7.- El pasado en la puerta.

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Exactamente dos semanas y medía habían transcurrido. Un revuelco de mil emociones abundaba por la cabeza y corazón de Nanami. Hasta el momento todo había pasado sin marcar nada, la vida había seguido de forma normal y casi aburrida. Hoy la mañana aparecía con un sospechoso y radiante sol que nadie esperaba, quizás una buena señal para la joven que veía el amanecer desde su ventana, un sábado cálido y brillante. Sin expectativas, su teléfono sonó liberando molestas vibraciones que la hicieron saltar del susto. Acercó el aparato para ver de qué se trataba y suspiró exhausta.

— ¿Cómo diablos se ha conseguido mi número? —se preguntó mientras leía un mensaje que le había dejado Kirihito, "¿Qué harás hoy? Si no tienes planes respóndeme y salgamos" decía. Llevó el celular a la frente y se quedó pensando un par de minutos, aunque la respuesta era no.

A sus recuerdos llegó el sorpresivo beso que recibió por parte de él insistente chico, inesperado y apocalíptico en su exagerada memoria. Se sentía muy mal por Kayako a pesar de lo poco que se llevaban, al fin y al cabo él la había dejado por su culpa. Decidió ignorar el mensaje ya que era suficiente respuesta para Kirihito, no quería seguir involucrándose en más problemas. Tomó su bata y caminó hacia el baño con las cotidianas ganas de usar el escusado, era una rutina mañanera desesperante y muy molesta para ella, lo peor de todo era que como todas las mañanas Kurama tardaba al menos dos horas en darse un baño y arreglar su complejo cabello. Suplicaba a todos los dioses de sus conocimientos japoneses que apresuraran el acto del muchacho y la dejaran desahogar su molesta necesidad. Comenzó a dar pequeños saltos, evidentes de que sus ganas estaban pasando la desesperación. Tras ella, Tomoe observaba todo con cierta entretención, traía la toalla colgando en su hombro y a torso descubierto solo usaba un pantalón de pijama. Para suerte de la joven, había llegado casi a los últimos minutos del baño de Kurama. La puerta del baño se abrió y un montón de vapor salió junto a Shinjirou como si se tratara de uno de sus conciertos.

— ¡Abran paso! —exclamó Nanami como si su vida dependiera de ello, corrió hacia el baño y cerró la puerta en menos de un segundo.

—Como todas las mañanas —concluyó Kurama inclinándose de hombros.

Era verdad, todo eso ya formaba parte del día a día de cada uno de los integrantes de esa casa. Nanami desahogó sus necesidades, tomó un rápido baño y salió totalmente renovada, luego era el turno de Tomoe. Ambos hablaron lo justo y necesario, más bien, parecían desconocidos. La joven regresó a su alcoba y se vistió rápido para evitar que alguien entrara de sorpresa a su habitación y la viera en tales condiciones, volvió a sentarse en su cama y observó su teléfono, el mensaje de Kirihito seguía como un adorno en su pantalla, era molesto e irritante. Se armó de ánimos y se ofreció de voluntaria para ir a hacer las compras del día, le encantaba contribuir a la casa y ser de utilidad.

Un flexible sol recorría las cabezas de todos, era tranquilo y a ratos molestas nubes pasaban por encima tapándolo por unos segundos. Momozono caminó a paso largo hacia la tienda con los audífonos puestos, una nueva canción que acababa de descargar sonaba una y otra vez en sus oídos, ya al menos la había escuchado diez veces en el día. Con sus delgados labios tarareaba la melodía e inconscientemente caminaba al ritmo de la música, sin querer y en el trance de su espectáculo callejero choca con otra muchacha que iba en dirección contraria. La joven llevaba unas bolsas, las cuales cayeron al instante.

— ¡De verdad lo siento! —exclamó Nanami arrepentida por su inconciencia. Levantó el rostro mientras ayudaba a recoger una de las bolsas, ahí observó mejor a la otra muchacha.

Era de piel blanca y apariencia joven, usaba su liso y castaño cabello bajo la cintura, era delgada y muy bonita a los ojos de Momozono quien no podía dejar de verla como si fuera una celebridad.

Life With Boys (Kamisama Hajimemashita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora