El verano había llegado a su fin. Las clases, otra vez, comenzaban; y con ellas, los temibles abusos del mismísimo Craigh Looce.
Desde que se conocieron, Craigh demostró tener un tremendo odio por Henry. Siempre quería ganarle, superarlo o hacer cualquier cosa con tal de hacerlo sentir mal.
Robaba su almuerzo, rompía, rallaba y escondía sus libretas, lo dejaba golpeado y malherido en la entrada de la escuela cada tarde y nadie, absolutamente nadie, hacía algo para ayudar al pobre chico.-¿Cuánta comida trajiste hoy, gusano?
Y si a Craigh no le parecía el menú del día, Henry sabía que terminaría casi desnudo y con su ropa colgando de el árbol más alto del bosque que estaba frente a la escuela.-¿Terminaste todas mis tareas? ¡O quieres que le enseñe ESTO a tu madre!
Decía mostrándole un jarrón que Craigh había roto a propósito.Los años pasaban y Henry seguía siendo el esclavo de Craigh.
Le hacía la tarea, cargaba su mochila, le daba su almuerzo, su dinero, su ropa e incluso era más flaco que Craigh. Claro que no lo superaba en belleza física, pero el comer gusanos vivos de jardín, ayunar y no comer por desperdiciar la tarde atrapado en la choza del bosque, habían hecho que su musculatura fuera mucho menor a la de los demás. Con el tiempo, Henry aprendió a trepar árboles, sobrevivir sin agua por varios días y hasta saber que frutos eran o no venenosos. Ya no le tenía miedo a la choza. Ahora era su santuario y tenía planeado ahí todos y cada uno de los movimientos que ejecutaría algún día para vengarse de Looce.Era 1991. Otro verano había terminado. Para ese entonces, Henry se había propuesto ejercitarse y mejorar en todos los apectos.
El ejercicio, la buena alimentación y el duro entrenamiento de su abuelo, le había hecho ganar peso y estatura.
Ya no era el niño escuálido y pequeñito que solía ser.
Al llegar a la escuela, nadie pudo reconocerlo. Nadie excepto Inna Blake.
Dulce, tierna, femenina y toda una flor primaveral.
-¿Henry? - dijo entornando los ojos maravillada.
Ambos sonrieron
-Wow. Qué sorpresa. Te ves increíble. Eres mucho más alto que Craigh ahora. Y también mucho más guapo.
-¿Tu crees?- dijo Henry embobado con ella. Siempre le había gustado, pero jamás se le había ocurrido que a ella pudiera gustarle un niño abusado y cualquiera. Ni siquiera se le había ocurrido hablarle. En diez años tuvo miedo del rechazo que jamás tuvo lugar para existir.Ese día nació algo más fuerte que la amistad, algo parecido al amor.
Craigh de inmediato se percató de los corazones en el aire y no perdió ni un segundo para competir hasta por una mujer con Henry.
Le llevaba rosas, chocolates, peluches y regalos por el estilo.La chica lo recibía con afecto pero seguía sin prestar tanta atención a Craigh.
Con eso, Henry se ganaba una buena paliza a la salida, pero ahora ya no lloraba por los golpes, si no que los devolvía con el doble de fuerza.
Ambos llegaban por lo menos una vez a la semana, llenos de moretones, raspones y residuos de una gran pelea callejera. Todo por una mujer.El verano acababa y la chispa entre Inna y Henry se encendía
Ya era fin de cursos, el baile anual llegaba y era el momento de que todos eligieran una pareja con quien ir al baile.
Henry y Craigh tenían la misma idea.
Justo el día que Henry llevó un gran oso de felpa, Craigh llevó un gigantesco ramo de flores de colores y un tigre de bengala de peluche.
-Para la hermosa y encantadora, Inna Blake.-dijo Craigh entregándole los presentes a Inna
-Hola, Craigh.-Decía evadiéndolo
-Yo no diría hola, si no. ¿Qué tal belleza?
-Craigh, por favor, apártate. No puedo pasar. -Decía Inna incomodándose ante la reacción y comportamiento de Looce.
El bravucón en lugar de quitarse, avanzaba obligando a Inna a retroceder para no caerse.
-¿Irás al baile conmigo, cake?
-Inna- rugía entre dientes
-Si y tu apellido es Blake. Si cambiamos las dos letras del principio y agregamos mi inicial, da un resultado de "pastelito"- comentó mientras le tomaba de las manos y la acercaba a él contra su voluntad.
-¡Déjala en paz idiota!
Dijo Henry interponiéndose entre ambos.
-Inna, dinos ya, ¿con quien quieres ir al baile? El o yo. -interrogó Craigh con tono prepotente y tomando con fuerza a Henry del brazo.
Inna se dio la vuelta y se fue indignada y humillada.
-¡Ninguno de los dos merece ir con nadie! Menos conmigo.
Y se fue caminando rápido mientras azotaba el tigre de bengala y el ramo de flores.-Inna. -Dijo Henry llegando por detrás de ella con una rosa en la mano.- perdóname Inna. Craigh y yo... Bueno, tú viste, él es un imbécil y yo un tonto.
Mientras el hablaba, ella se limitaba a mirarlo en busca de convicción en sus palabras.
-¿Me pedirás que vaya al baile contigo?
Simplemente así había que preguntarlo. Lo único que logró hacer, fue asentir con la cabeza perplejo y emocionado.
- Bien, si quieres un si, pregúntalo ahora
-Inna. ¿Me acompañarías- suspiró nervioso- ¿serías tan gentil de ir conmigo al baile?- con dedos temblorosos, le entregó la rosa y ella con una lindísima sonrisa la tomó y se la acomodó en el cabello.
- Creí que jamás lo preguntarías. Claro que quiero.
Se puso de puntillas y tiró a Henry a su nivel para plantarle un beso en la mejilla. Le dijo que pasara por ella a las 8:30 y se fue lentamente olisqueando la rosa que Henry le había obsequiado minutos antes.-¿qué te parece ese?
-Mamá, es más viejo que el abuelo
La risa de Mona ahogaba la habitación.
-Henry, tesoro si quieres ir al baile con una Blake, más vale que lleves tu mejor traje y la mejor cara que tengas.
-Además, berry nene, soportaras los comentarios de mamá y yo. Bueno, ya, apresúrate. pruébate otro- dijo Mona, la hermana de Henry, once años mayor y tan bella como su madre en su juventud.
Henry regresó al probador harto y abatido de buscar sin suerte un traje para el baile. Mientras terminaba de probarse el ultimo traje, preguntó a las dos mujeres que reían y esperaban afuera:
-¿cuántos trajes me he probado?
-No lo sé, Henry, ¿que importa? - comentó Mona- Ahora sal de ahí. Déjanos ver.
Salió ataviado y las miró con cansancio. Los rostros de las dos mujeres reflejaban encanto y emoción. Lo que indicaba que el traje era perfecto.
Minutos después, pagaron y se fueron de la tienda después de dos largas horas.La puerta de la casa sonó. Henry, estaba tumbado en el sillón viendo televisión. Su madre, que se arreglaba para salir esa noche, gritó a las escaleras y le pidió que abriera la puerta.
-¿Qué hay niño?
Dijo una voz poco grata pero familiar detrás de la puerta.
Era Craigh Looce.
-¿qué haces aquí y por qué viniste?
-No creí que fuera a molestarte- decía despreocupado recargado en el marco de la puerta- solo venía a ofrecerte una tregua.
Craigh, al ver la cara de Henry, lo tomó del brazo y lo llevó fuera de su casa como si fueran muy buenos amigos.
-Veras, querido amigo, en una semana, estarás bailando con la bellísima Inna. No quiero pelear ni causar...un desastre- está última palabra, la dijo mordiéndola de forma que todo lo demás, sonó hipócrita y con una doble intención.
Henry se zafó de el brazo de Craigh con brusquedad.
-Ya lárgate y déjame en paz- se fue caminando con rapidez omitiendo lo que Looce le gritaba por detrás.
Antes de que azotará la puerta de su casa, una amenaza resonó en las ventanas:
-¡Más te vale aceptar mi propuesta, Wundor!
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Lara y Henry
Teen Fiction#ReadersLetters Ella es difícil de conquistar. No lo logras ni con rosas, ni con chocolates ni regalos. Él hará todo por tener su corazón. Lo que ella no sabe, es que solo es una pieza más de un juego sádicamente seductor.