Capitulo IX. La última noche.

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Pasaron los días rápido, trabajaban de día fuertemente, siempre con el deseo que surgiera algo que los mantuvieran allí más tiempo, y en la noche se amaban hasta quedar rendidos.

Llego el ultimo día que iban a estar juntos, ni le había dado tiempo de conocer la ciudad ya que después que salían de la sucursal, preferían irse al hotel para amarse más tiempo.

Esa tarde se despidieron y salieron a comprar regalos familiares y a conocer un poco la ciudad, ya habían pasados 5 días de sus llegadas y solo conocían el hotel y la sucursal.

Comieron juntos, rieron, disfrutaron de la compañía de cada uno. Parecía que no solo sexo era lo que los atraía.

Entraron en la habitación y se acostaron en la cama abrazados, Carlos le dijo que no quería volver a la realidad, ya que esos días había parecido un sueño.

Penelope lo beso tiernamente y le dijo que para ella también habían sido los mejores 5 días de su vida.

Ellos era como combustible cualquier chispazo encendía nuevamente el fuego por lo que ese tierno beso encendió la llama de Carlos. Era la última noche de ese fabuloso viajes al mundo del amor.

Él le pidió que se amaran hasta el amanecer y ella se rió y le dijo:

-tú crees que podamos? ,
El .-"aunque este mi cuerpo si aliento, sí."

El la desvistió y la llevo al baño, quería experimentar todo con ella. La metió bajo la regadera tibia y la beso, luego agarro el jabón y empezó a masajear su cuerpo. Penelope sentía como una seda que pasaba por su cuerpo deslizándose suavemente.

No hubo parte del cuerpo de ella que él no masajeara. Su cuerpo se encendía con cada caricia. Después de estar toda enjabonada, la coloco bajo la ducha e igual que hizo con el jabón así hizo con el agua. Se abrazaron bajo el agua y se dieron un largo beso, Carlos la recostó de la pared y agarro una de sus piernas que la enlazo en su cintura, ella lo abrazo y él la poseyó. A Penelope le temblaban la pierna pero no quería flaquear, cerró los ojos y se dejó llevar por el dulce remanso del amor, era como si se crearan acordes al vaivén de las olas del mar, que luego se convirtió en un torbellino para quedar rendidos y sin fuerzas como quien naufraga y nada hacía orilla. Carlos la cargó, la acostó de lado, y la cubrió con sus brazos, quedando dormida.

No sabía cuanto tiempo había dormido pero la despertó un suaves cosquilleo en su espalda, era Carlos besándola y cuando ella abrió los ojos él le dijo:
" amor te dije que haríamos el amor hasta el amanecer, ella le sonrió y se dejó llevar".

Parecían dos locos insaciables.

Él la arrimo hasta la orilla de la cama y parado frente a ella agarro su dos piernas y se las puso en sus hombros, tomo uno de sus pies, empezó a besarlos y acariciarlos, chupaba cada uno de ellos, lo que hizo igualmente con el otro pies. Penelope pensaba que con razón decían que en los pies se encontraban conectado todos los nervios del cuerpo.

Las sensaciones que ella estaba experimentando eran increíblemente relajante y sensuales.

Sentía su miembro erecto en sus muslo, ella sabía que quería invadirla pero quería prolongar las caricias que le proporcionaba. Con cada caricia Penelope se excitaba más, sentía su humedad entre sus piernas donde él acariciaba mientras besaba sus pies.

Empezó a rozar su virilidad en su cántaro de dicha que la hacía emitir largos suspiros y por fin se introdujo en ella.

Ella lo agarro por sus muslos y lo atraía cuando él se alejaba, así duraron un rato hasta que sus respiraciones agitadas les advertía que llegaban al clímax. Ella abrió sus piernas y él cayo rendido sobre de ella. Rozaron sus labios y se acostaron boca arriba bañados de sudor.

Penelope vio la hora y eran las dos de la madrugada. Ahora quien quedó dormido fue él.

Por su mente pasaban pensamientos contradictorios que eran entre miedo y sentimientos inexplicables.

Era una atracción sexual ¿o eran verdaderos sentimientos de amor que estaban floreciendo en ella?, lo último la aterraba, no quería volver a enamorarse le tenía miedo a otra relación, por lo menos ahora. Además ella no le había preguntado más de su estatus sentimental con su esposa, no sabía en que situación estaban ellos dos, solo habían pasado 1 meses que empezaron a salir. Lo veía dormido y le provocaba besarlo, abrazarlo, no dejarlos escapar. Trataba de aclarar sus pensamiento y no lo conseguía.

Aparto sus pensamientos y decidió disfrutar esa noche, no sabía si era la última. Había pasado 1 hora, faltaban dos horas para el amanecer

Lo empezó a besar suavemente y él abrió los ojos y sonrió, ella le dijo
- amor despierta que todavía no ha amanecido-.

Se empezaron a besar e inmediatamente se afloraron los deseos, con un dedo delineaba suavemente las curvaturas de su cuerpo. Él le pidió que cabalgara sobre su cuerpo que deseaba ser honrado por las riendas de su hembra. Carlos las agarro por sus caderas y la ayudaba a subir para bajar en un delirio del placer al caer y unirse sus dos intimidades, ella lo sentía totalmente dentro de ella. Luego la alzo, la puso boca abajo y mediante su cintura le empezó a ser el último acto de sexo y amor de esa larga noche. Carlos volteo a hacia la ventana y vio que aparecía los primeros rayos de luz y sin parar le dijo a Penelope

-amor te dije que lo haríamos hasta el amanecer-

y volvieron a experimentar lo enardecidos deseos ya calmados del placer disfrutado. Estaban cansados se abrazaron.

Parecía que el tiempo había sido generoso con ellos durante todo eso hermosos y apasionados días.

Penelope estaba abrazada a él y sintió que el dormía. No pudo dejar de pensar y recordar todo lo que había ocurrido con Carlos. Le parecía inaudito que en tan poco tiempo el hubiese podido despertar en ellas tantas sensaciones que le habían llevado a aflorar en ella esa mujer interna que desconocía.

Sus pensamientos eran confusos no sabia si era solo atracción sexual por él, sentimientos que cada día se hacían mas profundos o quizás los dos.
Sentía miedo de volver a sufrir.

Se quedo dormida sumergida en sus temores, el cansancio pudo mas que su cordura.

Renacer De Una MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora