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Y así paso cerca de un mes, cada dos por tres otra vez tratando de entrar a mi casa. Gritándole que es la puerta de al lado, disculpándose y las noches seguían. Hasta "esa" noche.
Mi ex o más bien mi fanático. Solo salimos tres meses pero nos conocemos desde primaria, al comenzar algo con él me di cuenta que no era como simulaba ser. Enfermo, psicótico, obsesivo, controlador, acosador.
Siempre cerca de lo que sería nuestro aniversario él me llama, pero esa noche fue diferente, apareció en mi casa, yo me recuperaba de un resfriado fuerte, así que no tenía ni las ganas ni las fuerzas para enfrentarlo.
Gritos, empujones, golpes... ya me creía muerta pero su mano me alejo de él.
Cuando quise darme cuenta, estaba detrás del vecino quien le gritaba a mi ex que se fuera. Después de un rato se fue. Tenía miedo de volver a mi departamento sola, así que él me ofreció dormir en el suyo

-Pero encerrada en el baño, no sé qué tipo de mujer podes ser.

Solo respondí con media sonrisa. Me sentía morir, y como si nada rompí en llanto. Me dejo sentada en el sillón y se fue. Volvió después de 15 minutos con un pack de cerveza. Se sentó en la otra punta del sillón y destapo su bebida

-No te ofrezco porque sé que estas saliendo de un resfrío, te escuche todas las noches estornudar.

Yo trataba de frenar mis lágrimas pero no podía, lo que me provocaba más desesperación.

-Desde cuándo... desde cuando soy tan débil? Cuando deje que los sentimientos me duelan tanto? Porque deje que me afectara de esta manera?...
Y seguí, sin darme cuenta que estaba hablando en voz alta, seguí. El desahogo se sentía bien y de a poco las lágrimas se fueron alejando y solo me quedaba esa sensación de ser la persona más frágil del mundo.

Cuando termine, respire profundo, sonreí al mundo y me di cuenta de la cantidad de latas de cerveza había en la mesa.

-Creo que en este estado soy yo quien debería dormir encerrado en el baño.- Mi vecino tenía los ojos vidriosos y los cachetes colorados, el alcohol hacía tiempo que le estaba pasando la cuenta.

-Perdón, soy un desastre, no suelo ser así... es solo que...

-Shhhh... ya sé cómo sos, creo haberte escuchado suficiente hoy como para que sigas hablando

Otra vez, pero esta vez fue una sonrisa sincera de agradecimiento mi respuesta

-¿Te molesta si duermo en el sillón? No creo llegar a la habitación

No tuve tiempo de responder y él cayó rendido sobre el sillón, antes de perder el conocimiento logro acomodarse, utilizando mis piernas como almohada. Iba a alejarlo, pero no me pareció justo.
Si bien estaba cansada por todo lo sucedido, no podía dormir, verlo dormido me genero ternura y como si de una mascota se tratara empecé a acariciar su pelo, me pareció verlo sonreír, así que deje mi mano quieta

-No dije que frenaras.-

Y se acomodó mejor. Solo sonreí y como si fuera lo más normal del mundo, seguí jugando con su pelo hasta que me quede dormida.

Mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora