Capítulo 4

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Guarde la foto en el álbum, lo cerré y volví a colocarlo en su lugar.

-Tengo hambre, vamos a cenar –dije saliendo del cuarto de mamá y bajando a la cocina.

-¿Te molesta tener el color de ojos de Adrián? –Fede venía bajando detrás de mí.

-No –me detuve frente al refrigerador y saque ingredientes para hacer un sándwich.

-¿Entonces?

-Mamá siempre decía que tenía hermosos ojos, que eran igual a él… nuestro padre, y resulta que si son igual… pero a mi padre biológico.

-¿Y cuál es el problema?

-Que crecí en una vida de mentiras Fede, que no quiero parecerme a ninguno de esos dos que me abandonaron –preparé unos sándwiches y cenamos en  silencio, en ocasiones, lo único que admiraba de mí eran mis ojos, ahora no evitaré pensar en Adrián cada que los vea en el espejo.

Al terminar de cenar subí a mi habitación y revisé por milésima vez la tarjeta de Sebastián, no entendía porque razón me sentía tan atraída por él, era obvio que me estaba volviendo loca, guardé la tarjeta en un cajón y lo cerré con llave. Recibí un mensaje de texto, creí que era Carol.

<<Hola preciosa, te invito a cenar mañana, ¿aceptas?>>

Lo único que me mantenía cuerda era Cristian, me encantaba pasar tiempo junto a él, ese tiempo que no sólo es sexo, una relación de confianza, amistad, cariño, diversión entre dos amantes ocasionales.

<<Acepto, mañana salgo a las 6:00 p.m. >>

<<Perfecto. Te veo mañana, besos>>.

 Federico paso a darme las buenas noches, me recosté y cinco minutos después me quedé dormida.

A la mañana siguiente, volví a mi rutina, lo único que cambiaría ese día es que vería a Cristian y moría por un poco de diversión.

Clientes, limpiar, clientes, acomodar cosas, clientes y más clientes, estaba harta de ese día, cuando el reloj marco las seis en punto, Cristian apareció en la puerta de la librería, tomé mi bolso y lo salude, como es habitual en nuestros saludos, con un beso en los labios.

-¿Qué tal tu día, nena?

-Igual que siempre, mierda, mierda y más mierda –sonreí y él tomo mi bolso.

-No cambias, Kate, algún día tendré que lavarte la boca con jabón.

-A ti bebé, ¿Quién te la lavó? –soltó una carcajada, justo fue él quien hablaba igual o peor que yo, aunque claro, oír a un hombre decir groserías no es tan malo como oír a una mujer, sorprende más.

-Punto a tu favor. Vamos, tu restaurante favorito aún está abierto –caminamos media cuadra y unos locales más y entramos a Jugos del Sur, mi restaurante favorito.

No estaba muy lleno, buscamos una mesa al fondo y tomamos asiento, Cristian es todo un caballero, el tipo de galán que cualquier chica desearía tener.

A los cinco minutos nos llevaron el menú, no necesite verlo para pedir, ya sabía lo que pediría, pero se me adelantó Cristian.

-Dos burritas con todo, un licuado de fresa y una coca cola, por favor –sonrió a la camarera y ella se retiró con los menús y nuestras órdenes.

-Gracias, ¿Cómo has estado?

-Ya sabes, con mis altas y bajas, pero aun de pie como todo guerrero, ¿y tú?

UN FRÍO CORAZÓN LLENO DE AMOR!!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora