El padre de Alison ya estaba en casa, le habían dado el alta y podía caminar con la ayuda de unas muletas. Sus padres habían estado dándole vueltas a lo de que su hija se fuera a la escuela, y habían pensado que era una gran oportunidad. Además, estos tenían que darle una notícia a su hija.
-Alison, ¿puedes venir? -preguntó Brittany.
-Sí, mamá.
-Bueno -comenzó un poco indecisa Brittany- tu padre y yo hemos estado pensando, y tal vez eso de la escuela no esté mal.
Alison no se lo podía creer, ahora ellos querrían convencerla para que fuera.
-Pero mamá...
Bob la interrumpió.
-Hija, vas a ir a esa escuela. Es lo mejor para ti.
-Pero papá...
Este volvió a interrumpirla.
-Hija, no hay peros que valgan. Nadie da una oportunidad así, tienes que aprovecharla.
Alison estaba a punto de llorar, no soportaba cuando sus padres se ponían de acuerdo en algo y se lo metían a ella en la cabeza.
-Además, nos vamos a mudar.
Esta notícia dejó descolocada a Alison. No podía reaccionar. Tan apenas parpadeaba.
Cuando pudo reaccionar hablaba dudosa.
-Pero... ¿cómo nos vamos a mudar? Ni siquiera tenemos dinero para vivir ahora en la ciudad...
Alison en realidad pensaba nada más que en su amigo Steve. Si se mudaba no lo volvería a ver, además, no pensaba ir a esa escuela de locos.
-Cariño -intervino Brittany consoladora- no te preocupes. Venderemos esta casa y viviremos en una pequeña casa familiar que hay cerca de aquella escuela.
-No mamá -comenzó a llorar Alison- no me entendéis. No podemos dejar esto, y tampoco quiero ir a esa estúpida escuela.
Los padres de Alison estaban desconcertados.
-Alison -dijo su padre- ya hemos comprado la casa así que no hay vuelta atrás. Nos mudamos esta semana.
Cada palabra que nombraba Bob le dolía más a Alison. Lloraba sin llanto, solo con lágrimas en desorden. Tan siquiera podía hablar.
Se fue corriendo a su habitación y no dejó de llorar, esta vez desconsoladamente.