Cap. 15- Gracias.

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¡Estoy furiosa! ¿Qué furiosa? ¡Estoy furiosísima!

Todo esto pensaba mientras caminaba sola, a altas horas de la noche, por las calles de la ciudad, con un dolor insoportable en los pies por los tacones y con toda mi ropa y mi cabello hechos un desastre, ya que a la simpatiquísima y súper buena gente de la hermana de Gianluca se le ocurrió la brillantísima idea de empujarme en la fuente de chocolate tamaño real de la fiesta. ¡Esa cosa estaba que ardía! De casualidad y no tengo quemaduras en mi tersa y hermosa piel. Y sin pensarlo dos veces, con la poca dignidad que me quedaba, salí como pude de la fuente y me marché.

Sí, sola.

Sí, a pie.

Sí, sin tener la más mínima idea de dónde estoy y de cómo llegar.

¡Maldita Valentina! ¡Ahg! ¡Cómo la detesto!

Si tan sólo no me hubiese dejado convencer de Gianluca para quedarme hasta el final de la fiesta, tal vez esto no hubiera pasado. ¡Y el gran tonto desapareció por horas dejándome a merced de su malévola hermana!

Seguí caminando por un largo rato en línea recta, sin rumbo fijo, hasta que mi gran buena suerte se manifestó en mí cuando di un traspiés y el tacón de mi zapato se rompió. Gruñí con frustración quitándome los zapatos e hice una mueca de asco al sentir el aspero asfalto bajo mis pies.

-Señor, ¿Qué he hecho yo para merecerme esto?- exclamé elevando mis brazos al cielo y, como si a Él no le hubiese gustado que lo cuestione, rompió a llover a cantaros sobre mí.- Ya, me disculpo. Tampoco era para que te enojaras.

Bueno, al menos la lluvia me quitaría el chocolate de encima.

Continúe mi camino hacia Dios sabrá dónde por unos cuantos minutos más hasta que pude divisar una gasolinera como a algunos 250 metros de distancia. Esperanzada, traté de caminar más rápido para poder llegar lo antes posible, pero la incesante lluvia que caía me impedía ver bien mi camino y de vez en cuando resbalaba, salvándome de varias caídas por pelos.

Al llegar, un sentimiento de alivio me invadió, pero rápidamente este se esfumó al ver que el lugar estaba vacío y la tienda de comestibles que había estaba cerrado. Bueno, por otra parte, tenía un techo sobre mi cabeza y algo de iluminación, así que eso era algo.

Resignada y cansada, me dirigí a la puerta de la tienda y me senté en el pequeño escalón que daba con esta. En verdad que mi suerte no puede ser peor.

Y de pronto, oscuridad. Al parecer hay un apagón, y las pocas luces que habían se apagaron dejándome sumergida de nuevo en la oscuridad.

Lección aprendida: Las cosas si pueden ir peor.

Tan agotada como para siquiera desesperarme o romper a llorar como una bebé, reposé mi cabeza en el cristal de la puerta y casi inmediato caí en un profundo sueño.

*****

Abro los ojos alarmada ya que siento que alguien me está cargando, pero al ver quien era, me relajé por completo y volví a cerrar los ojos, confiándome en sus brazos, cayendo por segunda vez en un profundo sueño.

*****

Despierto por los rayos del sol que dan directo a mi cara, dificultando mi visión por los primeros instantes. Me estiro y me envuelvo más entre las suaves sábanas de la cómoda cama en que me encuentro; las cuales despedían una fragancia exquisita que solo me provocaban ganas de seguir durmiendo. Rápidamente desecho esa idea porque este domingo había quedado con las chicas para almorzar y contarles un poco de mi para nada agradable experiencia de ayer.

Abro nuevamente mis ojos con pesadez y enfoco mi vista al entorno.

Esperen...

Esta no es mi habitación...

I'll Never be Yours (Gianluca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora