se apegó a mí como una mosca al estiércol.

—Vete—le dije—. No soy tu niñera.

Pero ella no respondía solo miraba hacia sus pies mientras clavaba más sus uñas a mi carne.

—Mira jovencita, debes irte, IRTE ¿comprendes? no puedo cargar contigo por todos lados.

Siguió sin contestar.

Viendo que no conseguiría nada hablándole la zumbé de mi lado, y al parecer fui demasiado brusco ya que cayó sobre las piernas de una mujer que estaba aún tirada en el piso inconsciente.

—Lo siento—susurré no muy arrepentido—, es solo que debes entenderlo, no puedo defenderte aquí, si no son los muchachos de anoche, serán los demonios, alguien te herirá de maneras inconcebibles, solo... acéptalo.

Ella secó sus lágrimas y asintió un poco contrariada. Me sentí mal después de tratarla así, pero qué más podría hacer sino decirle la única verdad del inframundo, no solo podría mentirle y prometerle una salida si sabía muy bien que eso no llegaría nunca. De una forma u otra ella debía caer rápido de su nube y aceptar su nueva realidad.

Mientras me soltaba, él carcelero llegó a nuestra celda y volvió a unirnos un poco más... profundamente; de no ser porque Krain, quien apareció de la nada y se interpuso en el momento y sitio adecuando de la fila ella estaría justo a mi lado.

—Así que... ¿Cómo te llamas? Le preguntó Krain a la joven.

—Isabelle—contestó ella notablemente aterrorizada, supongo que no tenía gratos recuerdos de Krain.

—¡Oh! hermoso, hermoso nombre, yo me llamo Krain, el todopoderoso rey de la jungla de fuego. Escucha siento mucho lo de anoche, es que no siempre se tiene chicas nuevas en la celda y tú sabes, el cuerpo es débil y el pecado tan jugoso.

—¡Oh por el amor de..!—interrumpí a Krain— ¿Quieres callarte? No vez que le provocarás náuseas, además si mal no recuerdo te dije que NO le hables.

Inferno: RadianceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora