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Marzo 20

Veintedós, veintidós días exactamente desde que mi pequeño hermano murió.

Me siento desecha, tengo miedo; tal vez ya lo he escrito muchas veces, yo misma me he aburrido de hacerlo, pero la soledad que me invade está acabando con mi cordura.

Hace una semana que David no regresa, pero de verdad que hay que estar muy zafado de la cabeza para ir a buscar ayuda allá a fuera, lo sé, lo sé, es gracioso, yo misma me rió de mi situación, ¿qué puede encontrar estando allá en el exterior? Exacto, nada, nada, porque todo está ¡MUERTO! Literal.

Dios, este maldito ruido está colmando mi paciencia, quiero apagarlo ya, y sacar este sonido que alberga en mi cabeza.

La poca cuerda que me queda se está yendo a la mierda, junto con este maldito diario, el cual sólo me está usando para que le cuente mi patética vida y como ha ido volviéndose una porquería, pero tiene algo que provoca que yo no pueda dejar de escribir en él, tal vez sea porque es lo único que me queda, lo cierto es, que me estoy quedando más sola que antes.

A veces morir es mejor, ¿verdad?

A veces morir es mejor, ¿verdad?

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Diario de una sobrevivienteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora