Alison llevaba toda la tarde muy nerviosa. Sus padres aun no habían vuelto del hospital y ella llevaba la tarde sola y sin noticias.
Después de darle vueltas a la situación decidió ir al árbol con Steve y contarle lo sucedido. Y eso gizo.
-¡Steve! -gritó mientras subía a la rama más baja.
-¿Alison? -contestó este.
-Tengo que contarte algo.
-Sube.
Alison subió con dificultad entre esas terribles hojas que no le permitían tan a penas ver por donde iba. Una vez arriba pudo contemplar a Steve preparandose algo para merendar.
-Hola Alison. ¿Qué ocurre?
-Mis padres no estaban en casa cuando llegué, pero había una nota en la que ponía que mi padre había sufrido un accidente y estaba en el hospital. Y todavía no han vuelto.
-¡Es terrible! Tenemos que hacer algo. -se preocupó él.
-Ya, pero... ¿qué hacemos?
-Si quieres podemos ir al hospital.
-Pero el hospital está muy lejos de aquí, no podríamos ir sin vehículo.
-Tienes razón. -ambos entristecieron. -Aunque podríamos.... no, déjalo.
-Dime.
-No, es una locura.
-Por favor, Steve, dimelo. -insistió Alison.
-Bueno, había pensado en esperar a que ellos vuelvan; pero para que no estés sola podría quedarme contigo. Pero mejor no, sería una molestia para tus padres. Posiblemente al verme en su casa me harían cualquier cosa.
-¡Es una genial idea! -se emocionó ella -Podrías dormir en un sofá que tengo en mi habitación, es muy cómodo. O mejor, podría dormir yo en el sofá y tú estar más cómodo en mi cama.
-Alison, si quieres que vaya -la interrumpió -iré, pero ya veremos dónde dormimos cada uno y todo lo que quieras. Por el momento voy a coger mis cosas y quedarme contigo hasta que regresen tus padres.
-Bien -ahora sonrió y se sentó en un sillón marrón que había junto a la cocina. Steve no parecía estar seguro de ir. Los padres de Alison parecían muy protectores y ver a su hija con un extraño en casa les sería imposible de tolerar.
-¿Estás segura de que vaya? Tus padres pueden llegar en cualquier momento.
-Cuando lleguen no tendré más que decirles la verdad: que me sentía sola y un amigo venía a hacerme compañía.
-Bueno, puede servir.
-Por supuesto que sí, es la verdad.
Cuando estaba a punto de anochecer, Alison y Steve se relajaban con los animales de ella. Estaban sentados junto a los conejos. Había uno pequeño que nació aproximadamente hacía dos semanas.
-¡Guau! Hacía tiempo que no tocaba un animal tan pequeño. Es adorable. -comentó Steve mientras acariciaba al conejo pequeño.
-Es muy suave, ¿verdad?
-Sí. -el conejo miraba a Steve con unos ojitos marrones muy bonitos.
-Espera aquí, voy a traer algo para darle de comer.
-Bien.
Alison fue a por pan que había en la encimera de la cocina. Lo cogió y volvió con los animales y su amigo.
-Toma, dale este trozo de pan. -y este obedeció. El conejo cogió el trozo de pan con su patitas y comenzó a comerselo. Era pequeño y muy gracioso.Steve sonreía al ver las minúsculas patitas del animal.
-Es adorable, y muy gracioso.
-Lo sé, lo quiero mucho. En realidad quiero mucho a todos mis animales, pero este es el más pequqño.
-Ya.
Los dos amigos se quedaron mirando un poco más al conejo y poco después subieron a cenar. Alison miraba la nevera pero había poca cosa, por tanto decidieron cenar una par de tostadas con queso cada uno. Cenaron en silencio, un silencio de aburrimiento. Finalmente se acostaron. Steve exigió que su amiga fuese la que durmiera en la cama y él en el sofá. Ella no pudo decir que no, este chico era demasiado tozudo y si decía que dormiría ella en el sitio más cómodo, pues así sería; y así fue.