1: El bosque

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La mirada de asesino despiadado que tenía Henry, se fue suavizando hasta ser la de un chico asustado y arrepentido. Miró sus manos. La incertidumbre y arrepentimiento surgían. Al encontrarse montado sobre un cadáver golpeado y apuñalado, se retiró sin más.
Miró a su alrededor. Todos los veían asustados. Cada uno comentaba algo distinto pero sin levantar lo suficiente la voz.
-¡no respira!
-Lo mató
-¡No deja de sangrar!
Los que se encontraban más cerca de él, se apartaban temblando. Incluso su amiga y amor secreto, Inna, lo miró como si estuviera viendo al mismísimo Demonio.
-Henry- Dijo Inna de una forma extraña. Al decir su nombre, parecía no conocerlo, parecía conocerlo y parecía que le tenía repulsión.
Henry se acercó dulcemente a Inna, pero ella se apartó con brusquedad.
-No! No me toques- le dijo llorando de miedo y tristeza.

-¿Qué está pasando aquí?-Dijo la directora Bauer entrando en compañía de una bola de compañeros que fueron a buscarla.
Henry, al ver que estaba a punto de ser sentenciado de por vida, corrió a la ventana y la abrió.
Corbin, uno de los chicos más fuertes, lo tomó del tobillo pero lo único que logró fue que ambos rodaran y cayeran tumbados en el pasto. El otro chico, lo alcanzó por la espalda e intentó agarrarlo, pero Corbin perdió el control y quedó justo debajo de Henry en el ángulo perfecto para recibir un puñetazo que lo inmovilizó lo suficiente para no poder seguir persiguiéndolo.
Detrás del asesino, corrían otros demás chicos mientras la directora gritaba y ordenaba que volviera.
Corrió, corrió corrió hasta que llegó al bosque y fue más difícil para todos encontrarlo.

-¡Henry! Vuelve aquí.
-¡Corbin, allá! Se mueve algo.
Pero para eso, El joven asesino, ya estaba trepado en un árbol

Tiempo después, o mejor dicho, unas horas más tarde, empezaba a oscurecer y Henry, al no ver el mínimo movimiento en el bosque, bajó con cautela. El miedo de ser encontrado comenzaba a desaparecer. Pero ahora, se venía otro miedo distinto.
Él sabía que no estaba arrepentido de lo que había hecho. Sentía un peso más sobre su pecho pero nada más.
Toda su ropa, guardaba un olor extraño y asqueroso.
Sangre y sudor.
Para ese momento, ya no sabía cuál era su sangre y cuál era del cadáver  que había dejado atrás. Los pocos moretones que Craigh había logrado regalarle, estaban tornándose negros; los raspones, estaban llenos de lodo, tierra, sangre y residuos de pasto.
Entre sus uñas, la mugre había penetrado y toda la sangre que salpicó en su cuerpo y cara, se iba poco a poco tornando café.
Decidió quitarse la playera. Le dio la vuelta con rapidez y le sirvió como trapo para limpiarse lo mejor que pudo.
Pronto escuchó voces, palabras y gritos provenientes de personas que conocía. Llevaban todos linternas.
Policías, compañeros, testigos, la directora y sus padres le gritaban para que volviera. Pero claro que eso no pasaría.

Lara y HenryDonde viven las historias. Descúbrelo ahora