Capítulo II.

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Son las 10 de la mañana, solo he dormido 3 horas y me ha despertado ese capullo depresivo, -¡Por el amor de Dios que alguien le pegue un tiro! Es peor que un gallo cantando al amanecer...- dije con la almohada en mi cara. -Bueno ya que me he desvelado me prepararé para ir a comprar, no puedo descansar ni un fin de semana... ¡Ni uno!- pensé quitándome la almohada de la cara y mirando al techo atontada por haber dormido tan poco.

Cabreada y atontada me levanté de la cama y me fui directa a la cocina a por un café bien cargado y un trozo de pizza que me sobró de ayer. Después me fui a la ducha y recordé que tenía que esperar al tío de internet para que me instalase el router y pudiera tener todo listo para antes del lunes que tenía clase, solo faltaba que tuviera trabajo para mantenerme medianamente bien y pagar las facturas y el alquiler aparte de la comida, salí de la ducha y me puse unos pantalones vaqueros, unas converses viejas y una camiseta que ponía "Los pollos hermanos".

El tío del internet vino pronto y fue rápido instalando el router, dijo que era todo mecanizado y que tardaba muy poco y que además tenía que asistir a la boda de su primo lo cual me la traía al pairo, después de que se fuera comprobé si funcionaba Internet y funcionaba perfectamente, cogí el bolso y me fui a comprar lo que necesitaba al supermercado.

Bajando por las escaleras y saliendo del portal me choqué con un hombre y casi me hace comer el cristal de la puerta. -Mierda, lo siento ¿estás bien te he hecho daño?- Dijo el hombre, me sonaba muchísimo su voz pero no le conocía de nada o al menos eso creía. -Casi me como el cristal de la puerta pero estoy bien, gracias.- Dije de forma borde, estaba cabreada por el capullo depresivo y encima ahora casi me como el cristal de la puñetera puerta, ¿qué será lo siguiente que me atropelle el camión de la basura?

El hombre no sabía que decir, me miró a los ojos fijamente, serio, durante unos segundos y subió rápido las escaleras. Tenía unos ojos azules bastante bonitos a decir verdad y me dejo un poco helada cuando me miró fijamente y solo me había pasado dos veces una hace dos años cuando había ido a ver a Íñigo Errejón a un mítin y la otra ahora, he tenido la misma sensación y la verdad es que no me mola nada. Me puse los cascos y me puse a escuchar "Après Moi" de Regina Spektor y me puse a caminar hasta llegar al supermercado.

Allí saqué el móvil y me puse a ver la lista de la compra, cogí un carro y me puse a comprar todo lo necesario, una escoba, recojedor, fregona, un cubo, comida, aceite, pan, kas de naranja, friegasuelos, etc. Después volviendo a casa me paré en una tienda de ordenadores y hardware y me compré un par de altavoces no muy caros pero que tampoco sonasen a puta mierda y me fui directa a casa cargada con todas las bolsas y los altavoces, buscando las llaves de casa alguien me había abierto la puerta del portal. -¿Necesitas ayuda con las bolsas o algo?- no hubo respuesta por parte mía porque aún tenía los cascos puestos y no oía absolutamente nada, había alguien en medio de mi camino eso estaba claro así que solté una bolsa y me quité los cascos guardándolos en el bolso. -Perdona, ¿qué?- Dije a lo que estaba detrás de la caja de los altavoces. -Que si necesitas ayuda para subir todo esto.- Dijo asomándose por un lado de la caja y señalándola, no me lo puedo creer, es el mismo hombre de antes. -Después de haberte hecho comer la puerta esta mañana es lo menos que podía hacer, ¿no te parece?- Dijo mirándome otra vez fijamente a los ojos con una sonrisa tonta y contagiosa. Esbocé una sonrisa y me cogió la caja y dos bolsas, -¿a dónde?- preguntó amablemente, me empecé a sentir mal por haberle contestado tan bordemente esta mañana es muy amable, -Segundo derecha.- dije sacando las llaves. Me miró pensativo, -¿qué pasa?- le dije confundida, -que ahí no vive nadie, ¿cuándo has comprado el piso?- dijo confundido. -Oh, no lo he comprado, solo lo he alquilado con opción a compra.- Dije sonriente.-Déjalo en la puerta si no te importa.- le dije amablemente, soltó con cuidado las cosas y justo cuando las estaba soltando le estaban llamando por teléfono. -Vaya, me llaman bueno, adiós.- dijo apresurado. -Gracias por todo, adiós.- le dije y él me dijo adiós con la mano, sigo sin saber quién es pero tengo la sensación de que ya lo he conocido en algún otro sitio, entré en casa y puse las bolsas como pude encima de la mesa del comedor que estaba en el salón y puse los altavoces en el sofá, tengo que pensar dónde los voy a poner para que suenen en todos los rincones de la casa. Mientras tanto voy a colocar la compra en la nevera y a hacerme algo rápido de comer que casi son las 3 de la tarde, aun que todavía me queda pizza en la nevera, mejor voy a poner los altavoces en alguna estantería de momento luego pensaré donde se oye mejor y voy a empezar limpiando esto.

Puse a funcionar los altavoces, los enchufé al móvil y a la electricidad, puse Men Without Hats en Spotify en modo aleatorio y sonaba "Safety Dance" esa canción siempre me recordará a Pablo Iglesias y nunca sabré el por qué. Abrí las ventanas medio bailando, tengo que decir que soy muy arrítmica pero con esa canción me da igual todo y me hace bailar, me puse a limpiar el polvo después, a colocar los libros en orden, a limpiar los cristales de las ventanas... Pero no podía dejar de sentirme observada, solo faltaba que instalasen cámaras dentro de las casas para vigilar a la gente y no me extrañaría nada si lo llegaran a hacer, fregando con la música de fondo y dándolo todo miré por la ventana de mi habitación que daba a otro piso, estaba muy oscuro y todas las persianas bajadas, menos la de la habitación de enfrente que estaba medio bajada y con razón me sentía observada, ¡me estaba observando el capullo depresivo de mi vecino! Creo que debí de llamar su atención cuando puse la música a tanto volumen. Se me han quitado las ganas de bailar eso fijo, -rarito de mierda...- dije en voz baja para mí y con cara de asco, ni siquiera podía verle la cara entera, estaba oscuro y solo podía ver sus ojos vidriosos, había estado llorando cómo no.

Continuará...

Salud y RepúblicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora