Capítulo 3

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La verdad es que el otro sentido en el que echo de menos a mi Cat es en la forma de hablar. La voz de esta es extremadamente chillona y no calla ni un segundo. La otra al menos hablaba sobre cosas medianamente importantes,  y sobretodo sabía escuchar, a diferencia de esta que solo habla sobre si misma, y para ser sincero, no me importa nada.

Pongo la música del coche a todo volumen para ver si se calla y parece funcionar. Soy un demonio y tampoco puede esperarse de mi que la quiera escuchar.

—¿Qué plan tenemos para hoy?— me pregunta después de un rato sin decir nada.

—No tenemos ningún plan, solo celebrar tu cumpleaños, como todos los años.

—Pero nunca habíamos hecho esto el día de mi cumpleaños.

—Una nueva tradición— contesto cortante mientras ella pone los ojos en blanco.

Aparco el coche delante de una farmacia.

—Espera aquí, vuelvo en dos minutos, tengo algo que hacer.

Cat se encoge de hombros y saca su móvil, se pone a chatear mientras yo cierro la puerta del coche y me alejo lo más rápido posible.

Antes de entrar en la farmacia, respiro profundamente intentando calmarme y no matarla. No sé porque me pone tan nervioso.

—Has tenido un mal día ¿verdad?—me pregunta una voz femenina, una voz que conozco muy bien.

Cuando me voy a girar para reñir a Cat porque le he dicho que se quedase en el coche y no me a hecho caso lo que veo me deja completamente de piedra.

Si que es Cat, pero no es la Cat asquerosa que sigue esperando en mi coche. Es mi Cat.

Me aprieto fuerte los ojos, y cuando vuelvo a mirar ya no está, todo ha sido una maldita ilusión.

Entro en la farmacia de mal humor y hago lo que tenía que hacer. Saco mi espada y mato al farmacéutico.

Dos velas para el diablo dos : Angelo |REESCRIBIENDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora