Capítulo 1

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La vuelta a clase no es siempre igual.

El profesor me miró con cara de pocos amigos, desde luego le molestaba ( y mucho ) que hubiera llegado tarde y que le hubiese interrumpido la clase. 

-Puedo...pasar? -Pregunté de forma entrecortada. 

Me hizo una señal para que entrara y después continuó con la clase haciéndome auténtico vacío. Entré a paso ligero, me paré por unos segundos y visualicé la clase... Emily se hallaba en cuarta fila, sentada junto a su prima, de misma edad, Jenny. Me entristecí un poco; me habría gustado sentarme con ella, pero claro...había llegado tarde, ya no tenía derecho a elegir asiento.

Cuando me quise dar cuenta, estaba de pie en medio de la clase como una boba y todo el mundo me miraba, incluido el profesor.

-¿Algún día tomará asiento señorita...? -Alargo el sonido de la última a, esperando como respuesta que le dijera mi nombre.

-K-Katherine, Katherine McClair...-contesté empezando a enrojecer, intimidada por la mirada de todos; siempre me ponía nerviosa cuando me miraba mucha gente, y siempre acababa poniéndome colorada, no podía remediarlo, me pasaba desde pequeña.

 - Entonces...¿Haría el favor de sentarse, señorita McClair? -Me pidió educadamente, pero bastante molesto por mi negligencia.

-Claro...-Mi enrojecimiento fue disminuyendo- Perdone...-Añadí. Eché un ligero vistazo a toda la clase y encontré un asiento vacío. Me senté todo lo rápido que pude y saqué un bolígrafo y un cuaderno, dejando a un lado mi mochila. Me acomodé en mi asiento, cosa complicada, ya que las sillas que hay en los colegios, institutos y otros lugares de este tipo suelen ser bastante incómodas, por no decir muy incómodas. 

-Muy bien...sigo dictando el horario, ¡Martes!...Lengua, Latín, Matemáticas -En cuanto dijo matemáticas desconecté, como odiaba las matemáticas. Nunca se me habían dado bien y me pasaba casi la mayoría de los cursos haciendo cuentas y cuentas, pero tantas que a veces soñaba con que las hacía o con que un libro de matemáticas gigante me perseguía por la ciudad hasta aplastarme entre números y signos de sumar y restar. 

Había desconectado de tal forma que cuando volví a atender a la clase, el profesor ya se había ido y todo el mundo estaba levantándose para ir al recreo. ¿¡Cuánto había pasado desde que me sumergí en mi mente!?, ni si quiera sabía cual era el horario, ni si quiera me había fijado al lado de quién me había sentado...empezaba el curso con mal pie, eso estaba claro. 

Me levanté de la silla, y la clase ya estaba casi vacía. Si no fuera porque Emily estaba allí, apoyada en la pared esperándome, me habría quedado sola.

- ¡Estás atontada!, ¡mueve el culo! -Me gritaba impaciente. A pesar de que ella también se había ido a dormir a las 2 de la mañana, no se le notaba ni un poco de cansancio en el rostro.

-Ya voy... -le contesté molesta por sus gritos. Luego salimos de la clase, y sin dirigirnos palabra bajamos las escaleras a paso de tortuga coja. Al llegar al patio, nos sentamos en un banco color azul oscuro metálico, nuestro banco de siempre. Era, sin duda, el mejor sitio del recreo, podías estar tranquilo y a la vez ver lo que hacían el resto de la gente, pues se podía ver casi todo el recreo entero desde aquel sitio. 

Estuvimos los diez primeros minutos del recreo en completo silencio, mirando a la gente y echándonos miradas a la vez que nos comíamos nuestros bocadillos. Entre toda la multitud logré distinguir a una antigua amiga, Erika; al pasar del colegio al instituto se había convertido en una hipócrita. Ahora solo le interesaba tener alguien, más bien 'algo' a lo que agarrarse, y se notaba que procuraba enseñar para que la gente la mirara con deseo. Desde luego Erika poseía grandes atributos físicos, pero en inteligencia era realmente nula. Incluso en el colegio tenía que copiarse de los demás para poder aprobar los exámenes.

- ¿Y que tal tu compañero de pupitre? - Preguntó Emily dándome un suave codazo. La miré enseguida y vi en su cara que estaba intentando meter cizaña de por medio, por lo que supuse enseguida que al lado de quien me había sentado era un chico.

- Pues...para serte sincera, ni si quiera me he fijado. -admití sin mostrar mucho entusiasmo en el tema. Emily a la mínima intentaba buscarme novio, cosa que a mi no me emocionaba para nada.

- ¿En serio?, ¿no te has fijado?, Bromeas, ¿no?...-Cuestionó mis palabras. Estaba ansiosa por curiosear y averiguar que me parecía aquel chico. Evidéntemente, esto se trataba de un nuevo y 'espectacular' plan de Emily para buscarme novio. Ya se hacía hasta cansina, no paraba...incluso me intentó liar para que saliera con su primo Gerard, al que tuve el placer de conocer no hace mucho. Está totalmente pirado.

- No, no bromeo. -Afirmé, dejando ver lo poco que me interesaba aquel tema, y que prefería hablar de cualquier otra cosa que no fuera aquella.

- Pues deberías fijarte -Insistió- seguro que es tu tipo, lo veo muy de tu estilo -Continuó insistiendo, a pesar de que le hice notar que no me importaba.

- Vale -Me limité a contestar, no quería hablar de aquello, ¿porqué siempre teníamos que hablar de lo mismo?, ¿porqué no podía Emily cambiar de tema?, ¿porqué tenía que ser tan pesada?.

Sonó la campana. Emily y yo ya estábamos subiendo las escaleras dirección a la clase, cuando tropecé al apoyar mi pie, sin darme cuenta, en una hoja de papel que estaba caída en el suelo. Me hice daño en la rodilla, pero conseguí mantener el equilibrio.

- ¿Estás bien? -Preguntó Emily al instante. Ella no era de las que se reían cuando sus amigos se caían o se hacían daño. Era justo al contrario, se preocupaba muchísimo, tanto que podía llegar a parecer tu mismísima madre.

-Sí, sí...no te preocupes - respondí antes de que se volviera demende y empezara a decir cosas sobre llevarme a un hospital o por el estilo; a parte de preocuparse, también es muy exagerada.

- ¿seguro? -volvió a preguntarme con una notoria preocupación en su voz.

-Que sí -Aseguré. Cogí la hoja de papel que estaba en el suelo y luego seguí andando junto a Emily.

Entramos a la clase y nos fuímos a nuestros sitios correspondientes. Guardé el papel que había encontrado en las escaleras y que casi me hace resbalar y caer en mi maleta. Las clases continuaron, y mi misterioso compañero había desaparecido, es decir, se había ido a su casa durante el recreo, por lo que no pude saber su nombre, ni como era y eso hizo que me intrigara, aunque no me hice muchas ilusiones, pues normalmente solía llevarme decepciones respecto a la gente nueva.

Al llegar a casa, dejé la mochila encima de la cama. Fuí a la cocina y observé que había una pequeña nota adherida en la nevera con un imán. 

''Tengo doble turno en el hospital, por lo que estaré todo el día fuera, trabajando. Prepárate lo que quieras, linda''

''PD: te he comprado unas pizzas para la noche, están en el congelador, te quiero preciosa, besos.'' 

-Mamá

Pegué un pequeño suspiro y guardé la nota en mi bolsillo. Abrí la nevera, saqué un poco de embutido y me hice un rico bocadillo de queso. No me apetecía cocinar. 

Cuando terminé de almorzar, volví a mi habitación. Abrí la mochila y saqué lo poco que había. Distinguí entre todas las cosas, el papel que me había echo tropezar en las escaleras esa misma mañana. Estaba doblado por la mitad. Me produjo cierta curiosidad, por lo que lo tomé con la mano, lo desdoblé y lo comtemplé. Había escrito un nombre de chico junto a un número de teléfono. 

''Eric: 405 76 76 42''

Me pareció muy intrigante y tentador. Pero no era capaz de llamar, ¿que iba a decir?, ¿Hola, he encontrado un papel con tu número, así que te llamo para decirtelo?. No, estaba realmente claro que no podía llamar para decir eso, y tampoco podía decir un simple hola.

Vivir entre dos mundos(cancelada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora