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James apretó sus labios con fuerza, y se giró para mirarme, detuvo el auto a lado de la acera, y apagó el motor.

—Ahora si, —dijo con seguridad y sonrió como si nada hubiera sucedido. —¿Qué estabas contándome?

Me encogí de hombros con desdén.
—Nada.

No lo observé en ningún momento, mantuve la vista fija en la calle, sin pronunciar una sola palabra más.

—Claro que me estabas contando algo, dime.

Él seguía sonriendo. Como si mi corazón no se hubiera detenido ante sus palabras, como si mi estómago no doliera, como si mi presencia no tuviera importancia.

—No.

Su cejo se frunció, y arrugó ligeramente la frente para después entrecerrar los ojos.

—Ah, ¿no me vas a decir?

Negué con la cabeza. Estaba a punto de decirle que quitara el seguro de la puerta, para marcharme e irme, estaba a punto de decirle que si tenía mejores cosas por hacer yo podría regresar por mi propia cuenta a mi casa. Estaba por hacerlo cuando de pronto se abalanzó sobre mi, y comenzó a hacerme cosquillas, mientras yo gritaba que se detuviera.

—¡James basta, ya!

Intenté alejarlo pero continuaba haciéndome cosquillas. Y así de simple, todo el dolor de sus palabras desaparecieron, todo el enojo se marchó, y las barreras que me esforzaba en construir, volvieron a ser derrumbadas por él.

Debí saber que esto estaba mal, debí saber que las banderas rojas en mi cabeza eran cada vez más y se movían con más fuerza que nunca. Debí haberles hecho caso. No lo hice.

Manual: Conquistando a mi Crush {EDITADO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora