Capitulo VI. La Entrega.

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Al día siguiente Penelope se levantó temprano, se puso a realizar los preparativos para el cumpleaños de su hermano.

Carlos la llamo y le pregunto que podía llevar, ella le contesto que no se preocupara que nada, todo lo que se necesitaba ya estaba allí.

Al mediodía llego su hermano con su familia, también unos primos. Penelope se había lucido, había hecho la torta, unos pasapalos, una rica ensalada y pollo dulce que a su hermano tanto le gustaba.

Carlos llego como a las 2 pm y se apareció con golosinas, refresco y un caja de cerveza. Su familia que nunca se le escapaba nada, empezaron a mofarla poniéndole el sobrenombre a Carlos del hombre de las bolsas.

Cuando él llego, ya tenían rato tomando y recordando viejas anécdotas, no tardó mucho en que se incorporara a la conversación.

Carlos aunque aparentaba ser muy serio era un hombre que se adaptaba muy rápido y su amabilidad le abría las puertas que le facilitaban hacer amistades rápidamente.

Penelope, su madre y su cuñada estaban en la cocina culminando la comida que iban a servir, a veces él volteaba a verla y ella al sentir su mirada, su corazón se agitaba, trato de disimularlo para que no se dieran cuenta.

Penelope se preguntaba mentalmente ¿quien era aquel hombre que la hacía sentir toda aquella pasión?, ¿quien era ese hombre que se metía en sus sueños?, ¿quien era ese hombre que la confundía tan solo con una mirada?. Terminaron y empezaron a servir la mesa y él parecía ya ser partes de los amigos de años.

Compartieron toda la tarde, de vez en cuando él rozaba la pierna o la mano con la de ella, le gustaba verla nerviosa.

Penelope sentía que su cuerpo se estremecía con solo su contacto. Se sentía bien con compartir con Carlos y su familia.

Como era domingo la reunión termino temprano, todos se iban.

Carlos se quedó ayudando a Penelope a recoger, limpiar todo lo de la fiesta, ya que su mama tenía dolor de cabeza y se fue a acostar.

Cuando terminaron de recoger y limpiar. Carlos le propuso ir a comer unas hamburguesas y ella le dijo que si, no tenía ganas de cocinar otra vez, casi toda la reunión se la paso en la cocina. Cuando salieron le dijo que iban a otra parte, llegaron a un sitio más íntimo pidieron unos tragos y empezaron a hablar, en un momento de la conversación él se le acerco y la beso con deseos.

Ella respondió a sus besos con vehemencia, se sentía en una nube flotando al sentir sus labios

Deseaba entregarse a ese hombre, había despertado sus ansias de mujer.

Penelope no sabía si Carlos había preparado la situación pero le dijo que quería estar con ella que había un hotel al lado que si estaba preparada para estar con él. Ella lo pensó pero el deseo pudo más, quería resistirse pero su mente le decía que no y su cuerpo que sí. Decidió que más importante era lo que sentía, demasiado tiempo se había reprimido, tenía la necesidad de sentirse amada. Así que le dijo que sí.

Al fin estaban solos, se respiraba aires de deseos a punto de desbordarse.

Penelope entro a la habitación con dudas. Su mente luchaba contra el cuerpo lleno de deseos. Pero ya estaba allí frente a la cama si saber que hacer, todo esto para ella era algo nuevo.

El empezó a ella a colmarla locamente de besos como si tuviera sediento.

Primero con dulzura y luego con desespero, mientras la besaba iba despojando su ropa, ella sintió sus dedos entre el elástico del delicado encaje, se estremeció. Disfrutaba de sentirlo tan ansioso y anhelante.

Renacer De Una MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora