Capítulo 4- Amigas de infancia.

482 23 3
                                    

Eran las 4 de la mañana y aún seguíamos las 3 haciendo chistes, hablando de chicos, de moda o de cualquier cosa que se nos ocurriera. Que mis mejores amigas hayan llegado a la ciudad era una buena noticia para tantas malas que estaban ocurriendo. Isabel, la que me había llamado hace momentos, la conozco desde que tengo 5 años y a Natalie (alias Nathy) la conocí un poco después de que su padre se casara con la mamá de Isabel. Desde entonces somos las mejores amigas del mundo. Cabe destacar que Isabel y Esteban son hermanos de parte de su padre Elías, quien fue el mejor amigo de infancia de mi padre. ¡Dios! Cuanto extrañé a este par de locas. Después de que se mudaron a California, me siento muy sola, pero gracias a que están aquí me siento reconfortada. Sé que cuento con Esteban para lo que sea, pero a veces se necesita compañía femenina.

-Entonces le dije a Isabel que no tocara esa cosa asquerosa que estaba en la pared- dijo Nathy asqueada. No me sorprendía a aquella muchacha de piel morena y grandes ojos café, sintiera asco. Todo le asqueada. En serio, no es broma, TODO le da asco. - pero, ¿sabes que hizo la muy maricona? ¡Lo tocó de todos modos! Y para colmo se limpió de mi blusa.- miró con reproche a su hermanastra, la cual la miraba con frustración.

-¡Por Dios Nathy! ¿Cuántas veces tengo que decirte que era una piedra pegada con cemento en una pared?- dijo la rubia, de piel pálida y ojos color chocolate, algo irritada.

-Que me importa. No sabes que tipo de persona pudo tocar esa piedra y pegarle gérmenes.

-Eres una exagerada- dijo Isabel. Y así comenzaron a discutir. Ya sabía yo que no tardaban en hacerlo.

Rodé los ojos con diversión, me paré de la cama y caminé hasta la puerta, tomé impulso, corrí hasta ellas y me les tiré arriba con los brazos abiertos para darles un fuerte abrazo. Escuché como se quejaban mientras yo sonreía divertida.

-Como extrañaba hacer esto. -dije y me recosté sobre ambas. Después de hecharme una que otra maldición me quité de encima y comenzé a reír ligeramente.

-Mierda, creo que me aplastaste un pulmón. - se quejó Nathy con un leve puchero.

-Eres una salvaje.- me fulminó Isabel con la mirada para luego lanzarme una almohada.

-Oh vamos, tienen que admitir que extrañaban que les hiciera eso, tanto como yo extrañé sus estúpidas peleas sin sentido.-dije sonriente.

-Awwww que cursi eres.- se burló Isabel y Nathy rió.- La verdad es que si estrañaba eso, tú eres la única salvaje que intentas matarmos aplastadas cariñosamente, cosa que no todo el mundo hace.

-Cierto. - dijo Nathy.

Ya estaba amaneciendo y decidimos observar el amanecer desde mi balcón cubiertas con mantas y disfrutando de una taza de chocolate caliente, tal como lo hacíamos cuando éramos unas adolescentes. Embelesadas por la maravillosa escena que teníamos ante nosotras, no dijimos palabra alguna, estabamos calladas, admirando aquella gran obra que habia hecho Dios. Hasta que Isabel habló, irrumpiendo aquél maravilloso momento.

-Así que ahora trabajas con Gianluca papasito Ginoble, ¿eh?- wao, las noticias se riegan como pólvora. ¡Dios! interrumpió aquel hermoso momento para preguntarme sobre el hijo del demonio.

-¿Cómo te enteraste?- dije curiosa.

- A veces pienso que se te olvida que Esteban es mi hermano- dijo sonriendo de medio lado.

-Ahh él te contó. - después de decir esto me sentí algo estúpida, claro esos dos se dicen todo con respecto a sus vidas. No me sorprendería que se dijeran hasta el color de la ropa interior que llevan puesta.

-Noooo la Vieja Belén me lo contó. - dijo sarcástica, lo que provocó mi risa.- Y también me dijo que trataron besarte.- canturreó divertida. Dejé de reír y la miré seria.

I'll Never be Yours (Gianluca)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora