Pasaron los días, Carlos y ella se hicieron buenos amigos. Él ya había terminado las vacaciones y volvió a su departamento.
Siempre estaban el contacto , hablaban todas las noches.
Ella se mudó a casa de su madre.
Salían de vez en cuando y compartían cenas, almuerzos, paseos, etc.
En esa salidas solo había habido pequeños besos y agarraditas de manos cuando iban en el carro.
Un jueves Carlos le pregunto a Penelope que si quería salir a bailar con él al día siguiente y ella acepto, ya que Carlos bailaba muy bien y le encantaba bailar.
Penelope le había ocultado a su madre que estaba saliendo con Carlos. Cuando salía le decía que iba con unas amigas.
Ese viernes se colocó un bellos vestido negro muy moldeado al cuerpo.
Cuando llego la hora de salida del trabajo, como siempre, Penelope lo espero a la salida del estacionamiento, no sé si se habían percatado sus compañeros de trabajo que salía con Carlos pero a ella no le importaba, hasta ahora no le habían preguntado y a él tampoco le había dicho nada.
Esa noche disfrutaron de una velada maravillosa, bailaron, tomaron unos tragos, se besaron, parecían novios en su primera salida.
Penelope se sentía joven otra vez, su alma y su espíritu habían envejecido durante los últimos años.
Ella y él habían decidido no hablar de su pasado, ni de sus relaciones con otras parejas anteriores. Tampoco habían conversado de su relación , quedaron de acuerdo que iban a disfrutar el momento y mientras pasaba el tiempo decidirían, los dos habían terminado recientemente con sus relaciones.
Se sentía bien juntos y eso era lo que importaba.Salieron tarde del sitio donde estaban, iban riendo, cantando, hablando y cuando llegaron a casa de la mama de Penelope, él la beso con intensidad y empezó a acariciarla con pasión, apretó con suavidad sus senos contra su pecho que se sentian duros.
El beso y las caricias se hicieron mas intensas, él empezó a explorar el cuerpo de Penelope con suavidad, hasta que llego y entro en la cima de su monte íntimo, se deslizó dentro del encaje , sintiendo la humedad del deseo. Carlos la besaba con más intensidad, sus latidos iban al ritmo de un sin fin de acordes de dicha placentera. Mientras acariciaba su fuente, ella sentía estremecer su cuerpo, estaba entregándose a un sin fin de sensaciones delirantes. Él le pidió que fueran a otro sitio donde pudieran estar solos y amarse porque allí la exponía a ser vista. Penelope aunque lo deseaba, le dijo que le diera un tiempo que entendiera que solo había tenido un hombre y no le era tan fácil, Carlos le dijo que esperaría a que ella decidiera que era el tiempo de ser suya.
Penelope se apartó con dificultad, ya que quería quedarse en sus brazos, se acomodó un poco, le dio un beso y casi salió corriendo para no verse arrepentida por su negativa de entregarse a él.
Ya en casa le aviso a su madre que había llegado y se encerró en su cuarto.
Estaba todavía jadeante de excitación, su corazón quería salir de su pecho, se quitó la ropa y se acostó en la cama, su cuerpo vibraba de deseo, empezó a tocar su montes de Venus y pensaba solo en las caricias de Carlos. Recorría sus entrepierna con sus manos que temblaban del goce que se proporcionaba, humedecía sus labios pensando en sus besos. En ese momento se olvidó del mundo, excepto de él, la humedad incrementaba cada vez más con el recorrido de sus dedos. Iba imaginando que era los de él, Cerro sus ojos y sintió como si los gruesos brazos de Carlos estuvieran envolviendo su cuerpo, se llenaba cada minuto mas de la necesidad de sexo, tocaba sus senos que se encontraban endurecidos, imaginándose que el jugueteaba con ellos, su respiración se entrecortaba cada vez más, aumentaba su ritmo cardiacos, sintió una explosión que recorría su cuerpo que le avisaba que llegaba a la cima del placer.
Allí quedó dormida profundamente.
Al día siguiente se despertó pensando en lo había hecho, nunca se había tocado sola, al principio le dio como vergüenza y después se puso a pensar que eso era normal. Los sexólogos lo recomendaban para conocer su cuerpo, los hombres lo hacían constantemente y no era mal visto hasta muchos contaban como una hazaña sus incursiones en ese mundo del sexo autocomplaciente, en cambio en la mujer era visto si fuera una aberración sexual.
Las mujeres que lo habían hecho se lo guardaban recelosamente.
Ella se sentía tranquila había descubierto una faceta más de la vida.Pensaba si comentárselo a Carlos o no. ¿Qué pensaría él de ella?, ¿ seria de esos hombres machitas?, ¿lo vería como algo normal?. Decidió comentárselo porque iba a basar su relación en verdades. En pro de un tipo de relación que perdurara en el tiempo o que durara el tiempo que tenia que durar.
En la mañana Carlos le mando un mensaje diciéndole:
"buenos días amor, me quede con el deseo a flor de piel y soñé contigo, un sueño hermoso, hablamos ahora. T.Q.M."
y ella le respondió
Ñ "Yo también T.Q.M."Paso el día haciendo los quehaceres del hogar, ayudando a su madre, puso música romántica y empezó a cantar, tenía tiempo que no lo hacía. Su madre le preguntoa que se debía tanta alegría, ella le respondió que a nada, solo el placer de la vida.
Al día siguiente era el cumpleaños de su hermano y le estaban haciendo una torta.
Penelope le comento a su mama que si podía invitar a un compañero del trabajo que se habían hecho muy buenos amigos y ella le respondió que sí.
Carlos la llamo en la noche y le dijo que ese sábado había andado con su hijo. La invito a salir el día siguiente que era domingo y ella le respondió que no podía, que iban a celebrar el cumpleaños de su hermano y que si quería ir. El sin dudarlo le dijo que si, aunque hubiese preferido disfrutar de su compañía a solas todo ese domingo.
Empezó a decirle que la deseaba con todas sus ganas varoniles y que había soñado que hacían el amor, un sueño del que él jamás quería despertar.
Penelope le contó de la experiencia sexual que había tenido después que la dejo, se lo dijo con un poco de vergüenza, a lo que el río y lo único que le comento fue que lástima que él no hubiese estado allí para disfrutarlo con ella.
Empezaron a hablar de lo que cada uno disfrutaba en el sexo.
Ella le explico que no sabía mucho del tema, ya que ella solo había tenido un hombre y lo que había aprendido fue lo que él le enseño.
Carlos le decía con vehemencia que él le iba a enseñar que solo un hombre no sabía hacer el amor y que iba a ser lo que tuviera a su alcance para demostrarle que ella podía disfrutar de un bello y apasionado sexo.
Penelope prefirió dejar la conversación, eso todavía la incomodaba, ya que con su ex esposo nunca hablaban del tema y con su madre menos. Ella había escuchados de sus amigas varias cosas que no había experimentado.
Quedaron en verse al mediodía en la reunión de su hermano, se dieron la buenas noches y Penelope se quedó pensando cómo se sentiría haciendo el amor con Carlos. Su cuerpo empezó a experimentar deseos que ella no controlaba, su humedad íntima estaba a flor de piel. Decidió apartar de su mente esas escenas que le venían. No quería volver costumbre lo ocurrido la otra noche, todavía le incomodaba un poco, pero eso no la hizo salir de sus pensamientos.
En el brillo de los ojos de Carlos y en el sabor de sus besos había encontrado el placer y deseaba su cuerpo el cual encendía su pasión cada vez que estaban cerca de él, que provocando en ella sensaciones que la asustaba y a la vez la llenaba, sentía la necesidad de tocarle todo su cuerpo que el tiempo no transcurriera y se volviera aliado de las largas horas para amarlo, quería estar con ese hombre que despertaba en ella sensaciones deliciosas.
No lo podía apartar de su pensamiento, solo deseaba soñar que él la esperara para sentir la dicha de derramarse en sus deseos y poder mezclar la esencia de su cuerpo con el de ella y se quedo dormida pensando en él.