Dos velas para el diablo dos : Angelo |REESCRIBIENDO|

Capítulo 4

Vuelvo a entrar en el coche y guardo el paquete que tengo en la mano en la guantera, antes de que Cat lo pueda ver.

—¿Qué es eso?— pregunta curiosa.

—Nada de tu incumbencia.

Simplemente se encoge de hombros y sube la música del coche para mirar por la ventanilla.

Y en todo el viaje no decimos nada más.

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Ya llevamos un rato en casa y mi teléfono no deja de sonar.

Al final decido atender la llamada, pero como no es nada importante cuelgo al instante y apago el teléfono.

Los amigos de Cat están llegando para preparar la fiesta de esta noche.

Llaman a la puerta y el mayordomo les abre sin expresión en el rostro.

Es normal que cualquier humano les tenga asco a estos engendros. Yo sin embargo me lo paso bien haciendo que hagan lo que yo quiero.

El guardia de seguridad, un tipo llamado Rogers, al que Ataroth contrata todos los años, revisa a los chavales de arriba a abajo.

Rogers es un tío de unos treinta años aproximadamente, pero aparenta tan solo veinte, es un armario, entre los humanos es prácticamente lo que ahora se ha puesto de moda llamar, un Dios griego, entre los demonios tan sólo es un humano con el que nos podemos divertir.

Pero para las adolescentes es una prohibición. Por eso se vuelven locas y se les alteran las hormonas cada vez que las cachea y todas se pelean por ser las primeras.

Cat entra y se lleva a sus amigos y los dos humanos de la sala lo agradecen.

Durante dos horas se escucha como se lo pasan bien y se divierten y eso me pone nervioso. Más después de la alucinación que he tenido hoy, me encuentro especialmente irritado.

Entro en la enorme sala en la que se encuentran Cat y sus estúpidos amigos liándose un porro. 

Pongo los ojos en blanco, no es la primera vez que la veo hacer algo así, y ya le avisé de que si seguía se lo iba a decir a su padre y me iba a quitar yo el marrón de encima.

—Caterina, al despacho de tu padre, ahora.