Capitulo II. El Nuevo Dia.

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En la Mañana se sintió con más ánimo, tenía trabajo por delante, contaba solo con un mes para recoger y mudarse a casa de su madre, ya que ella no podía costear los gastos del apartamento sola. El esa misma noche se había ido a casa de su madre.

Días anteriores ella y su ex esposo no llegaron a hablar de como iba a ser con todas las cosas de la casa, tendría, aunque no quería, llamarlo ya que ella no podía llevárselo todo. Pensó en venderlo pero la verdad que la mayoría de las cosa la había comprado él y quería romper con ese pasado lo más que pudiera.

A pesar de tantas decepciones, era para ella difícil su presencia, todavía le dolía en su amor propio, en el de mujer engañada, también tenía miedo de la cercanía con él.

Como esposo no valió la pena pero como amante era otra cosa, eso era lo único que la tuvo amarraba.

Se decidió y no pudo localizarlo, Llamo a su ex suegra y acordó en que si veía a Felipe le prometió que le diría. Su suegra la apreciaba mucho, jamás quiso parcializarse por lo que no hubo cruce de palabras de la separación, siempre la había tratado como una hija, y además para ella no eran secretos las infidelidades de su hijo a Penelope.

Así fue que en horas de la noche él la llamo y quedaron en que ella se llevaría solo algunas cosas y las demás la guardarían en casa de la madre de él que tenía un cuarto como depósito viendo después que hacer con ellos.

Él pregunto que si podía a ir esa noche a buscar algunas cosas que le se le había quedo y eso la aterro, ¿ella a solas con él?. No, era demasiado peligroso y se negó, quedaron que el otro fin de semana lo haría.

Prendió la radio y se dio a la tarea de limpiar y de embalar.

Cada cosa que embalaba era un recuerdo, algunos tristes y otros alegres pero eso le serviría para curar sus heridas y radicar su pasado.

Vino una amiga a ayudarla, aunque su madre quería ir, ella prefirió que no. No era momento para las preguntas de rigor en esa situación, ¿que vas a hacer ahora?, ¿Cómo te sientes?, etc.

Sabía que su amiga no lo haría, ya conocía que Penelope cuando quería hablar de algo se lo comentaba y en caso de que no era porque ella prefería no hablar de eso.

La verdad que Penelope era muy reservada, su vida había transcurrido dentro de ella, sus problemas maritales poco los exteriorizaba y menos con su madre. No era porque no le tuviera confianza, solo porque le daba pena aceptar que ella se lo había advertido y no le había tomado en cuenta.

La mayoría de las mujeres cuando se enamoran, pierden la noción de la realidad y crean una historia rosa alrededor de ese hombre. Se sienten que se viven un cuento de hadas y más cuando se es tan joven como a la edad en que Penelope se casó. Ahora se daba cuenta de lo inmadura que había sido pero no había marcha atrás a esos errores. Errores que solo eran decisiones no pensada y analizadas, pero ¿quien analizaba el futuro de pareja, al enamorarse a los 17 años?
Además su madre era muy estricta, no la dejaba salir sola con su novio, era poco lo que compartían juntos y eso acelero el matrimonio. Ahora pensaba que no tuvieron tiempo en conocerse y eso que fueron dos años de noviazgo, pero es que siempre había alguien con ellos, los momentos que compartían solos era en la sala de la casa de Penelope.

Bueno eso era lo que ella pensaba o quizás era lo que quería creer para no aceptar su gran error de casarse tan joven, lo hecho, hecho estaba, ahora tenía que pensar en el presente y un futuro sin él.

Así que no le menciono nada a su amiga, embalaron, comieron, escucharon música, rieron, etc.,

Su madre solo vivía a dos cuadras de ella y su suegra a tres, así que el traslado no sería muy largo.

Su madre vivía sola, ya que su hermano se había casado e ido a vivir lejos.
Lo que no le gustaba era la cercanía de ex esposo con ella pero además no tardaría mucho en buscar a alguien con quien compartir y lo atendiera. Eso era lo que él estaba acostumbrado, alguna incauta caería en sus trampas envueltas en atenciones y romanticismo como cayo Penelope.

El tiempo todo lo cura, uno se acostumbra a ver a quien no quiere ver, todo en la vida es costumbre, uno se adapta a la rutina de la vida, la soledad no le angustiaba, ella amaba la soledad, la libertad de no darle explicación a nadie de sus actos, ni de que hacía, ni a donde iba. Ahora regresaba a casa de su madre pero con la libertad que no tenía antes.

Ya se sentía más madura, sabía que podía analizar cada paso que diera y así saber que si lo daba cuando saliera mal era su error y si salía bien iba a ser su triunfo.

Penelope, durante el tiempo que tuvo casada, estudio seguros, gracias a dios que él se lo había permitido, era hasta esos momentos lo único bueno que le atribuía, y lo mejor es que no había quedado hijos de la relación, no porque ella no los deseaba, sino que lo dudo por la inestabilidad de su matrimonio. Gracias a dios eso si lo pensó, además él tampoco se había sentido muy interesado.

Años después se enteraría que él ya tenía uno, el cual había engendrado durante el lapso de su matrimonio.

Habría tiempo después para tener los hijos que ella quisiera, todavía era joven y quizás conseguiría el hombre con quien deseara tenerlos.

A veces uno se pasa la vida buscando su otra mitad, su media naranja, su otra parte, su otro yo, etc. y nos conseguimos solo con la pareja con defectos y virtudes, que el destino nos pone en el camino para hacer historias, unas largas, otras cortas, unas con finales felices, otras fatales.

La vida no es perfecta pero hay que tratar de que sea con momentos más felices que tristes y eso lo hace el propio yo, no quien está a tu alrededor.

Hay que quererse y valorarse para poder querer a otros.

Paso el fin de semana embalando y con recuerdos a flor de piel

Renacer De Una MujerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora