Capítulo 9 - La Ciudad Del Amor.

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Así está denominada París; la ciudad del amor. O también la ciudad de las luces, y no me puedo creer que estemos en un avión rumbo a ella. Hoy, 31 de Diciembre, observo el reflejo de Anahí a través de la ventanilla, leyendo, mientras al otro lado, una inmensidad de tierra francesa acompaña nuestro camino. No sé si voy a ser capaz de asimilarlo hasta que no esté frente a la mismísima Torre Eiffel. Nunca he estado en París, por extraño que parezca para una artista. Es la ciudad más bohemia de toda Europa, el mundo entero lo sabe. Miles de artistas se agolpan a pies del río Sena, de la Torre Eiffel, los campos Eliseos y hasta la mismísima catedral de Notre Dame, con sus cuadernos e instrumentos de pintura, dispuestos a retratar esos hermosos paisajes y la cantidad de gente cosmopolita que pasean por esos lugares tan emblemáticos. Por no hablar del Louvre; ese impresionante museo que contiene algunas de las piezas de arte más importantes del mundo. Mi corazón se acelera de tan sólo pensar, que en unas horas voy a estar ahí, observándolo todo, como una niña frente a una tienda de dulces.

Me giro para mirar a Anahí, que permanece completamente concentrada en lo que quiera que esté leyendo. Sonrío sin poder controlarlo. Llevo casi una semana sin verla, porque desde el almuerzo de navidad en su casa, nuestros horarios no han coincidido. Y sinceramente, la echaba de menos. Así que ahora, mientras me permito observarla sin que se percate, comprendo que lo mejor de este viaje, es hacerlo junto a ella.

‒¿Qué lees? ‒me atrevo a interrumpir.

Alza la vista y me sonríe.

‒Aburridos artículos de medicina cardiaca.

‒¿Te resultan aburridos y aun así los lees en un avión?

‒No. A mí me parecen fascinantes. ‒vuelve a sonreír, formando un brillo en sus ojos ‒A ti te aburrirían. Demasiados tecnicismos.

Alzo una ceja, aparentemente ofendida.

‒¿Me estás llamando ignorante?

‒Por supuesto que no.

‒Léeme uno.

‒Está bien, ‒se encoge de hombros y vuelve la vista hacia su Tablet ‒En la MSC la enfermedad subyacente, en general, es una afección cardiovascular sin síntomas clínicos que aún no ha sido diagnosticada o sospechada en vida. En muchas ocasiones la MS es la primera manifestación de la enfermedad. En algunos casos hay síntomas previos -síncope, dolor torácico, palpitaciones-, pero sin que se haya efectuado en vida el diagnóstico de la enfermedad que causa la muerte. El mecanismo último de la MSC suele ser una arritmia cardíaca, generalmente una fibrilación ventricular o una taquicardia ventricular que evoluciona hacia la fibrilación ventricular. Esta arritmia no responde a un origen único, sino que es de base multifactorial debido a la interacción de alteraciones funcionales transitorias, que actúan como desencadenantes, sobre anomalías estructurales, celulares, tisulares o moleculares, que dan lugar a la desestabilización eléctrica que origina la arritmia fatal. Las principales causas de MSC en niños y jóvenes; la enfermedad ateromatosa coronaria, las enfermedades del miocardio y, en menor medida, las anomalías congénitas de las arterias coronarias y las alteraciones del sistema de conducción son las causas más frecuentes. Su distribución varía en relación con la edad y el sexo. En jóvenes menores de 30 años sobresalen las enfermedades del miocardio y las anomalías del origen de las coronarias en el contexto de la práctica deportiva. La MS de origen inexplicado constituye otro de los principales grupos, con una frecuencia que oscila entre el 10 y el 20% ‒detiene un momento su lectura y alza la vista para mirarme, encontrándome absolutamente perpleja ‒¿Ves? Tienes cara de haber estado escuchando una conversación en chino. Sabía que no te gustaría.

Caprichos Del Tiempo (Portiñon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora