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Junio 4, Diario de Victoria. —El cielo se desvanece en colores grisáceos, las nubes parecen grandes remolinos, el ambiente es tenso. Siento mi piel erizarse al contacto de la fría ventisca que hay esta mañana.

Me siento como un alma en pena, que vaga de lugar en lugar, tratando de encontrar algo, pero, ¿qué es ése algo? No lo sé, es confuso, todo es tan confuso.

A veces pienso que mi mejor escape sería dejar de existir, dejar que mi luz se apague, pero, y si allá no encuentro lo que busco con tanto anhelo, con tantas ansias, habré muerto en vano, para entonces.

La vida en este lugar se va yendo de poco a poco, sin dejar rastro alguno de su existencia, sólo huye, como todos lo hemos hecho alguna vez.

Lo único que me queda es esperar un poco más, solo un poco más, y todo habrá acabado...

Diario de una sobrevivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora