Sacrificio Regio

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Al Ivar asegurarse que Nyliare estaba bien, decidió irse a cumplir con sus obligaciones, sabiendo que si necesitaba encontrarla de nuevo, esta estaría junto los otros criados.

Nyliare al ser dejada sola nuevamente, se incorporó a sus actividades, limpió grandes candelabros, desempolvó cuadros y estatuillas, y al final de la tarde su cuerpo estaba tan acabado como el día anterior. Pero esa noche estaba decidida a no sufrir, por lo que sus manos inspeccionó los pocos muebles que habían en la habitación, encontrando en los bordes de la cama y el baúl pequeñas incrustaciones hechas de cromo, las cuales fueron arrancadas y tiradas por la ventana.

Las habitaciones habían sido hechas para descubrir a los Callh que decidieran espiar en el castillo, al siguiente día despertaban tan enfermos y débiles que entre todos los criados era sencillo identificar aquellos que parecían a punto de vomitar.

Nyliare se recostó en su cama, sintiendo su cuerpo relajarse en la dura superficie cayó en un sueño que no olvidaría nunca.

La joven heredera se vio a si misma en un extenso prado, vestida con un majestuoso vestido de satén y encaje color hueso, y en su cabeza reposaba delicadamente una tiara de flores blancas. Extrañada por el escenario y un vestuario que en su vida podría costear empezó a mirar a su alrededor.

—Mi nieta sólo merecer vestir de los más hermosos vestidos, y poseer las tiaras que sólo la realeza de Calluhn puede portar —esas fueron las palabras pronunciadas por una voz a no más de unos pasos de Nyliare.

Nyliare volteó encontrando una vigorosa figura mirando al horizonte. La heredera se acercó curiosa, aún sin pronunciar palabra; lo que más le asombró de aquel individuo fue que sus ojos estaban cubiertos por una venda, sin dar paso a la visión de este.

— ¿Dónde estoy? ¿Quién es usted? —preguntó Nyliare sintiéndose intimidada.

—En vida, mi nombre pudo haber resonado en tus oídos con reconocimiento, pues mi nombre es Galesha Xahir de Calluhn, reina de oráculos y regidora regente de Calluhn. Mi hijo Jone amó tanto a tu madre que le dio un último regalo antes de partir, un motivo por el cual luchar...tú —respondió con firmeza Galesha.

Nyliare se sintió sobrecogida, supo en ese momento que se encontraba acompañada de una poderosa presencia.

—¿Abuela? —musitó Nyliare en un susurro lleno de dudas.

—Así es, niña —dijo Galesha —Pero preferiría que te refirieras a mí sencillamente por mi nombre. Hace tantos años que los dioses me anunciaron tu llegada a Nylhella, sin embargo, nunca me comandaron que me acercara a ti de forma directa, pero quieren advertirte y prepararte para que retomes los deberes que nunca debieron abandonar nuestra familia; mi sangre corre por tus venas, y serás poderosa, la última.

—No, no entiendo a que te refieres. Galesha, sé escasamente lo que significa ser la elegida, pero aún así me siento débil, soy débil —al pronunciar esas palabras, Galesha volteó en un movimiento brusco para quedar por primera vez de frente a su nieta, tomándola por las mejillas clavando sus uñas levemente en ellas.

—Ningún miembro de mi familia será débil. Eres la protectora de todo Nylhella, tus pensamientos son una herejía a la creación de los dioses, debes dejar de pensar de esa forma si no quieres terminar como tus antecesoras, cada una de ellas fracasó de alguna manera, y te prohíbo cometer errores —a cada palabra pronunciada con furia Galesha clavaba un poco más sus uñas sobre la blanda piel de Nyliare, dejando pequeñas marcas sangrantes.

Galesha tenía sus ojos cubiertos por aquella venda, pero aun así Nyliare sentía como si su mirada le perforara el alma, estaba aterrada, sometida ante la voluntad de los dioses.

La Legión de los MalditosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora