Capítulo VII.

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Terminamos de comer y estuvimos pensando qué hacer para atraer a la gente y despertarla, lo primero sería buscar un sitio donde pudieramos refugiarnos y donde no nos encontrasen, después reunir a todos los miembros de Unidos Podemos y después al resto de la gente.

Encontramos una vieja fábrica abandonada y sus instalaciones subterráneas nos sirvieron como base o refugio, lo acondicionamos con objetos y libros hicimos un túnel que llevaba al metro que ya nadie usaba.

Pasaron los días y pensábamos en cómo íbamos a llamar a la gente para tomar lo que era nuestro y salvar a nuestro país.

-Podríamos devolverle las redes sociales e internet a la gente, los twitteros son de gran ayuda y si reunimos al fandom otra vez mejor.- Sugirió Íñigo.

-Sí, muy bien, así llamas a los jóvenes pero ¿y los más mayores?- Se quejó Pablo.

-Pues por los medios más antiguos, la radio y la televisión.- Sentenció Alberto, que estaba sentado sobre unas cajas de madera.

-Eso es absurdo.- dijeron Pablo e Íñigo a la vez.

Mientras les oía discutir sobre como llamarían a la gente otra vez yo colocaba cosas en las estanterías y creí estar sola en aquella habitación pero no lo estaba.

-Si siguen discutiendo no llegarán a nada, ¿a que no? Son como críos.

-Pues no, aunque ambas ideas son geniales.- dije yo colocando algunos libros inconscientemente hasta que me di cuenta de que estaba hablando con alguien más y no estaba sola.-Espera, ¿qué?- dije con un libro en la mano.

-Qué, ¿qué pasa?

Miré a todas partes de la habitación pero no veía a nadie.

-Estoy aquí abajo...

Miré a mis dos lados y me encontré a Enchique mirándome.

-Ah hola no te había visto, lo siento.-Dije.

-Ya bueno es normal.- Dijo sonriente.-Tú debes de ser John Boy, ¿no?

-Así es, encantada.- dije bajando de la silla que había usado para colocar las cosas.

-Igualmente, podrían ponerse de acuerdo pero la idea de Alberto es absurda, todas las torres de radio y televisión están controladas y no se puede hacer nada.- dijo serio.

Me quedé pensativa durante un rato hasta que se me vino a la cabeza que aquí hay una torre de emergencia que tiene radio y televisión, ambas ideas podrían funcionar solo faltaban los planes y los planos de los lugares.

-Puede que no sea tan absurdo, hay una torre de emergencia de televisión y radio, podemos usarla para transmitir el mensaje a toda España.- Dije.

-Pues es verdad, ¿cómo no lo había pensado antes?- dijo.

Fui a parar la discusión absurda e infantil que estaban teniendo para defender a Alberto y para pensar algún plan.

-Que no, que te estoy diciendo que eso es absurdo y- estaba diciéndole Pablo a Alberto cuando le interrumpí.

-No es absurdo, Pablo.- Dije cortándole.

-Otra, a ver ¿por qué no es absurdo?- dijo cruzando los brazos.

-Vale cálmate y escúchame.- dije mirándole a los ojos.- Por favor.

-Como quieras pero es absurdo.- Dijo.

-No lo es, sólo escúchame y déjame explicarlo.- dije.

-Es que es absurdo, eres cabezota pero en fin.- dijo por lo bajini y apartando la mirada, pero no lo suficientemente bajo como para que no le oyera.

-Eres como un crio.- dije en voz muy baja pero lo suficientemente alto como para que lo oyera, estaba teniendo un deja vù, parecía aquel salvados donde Pablo y Albert casi se tiran cosas a la cabeza solo que yo era Pablo y él era Albert.- No es absurdo porque os recuerdo que hay una torre de emergencia que tiene radio y televisión, las dos ideas se pueden llevar acabo perfectamente, solo necesitamos planes y planos del lugar.-Dije.

-Es verdad, no había caído en ello qué estúpido por mi parte.- dijo Íñigo.

-Lo tomaré como una disculpa.- dijo Alberto.

Pablo seguía de brazos cruzados, me miró y dio un suspiro.

-¿Cómo vamos a hacerlo y qué vamos a hacer?- dijo.

-Hay que localizar al Fandom lo primero y después quitar la censura y reabrir Twitter.- Dijo Íñigo entusiasmado.

-Sí, para ello Johnny podría llamar su atención y si tiene algún contacto para ayudar en lo de la censura perfecto, con Enchique tendríamos bastante pero mientras haya más ayuda mejor que mejor.- prosiguió Alberto.

-¿Ahora soy Johnny?- pregunté soprendida.

-Bueno si no te molesta... Es mejor que John, ¿te molesta?- me preguntó Alberto.

-No, para nada.- dije riéndome.

Empezó a planearse la primera parte del gran plan que era llamar la atención del fandom y de los jóvenes twitteros, pero estaba demasiado inquieta como para pensar por culpa de Pablo así que decidí llevarlo a mi rincón especial, bueno, cuando digo rincón quiero decir la azotea del edificio abandonado.

-Eh.- llamé su atención.

-Qué.- respondió bordemente.

-Ven conmigo.- dije pasando por alto esa contestación tan borde.

-¿Para qué? No.- dijo haciendo un gesto de confusión con las manos y volviendo a cruzar los brazos.

Me costó descruzarle los brazos y le agarré una mano llevándomelo a la azotea, la puerta estaba un poco oxidada y no cerraba bien, le solté la mano y me senté en el suelo. Le hice un gesto para que se sentara también.

-¿Cuál es tu problema? ¿No quieres volver a gobernar?- dije yo algo mosqueada.

-Sí...- dijo cruzando las piernas y echándose hacia alante.

-¿...Pero?- dije yo alzando una ceja extrañada.

No hubo respuesta.

-¿Pero?- insistí otra vez. Había un pero y no quería decírmelo, estaba muy claro.

Seguía igual y yo me cabreé, me levanté y estaba abriendo la puerta cuando me llamó por mi nombre y me agarró un brazo, era la única persona de allí que me llamaba tanto por mi nombre como por mi sobrenombre, iba a decírmelo pero dudó unos segundos antes de hablar.

-Yo... Yo... Lo siento...- dijo saltándome el brazo y dejándome ir.

Se quedó un rato arriba mientras yo me iba a mi casa, el túnel que daba al metro daba a la estación de Puente de Vallecas.

Salud y RepúblicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora