Capítulo VI: Desfile de muerte

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Autora: ¡Hola! Siento mucho el retraso por mi parte. Debo decir que planeaba seguir editando esta historia. Pero por falta de tiempo me es imposible. De todas formas, la dejo para que la leáis aun con faltas xD. Por cierto, este capítulo (y casi todos), contendrá escenas fuertes que pueden herir vuestra sensibilidad. Por favor, si sois menores de edad o sensibles con ciertos temas, NO leáis.

Sin más, disfrutad.

Capítulo VI: Desfile de muerte.

Caminé de nuevo con el alma encogida, mis pies recorrían el mismo suelo que pisaba en el cuarto. Sentía la presencia del señor R frente a mi, cogiéndome de las muñecas, quizá estuviera volviéndome loca, pero sentía su mirada clavada en mi y me ponía nerviosa. Después de todo lo que me había hecho, después de haberme rebajado a él, a sus órdenes… estaba empezando a sentirme muy mal, como una vulgar fulana, así era como me estaba volviendo.

Era una tontería haberme puesto la venda en los ojos porque igual recordaba el camino del salón principal, –cuando servimos la cena las demás chicas y yo –. Pensé en la niña, ¿estaría bien? ¿Habría cumplido su promesa el señor R? Me repugnaba la idea de saber que un adulto abusara de una menor… ¡jamás debería tocar a esa cría! Sin poderlo evitar, lágrimas de frustración salieron de mis ojos.

De repente, paramos de caminar y creí que se debía a mi llanto silencioso, pero no, era que habíamos llegado a nuestro destino.

   –Bien, quédate aquí un momento. –se hizo el silencio, pero seguía sintiendo su cercanía –. No te muevas o lo pasarás peor. –advirtió mientras oí como se abría una puerta.

   –Si, amo. –contesté, más que nada por el miedo que tenía de su posible castigo si no le llegaba a decir amo.

No me moví, pero tampoco oí sonido alguno en ese pequeño tiempo de espera. Tan solo sabía que él había entrado en una habitación, o algo así a juzgar por el sonido de una puerta abriéndose. Pero no lo tenía claro. También podía encontrarme a las puertas de la salida al exterior, y, por lo tanto, sería una imbécil si no intentaba huir.

Con ese pensamiento, decidí que tenía que actuar, así que me quité la venda rápidamente y miré a mi alrededor. Estaba en mitad de un pasillo, el cual solo era iluminado por antorchas colgadas en las paredes de piedra. ¡¿Querían conseguir un ambiente lúgubre?! Pues lo habían conseguido, parecía que estaba en el siglo XIX. Sin entretenerme más, me fijé que, en efecto, me encontraba delante de una puerta bastante grande, de madera, la cual llevaba cerrojo. Qué extraño, no había oído que abriera un cerrojo…. Quizá ya estaba abierta cuando él ha entrado.

Mirando a izquierda y derecha, vi que estaba sola, sola y con nulas posibilidades de escapar si tenemos en cuenta que no tengo ni idea del camino a seguir para la salida. Aunque podría correr… pero a quién quiero engañar, me alcanzaría, sino el señor R, lo harían los demás miembros de la secta, que seguro estaban por aquí.

Cuando quise darme cuenta, oí unos pasos aproximarse hacia mi, detrás de la puerta. Corriendo, me puse la venda en los ojos y me “relajé”.

La puerta se abrió y unos pasos se aproximaron hacia mi, una mano tocó mi hombro y me empujó hacia dentro, suponía. No sabía si era o no el señor R, pero no hablé por miedo… era una criminóloga de pacotilla.

Después de unos cuantos pasos más, nos detuvimos y alguien me quitó la venda. Parpadeé varias veces hasta que me acostumbré a la oscuridad del lugar. No se veía absolutamente nada, pero, por lo que atisbaba, podía vislumbrar una gran sala con muchos sillones oscuros y hombres sentados en ellos. Traían la capa y la capucha puestas, y, al lado de cada miembro, había una mujer. Eran las esclavas.

Esclava de un Criminal [Borrador]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora