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Me atraganté con mi propia saliva, e intenté tomar todo el aire posible, mientras tosía.

Cuando recuperé la compostura todo lo que pude hacer fue asentir con la cabeza a modo de respuesta.

James encendió el motor, y condujo por las calles estrechas del pueblo, mientras más conducía, las calles iban siendo cada vez más desiertas, lo cual agradecí. Aparcó cerca de un extenso y arbolado parque. Tomó mi mano y plantó un casto beso en ésta.

Sonreí. James se quitó el cinturón, al igual que yo, y me recosté sobre su pecho mientras observaba el cielo.

—James, dime algo... ¿por qué siento que estás jugando conmigo?

No lograba ver su rostro, sin embargo podía escuchar el latir de su corazón, que palpitaba con normalidad.

—Sé que pareciera como si estuviese jugando contigo, pero créeme que no es así, es que yo...no sé...

Giré mi cabeza ligeramente para mirarlo, y lucía como si estuviese teniendo una pelea interna, y no lograba encontrar las palabras correctas para expresarse.

No quería arruinar este momento, que parecía de oro, así que sólo me limité a decir algo.

—Promete que no vas a romper mi corazón.

James me miró fijamente, y asintió con la cabeza. —Te lo prometo, eso jamás pasará.

—Vale. Porque yo te prometo que si lo haces, te patearé el trasero.

James soltó una risotada y negó con la cabeza. —Pero tu prométeme algo también.
Repuso en un tono demasiado serio.

—¿El qué?

—Promete que no te vas alejar, pase lo que pase, y que nunca me dejarás.

Sus palabras me dejaron muda y sorprendida. Asentí con la cabeza, a pesar de que mi cerebro me advertía que era una promesa difícil de cumplir.
—Te lo prometo.

James me tomó con ambas manos el rostro, y plantó sus labios contra los míos.

Santas vacas, este era la clase de besos que te dejaban sin respiración y con un ardor en los labios, en busca de más.

Sus labios se apretaron con fuerza sobre mi boca, y empujó ligeramente su lengua contra la mía. Yo me encontraba prácticamente de rodillas sobre mi asiento.

Colocó ambas manos sobre mi trasero, y me acercó hacia él. Intenté cambiarme de asiento, pero el volante me lo estaba haciendo verdaderamente un infierno.

—Espera.
Susurró con agitación, y recorrió su asiento un poco hacía atrás.
—«Listo, ven.

Pase mis pies con cuidado sobre la palanca, y me subí sobre sus piernas.

Manual: Conquistando a mi Crush {EDITADO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora