Había perdido definitivamente la cabeza, estaba en una isla de sueños con un hombre al que apenas conocía y yo solo pensaba en él y en el beso que nos dimos, quería repetirlo, pero tenia mucho miedo de que me rechazara aunque estando acomodada como estaba en su regazo solo tenía que intentarlo.
Me quedé mirándolo fijamente a los ojos, él me regalo un tierna sonrisa. Christopher era como un ángel caído del cielo que Dios había puesto en mi camino. Con mi manos tomé su cara acariciando sus mejillas, el los cerró como respuesta y entonces ya no me importó nada, el miedo se había ido. Rocé tiernamente sus labios con los míos, él no se apartó, besé y mordisquee sus calidos labios, con la punta de mi lengua delineé su labio inferior pidiendo permiso para introducirla en su boca, nuestras lenguas se encontraron profundizando nuestro beso de un momento a otro era yo besando a Christopher y el besándome a mi.
Mis manos fueron a parar alrededor de su cuello mientras que las de él sostenían mi cintura. Con cuidado me bajó de su regazo para acostarme sobre la arena sin apartar ni un segundo sus labios de los míos, nos separamos por un segundo para respirar, pero enseguida volvimos a besarnos, sus manos acariciaban la piel de mis caderas, muslos y brazos dándome descargas de placer por cada sitio que tocaba, mis manos acariciaban su cuerpo, poco a le quité la camisa, sus labios abandonaron los míos para besarme el cuello, gemí, una de sus manos desato los nudos de la parte de arriba de mi traje de baño, acarició con delicadeza y ternura mis senos, sus manos bajaron por todo mi cuerpo, me quito la parte de abajo del traje de baño, ahora estaba total y completamente expuesta ante él, pero me sentía segura, continuo besando todo mi cuerpo, ahora si que las estrellas que hace rato estábamos viendo me parecían feas comparado con lo que yo estaba sintiendo.
Me volteé para quedar encima de él, no iba a dejarlo escapar, lo besé con pasión y nos entregamos mutuamente, en ese momento no existía nada en el mundo, solo éramos él y yo, las estrellas y el mar quienes fueron testigos de esta tierna y alocada entrega, tierna por la forma en que Christopher me tocaba como si fuera algo bello y frágil que pudiera romperse con facilidad y era alocada porque apenas nos conocíamos. Cuando nuestras respiraciones se acompasaron nos quedamos mirándonos fijamente, no había nada que decirnos.
Esto había sido una locura maravillosa y no me arrepentía de ello.
Volví a besarlo e inmediatamente me quede dormida.
Un rayo de sol me dio en la cara, despertándome, abrí los ojos y Christopher no estaba, sentí miedo, pensé que se había ido que solo se había aprovechado de mí dejándome sola en una isla, el pánico apareció, me incorpore y observé como en la arena había una nota escrita con pequeños palitos:
Estoy cerca, no te vayas sin mí.
C.
Suspiré. No me había abandonado, la noche anterior había sido maravillosa, bueno esa palabra no era suficientemente buena para expresar todo lo que Christopher me había hecho sentir. Me vestí, intenté acomodar mi cabello pero era un caso perdido estaba todo echo nudos así que lo recogí en una coleta, pronto necesitaría una visita al salón. Para cuando termine de recoger mis cosas ya Christopher se estaba acercando, ahora el pánico me invadió porque no sabia que decirle.
-Hola- saludó él
-Hola.
-¿Cómo pasaste la noche?-me preguntó con una sonrisa traviesa.
-De maravillas- le contesté de igual manera- Aunque de maravillas se queda corto- le guiñe un ojo.
-Me alegra saber eso. Toma te hice una ensalada de frutas-dijo entregándome un coco que adentro tenia diferentes tipos de frutas cortadas en trozos.
-Umm, se ve delicioso.
Nos sentamos a comer en silencio, aunque no parábamos de darnos miradas, como quería en estos momentos leerle el pensamiento. Terminamos, recogimos todo y emprendimos el viaje de vuelta a San Diego entre plática y risas, el camino fue demasiado corto para mi gusto.
Llegamos y Christopher me acompañó hasta la puerta de mi casa:
-¿Nos volveremos a ver?- le pregunté con el miedo brillando en mis ojos. Tenía mucho pánico de que la respuesta fuera negativa…
-Si así tu lo quieres no tengo problema alguno.
-¿En serio?- me emocioné
-Si- me dio una sonrisa tan deslumbrante que de una no me aguante y me abalancé sobre él, lo besé apasionadamente, él me respondió de igual manera, pero luego bajamos la intensidad hasta volver el beso dulce y tierno, me separé y lo abracé fuertemente. Lo miré a los ojos, los cuales eran como un imán que me atraían y me atrapaban.
-Me tengo que ir- soltó de repente.
-Entiendo. ¿Cuándo volverás?
-Mañana- dijo colocando tiernamente un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.
-Te esperare con ansias- beso dulcemente mis labios y se fue.
Entre en el apartamento y me acosté en el mueble estaba total y completamente embobada distraída pensando en mariposas, Christopher, colores, Christopher, estrellas y mas Christopher. Parecía una loca adolescente enamorada aunque ese no fuera el caso bueno al menos eso creía yo. No podía dejar de pensar en él, en la forma en que nos mirábamos, como me besaba y como me tocaba. Pagaría un millón de dólares con tal de que fuera mío otra vez.
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Holaaaaaaaaaaa
Gracias a todos lo que me leen..
Esta es una historia que escribí hace un tiempo como un fanfic de Edward y Bella y ahora la estoy editando.
Espero que les guste :)
Sus votos y comentarios son bienvenidos.