8.- Encuentros incómodos.

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Nadie respiraba, todos querían huir de la escena. Sin embargo, Mikage lo había visto venir segundos antes apenas vio a Yukiji poner un pie en su casa. El lo sabía mejor que nadie, y quizás ya no podía seguir callando. Su afligida ahijada no sabía qué hacer en esa instancia, no entendía por qué Tomoe pronunció el nombre de ella con tanta familiaridad como si se conocieran desde antes. Tenía un montón de garabatos en su cabeza, pero ninguno le daba la respuesta que buscaba o al menos, la que quería escuchar. Todo indicaba que ella y el muchacho tenían un pasado.

—Dios mío, me alegro tanto de que estés con vida —Yukiji trató de acercarse a Tomoe para darle un abrazo, ella se mostró muy contenta hasta que el joven se alejó impidiendo que ella lo tocara.

— ¿Alguien podría explicarme que sucede? —Nanami estaba muy confundida.

Mizuki también había pensado lo mismo que su hermanita, todo calzaba bastante bien si lo veían de esa forma. Un pasado que tenían frente a ellos. Kurama, decidido a no entrometerse salió al patio a tomar aire ya que detestaba meterse en asuntos ajenos y problemas que no eran de su incumbencia.

—Lo siento Nanami. No sabía que conocías a Tomoe —se explicó Yukiji.

—Nadie tiene que saber lo que ocurrió, será mejor que te vayas —Tomoe se acercó a la puerta haciendo un gesto para echar a la muchacha.

— ¡Esperen! Deben explicarme lo que sucede —Nanami insistió.

—No hay nada que saber, no seas entrometida—la regañó Tomoe que ya se estaba hartando.

Yukiji se puso triste, más bien, melancólica. Habían pasado años sin verlo, tiempo atrás cuando compartían la misma cama y los mismos sueños. En esos tiempos Yukiji era muy distinta, una chica sin responsabilidades ni tantos modales que tan solo quería disfrutar de la vida, ir de fiesta en fiesta y no darle explicaciones a nadie. Dejando constantemente de lado la escuela en una de esas tantas reuniones alocadas conoció a Tomoe, ambos se tomaron en cuenta de forma mutua por lo físico creyendo que todo se trataría de una simple noche, tan solo un par de horas para explorarse anatómicamente y quizás luego, preguntar por sus nombres.

—No me trates así —Yukiji se acercó de nuevo, esta vez tomando la mano de Tomoe e incomodando a Momozono quien observaba todo.

—Ni siquiera debería dirigirte la palabra, no eres nada...—el de cabellos plateados alejó de manera brusca su mano y le dio la espalda.

Aquella noche que habían pasado juntos fue una locura. El perfume a flores había quedado impregnado en la nariz de Tomoe, este desenredaba los finos cabellos de la joven con sus dedos como un entretenimiento mientras ella meditaba observando el techo, todo en la casa de un desconocido, así eran sus vidas, sin rumbo. Al mismo tiempo, ambos se encontraban solos de alguna forma. Yukiji se refugió en Tomoe y él en ella, compartían su soledad y la cubrían con largas noches de entretenimiento, las charlas eran extensas y las risas verdaderas. Cada día se volvía una necesidad, cada hora que no se veía era un martirio. Pero esas cosas a penas podían recordarlas, porque todos esos momentos se marchitaban.

—Si hubiera sabido que caíste en un hospital —se excusó Yukiji.

—Casi perdí la vida por ti, alguien que no vale nada —Tomoe no se mostraba con ganas de transar.

Sus palabras le dolían, pero tenía razón. Esa desenfrenada pero al mismo tiempo verdadera relación entre ellos se vino abajo en corto tiempo, aunque los sentimientos por parte de Tomoe se fueron desarrollando rápido. Yukiji comenzó a tener otras necesidades y buscar otras cosas que el joven le podía dar. Sus estudios se iban complicando y las ganas de surgir y tener otro entorno la llevaron a alejarse, ahí fue cuando conoció a un abogado que podía entregar todo lo que ella quería. Las tentaciones cada vez eran mayores. Del brillo de una botella de cerveza al resplandor de un diamante que de forma constante caía en las manos de Yukiji.

Life With Boys (Kamisama Hajimemashita)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora