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Ese desquiciado la había lastimado feo, mi plan era alejarme, pero...

Cada noche, cuando ella dormía y las enfermeras terminaban su rutina, me metía a su habitación a verla dormir, siempre se me dio bien eso de entrar sin ser percibido.
No podía dejar las cosas así, tenía que quitarme el enojo, no sé si saben, pero no es bueno alimentar el alma con rencor o enojo, se vuelve oscura y es ahí donde la mente juega a poseer el corazón, y somos capaces de hacer locuras, como las que hizo su ex.

Me costó tres días encontrarlo, y para cuando lo logre, el muy infeliz, estaba borracho como para morir en ese mismo instante, trate de hacerlo reaccionar pero no se puede evitar lo inevitable, después de discutir, y golpearnos un poco saco un arma.
En medio del forcejeo, el gatillo se activó, el blanco más cerca, mi estómago. Al ver la sangre me volví ciego, créanme, no me van a querer ver enojado. De tres golpes desfigure su cara, rompí su mandíbula y su propio tabique lo mato.

No era la primera vez que me pasaba, digo, matar a alguien en un golpe de furia, pero la cuestión era esta, barrio nuevo y herido, esconder un cadáver no es tan sencillo. Tenía que preparar la escena por si legaban a descubrir lo sucedido, y encontrar un buen lugar donde dejar al imbécil que se acababa de morir. Dos días, mientras la herida iba sanando me tarde dos días en preparar y ocultar todo, con la bala todavía alojada en mi cuerpo cada movimiento dolía como mil demonios.

A ella le dieron el alta, y no tenía ni la más mínima sospecha de que la iba a encontrar en mi casa y menos con esa foto en sus manos. Quería preguntarle cómo se sentía y decirle lo que hice, pero esa bendita bala estaba haciendo estragos en mi cuerpo, sabía que si la trataba mal ella se iba a ir, como solucionar las heridas provocadas en esa charla, era asunto de otro día, ahora solo quería sacarla de mi casa así terminar de arreglar mi cuerpo.
Como lo había planeado, ella se fue, con la cara más triste del mundo, sus ojos inundados en lágrimas y su alma... pude escuchar cómo se quebró un poco después de mi maltrato.

Ya solo, agarre la cuchilla de la cocina, vendas, alcohol y me fui a mi habitación. Clave la cuchilla en la herida que todavía no había cicatrizado del todo y con mis dedos busque la bala, al encontrarla casi grito del dolor, pero al recordar el rostro de ella al irse, supe que mi dolor no era más que el de ella. Saque la bala, me eche el frasco de alcohol, vende la herida y quede dormido.

Creo que dormí pordos días seguidos, sin ser consiente de nada, esa paz... la extrañaba. Lo primeroque hice fue levantar las vendas, como si nada hubiera pasado, mi estómagovolvió a ser el mismo. Si, ya lo sé,¿Cómo es posible? Como les dije antes, se lo voy a explicar a su debido tiempo.Ahora, mi vecina, tenía que...



Mi vecinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora