Mi alma estaba rota... ¿Alguna vez en su vida perdieron a alguien que los hizo sentir como si perdieran la mitad de su alma? Es horrible. Un dolor insoportable, ¿Y por qué duele? Sino conocemos ni sabemos dónde está el alma, pero imaginamos tener una y lo que es peor visualizamos como la hacen pedazos... Sí, así me sentí cuando Cristian se despidió de mí y Federico tuvo que soportar mi agonía, ayudarme a superarlo.
Esa noche lloré, lloré hasta quedarme seca, en realidad no sabía porque, por una parte me daba gusto que Cristian se superará... pero por otra no deseaba perderlo. Más que un amante, era mi confidente, mi amigo, no necesitaba aparentar nada con él, sabía perfectamente lo que me gustaba, cómo me gustaba, que odiaba, sabía perfectamente de mi carácter de mierda y aun así me aceptaba y quería, no me criticaba ni juzgaba, nunca nos hemos separado, lo quiero como a nadie en el mundo y no deseo verlo partir.
Federico estuvo conmigo hasta que me quede dormida. Dormí muy poco, me levante para ir a trabajar y al bajar me topé con Fede.
-¿Irás a trabajar?
-Sí.
-Dormiste muy poco, deberías quedarte en casa.
-No, Fede tengo que mantener mi mente ocupada.
-Está bien, promete que te cuidarás.
-Ok -desayune y salí de la casa, preferí caminar un rato y pensar las cosas.
A la segunda cuadra se apareció Cristian, se paró frente a mí y no dijo nada, sólo me miraba. Aparté la vista y él se acercó a mí.
-Kate... -susurró.
-Vete, ya te despediste ayer, vete.
-¡Mírame! -dijo con delicadeza.
Mis ojos se toparon con sus bellos ojos, rojos ya de tanto llorar, mi respiración aumento, en ese momento sentí que me pondría a llorar como una niña pequeña pero mi orgullo pudo más. Tomó mi mano de una forma tan tierna que casi me derrito, se acercó y rozo sus labios con los míos.
-Esto me duele más a mí que a ti -dijo mientras me daba un profundo y apasionado beso-, te prometo que vendré a verte seguido.
-¿Y tengo que estar esperando el día que decidas venir y sufrir cada que te vayas?
-Kate, es eso o...
-¿O nada?
-No, o tú podrías ir.
-Cristian -lo bese con tanta desesperación, con la misma que le suplicaba se quedará y simplemente no sucumbía a mis deseos, por lo que tenía que dejarlo ir-, será mejor que te vayas antes de que pierda mi dignidad y te ruegue que te quedes.
-¡Adiós, mi chiquita bella! -dio la vuelta y se marchó, ahí me quedé yo con la mitad de mi alma arrancada. La distancia es tan cabrona, por más que prometa que vendrá seguido algo sucederá y dejará de venir, se encontrará una mujer, me olvidará, lo olvidaré; todo podría pasar, exageró pero no hay que descartar nada, la distancia duele y eso todos lo saben, más para personas que desean tenerse y no pueden tenerse. Somos tan complicados los humanos.
Me dirigí al trabajo y como de costumbre llegué tarde, nadie se dio cuenta, por suerte. Hubo muchos clientes, no descansé ni por un segundo, atender cliente tras cliente, acomodar papelería, libros, marcadores, etc., por primera vez, el día se me paso rápido, no había tenido el privilegio de pensar en Cristian hasta la hora de salida, de camino a casa me abordaron un montón de recuerdos y para acabarla llegó Sebastián.
-Hola, preciosa.
-¿Qué haces aquí?
-Vine a invitarte a cenar -se acercó y besó mi mejilla.
-No estoy de humor, Sebastián. Mejor otro día.
-¿Qué te pasa?
-Tuve un día pesado -me alejé de él y seguí caminando, él me siguió y camino a mi lado.
-Entonces vamos a tomar -me detuve a mirarlo, ¿hablaba en serio? Cómo sea, no lo iba a cuestionar, así que acepté.
Me llevó a tomar pero a su departamento, era enorme y hermoso, un departamento de soltero. Me senté en un sofá y él se fue a la cocina, se escuchaba que preparaba algo, no sabía que hasta que llego con dos copas y un vino.
-No puedo creer que vivas aquí.
-¿Por qué no?
-Creí que eras el típico niño cursi que vive con su mamá en su pequeña burbuja de amor -me miro divertido y se acercó a mí.
-Bueno lo era, pero necesitaba mi privacidad -no pude evitar reírme, no sé ni que hacía con él, somos tan diferentes.
Me sirvió una copa y en segundos me la acabé, me serví de nuevo y esta vez la disfruté un poco más.
-¡Vaya! Sí que tu día fue pesado.
-Te lo dije.
Me recosté un poco en el sofá y mire el techo, suspiré y cerré un poco los ojos. Sebastián se acercó y empezó a masajearme los pies, se sentía tan rico que casi me quedaba dormida.-Puedes quedarte esta noche si quieres...
Me sorprendió lo que dijo que abrí los ojos de golpe, lo miré y parecía muy convencido de lo que decía. No supe que contestar así que sólo asentí y cerré los ojos.
-De acuerdo pero dormirás en el sofá -dije en tono burlón pero seria y hablaba en serio, no compartiría cama con él, no me apetecía.
De repente sentí que me alzaban como si no pesará nada, Sebastián me llevaba a su cama, me depositó con mucho cuidado y se dio media vuelta.
- Buenas noches -dijo cerrando la puerta y apagando las luces. Me quedé inmóvil por un momento y luego me quite los jeans y saqué mi brasier por debajo de la blusa para dormir cómoda, tomé una almohada y me entregué a los brazos de morfeo.
Desperté desorientada a las dos de la madrugada y en plena oscuridad me levanté y sali a la cocina, con mucho cuidado de no despertar a Sebastián. Abrí el refrigerador y tome una botella de agua, al cerrar la puerta del refrigerador una oscura figura estaba frente a mí y solté tremendo grito.
-Soy yo -dijo Sebastián encendiendo las luces.
-¡Idiota, me asustaste!
- Lo siento, ¿Sedienta?
-Demasiado, lamento haberte despertado -dije mientras le daba un trago al agua.
-No te preocupes -me sonrió y se acercó un poco a mí- , me voy a dormir preciosa -beso mi frente y se fue al sofá, había sido lo más raro que me había pasado, pero bueno todo en mi vida era raro, así que tome el agua y me fui a dormir de nuevo a la cama del Niño bonito.
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Espero les guste, lamento el retardo:) Bonito día!
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UN FRÍO CORAZÓN LLENO DE AMOR!!
Romance¿Puede el amor descongelar cualquier corazón? ¿Puede hacer que la persona más fría y dura, se ablande y acepte sus sentimientos? Una historia que estoy segura que te sorprenderá, tal vez existan casos similares, pero no sabremos si te gusta hasta qu...