Capítulo XVIII

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De la profundidad de mi cuerpo asciende un murmullo que pronto se convierte en un grito de dolor y venganza ante la imagen de Isabelle inconsciente en manos de quien supuse era mi mejor amigo.

"Mejor amigo, hermano" cientos de palabras vagan por mi mente y se reemplazan por la expresión acusadora: Traidor. Nunca debí volver a confiar en él.

—Una vez rata, siempre serás una maldita rata— espeto y corro tras de él, mi mente está consciente de que es inútil pero mi cuerpo ya ha emprendido marcha obligado por el instinto y el odio.

Krain me mira de soslayo con ojos que, por un momento, parecen afligidos, aflicción que cambia de inmediato por seguridad. Lanza a Seirim y a Isabelle hacia mí, y sus cuerpos me arrollan con enorme fuerza. Isabelle abre sus ojos por un segundo y en donde todo era un mar plateado ahora se ve un montón de maleza negruzca desprolija.

−No− musito e intento sujetarla pero Krain viene hacia mí para asestarme una patada en la cara que me envía varios metros hacia atrás de la habitación. En algún lugar Andrew ríe quizá porque me está viendo o quizá porque con la espada rebana uno por uno de los dedos de su madre mientras ella grita descontrolada.

Krain camina hacía mi devuelta con la misma mirada que me dedicó al principio.

"Hipócrita, traidor" es todo lo que pienso al mirarlo, ni siquiera parece tener una brizna de vergüenza al verme o alguna señal de la sombra de dolor por la muerte de Dalissia, solo le queda una pequeña daga amarrada a su pantorrilla que reconozco le pertenecía a ella.

—Philip—resopla distante—, se le ha acabo el tiempo, pero tu...

—Cállate—le interrumpo, no sé qué quiere obtener con esto— traidor, porque tuve que creer de nuevo en ti.

Siento un pequeño goteo de líquido por mis mejillas, intento convencerme a mí mismo que solo es la sangre de la herida abierta en mi cráneo pero es inútil, hay más ahí, un mar de lágrimas que se mezcla con la sangre fresca, lágrimas de puro odio y rencor.

−Amigo... − vuelve a decir y posa su brazo sobre mi hombro mientras continúo adolorido en el piso, lo zumbo de inmediato, no concibo posible su capacidad de mentirme ahora, en estas circunstancias−, solo intento salvarnos...

—Krain—la voz de Andrew suena como una advertencia, Krain debe pensar igual ya que retrocede un poco y asiente.

Con sus manos oscas toma mi brazo para obligarme a levantarme, no me resisto, mi cabeza da vueltas y siento que podré desmayarme de un momento al otro. Entre desvaríos veo como a mi lado se suma Seirim desmayado y encima del hombro de mi captor Isabelle yace trémula. Los gritos de Leonor se han apagado, Andrew no le habla más sino que por el contrario se dirige hacia nosotros, específicamente veo que se dirige hacia Isabelle, mi cuerpo se contrae por instinto y quiere defenderla pero no puedo más que emitir quejidos y un par de torpes braceos inútiles.

—Pequeña—dice Andrew chasqueando la lengua—alguien te ha dejado desatendida, ya casi te vuelves una sucia condenada.

El sonido de su risa retumba contra las paredes cristalinas, insoportable y burlona, al tiempo que se aleja hacia el cuarto donde hace un rato distinguí el radiante resplandor de la Amrita celestial, Andrew toma un pequeño frasco del estante superior del fondo de la recamara y camina hacia Isabelle con ojos curiosos. Seirim salta desde su inconsciencia presa de la aversión que le causa aquella sustancia, cual interruptor que catapulta una reacción interna trata de buscar resguardo.

—Aléjala, aléjala de mí— grita y se retuerce pero Krain lo tiene bien agarrado, Andrew desvía su atención de Isabelle y se dirige hacia Seirim, en su rostro se dibuja de nuevo su sonrisa oscura y sin pensarlo dos veces agarra sus mejillas y le obliga a abrir la boca.

Inferno: RadianceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora